Posible acuerdo este jueves en Afganistán para regreso del jefe de guerra Hekmatyar

El gobierno afgano se dispone a firmar el jueves un proyecto de acuerdo de paz con el jefe de guerra Gulbudin Hekmatyar que permitiría el regreso a Kabul y a la política de uno de los peores criminales de guerra del país.

Hekmatyar, al frente del grupo rebelde Hezb-i-Islami, el segundo más importante del país que actualmente casi no opera, vive escondido desde hace años. Es uno de los jefes afganos que el gobierno intenta hacer que regrese a la política.

Este acuerdo representaría una victoria simbólica para el presidente Ashraf Ghani, cuyos esfuerzos para relanzar las negociaciones de paz con los talibanes fueron hasta ahora vanos.

El Alto Consejo para la Paz, organismo gubernamental a cargo de las negociaciones para la reconciliación nacional, indicó el jueves en un comunicado que tras dos años de negociaciones habían alcanzado un acuerdo con Hezb-i-Islami.

"Este acuerdo entrará en vigor luego de su firma por el presidente Ghani y por el estimado emir del Hezb-i-Islami de Afganistán, Gulbudin Hekmatyar", agrega.

Las negociaciones con Hezb-i-Islami estaban estancadas hasta ahora por las disensiones dentro del gobierno sobre el texto final.

Hekmatyar, un sexagenario veterano de la yihad antisoviética, está acusado de haber matado a miles de personas en Kabul durante la guerra civil de los años 1990, cuando era primer ministro.

El último proyecto de texto leído por AFP le garantiza una inmunidad jurídica para "todas las acciones políticas y militares del pasado".

Contempla asimismo la liberación de los prisioneros del Hezb-i-Islami a cambio de que renuncien a toda actividad militar y a "todo vínculo o apoyo a las organizaciones terroristas".

El potencial acuerdo, que no tendría consecuencias inmediatas sobre la situación de seguridad en Afganistán, es mal percibido por las organizaciones de defensa de los derechos humanos.

Para Human Rights Watch, "el regreso de Gulbudin Hekmatyar luego de décadas de exilio reforzará esta cultura de impunidad que el gobierno afgano y sus apoyos internacionales mantienen, renunciando a enjuiciar a los responsables de la muerte de numerosas víctimas por las fuerzas dirigidas por Hekmatyar y por otros jefes de guerra que devastaron al país en los años 1990".

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