Presidente catalán define su plan independentista

El presidente catalán, Carles Puigdemont, detalla este miércoles su plan para sacar adelante el proceso de secesión de esta región del noreste de España con la esperanza de recuperar el apoyo de todos los sectores independentistas.

Tras unos meses de bloqueo en su apuesta independentista, Puigdemont espera renovar el pacto entre su coalición Junts pel Sí, formada por partidos de izquierda y derecha, y la impredecible izquierda anticapitalista CUP, que los abandonó en junio por discrepancias ideológicas.

A partir de las 16H00 (14H00 GMT), comparecerá para una moción de confianza ante el pleno del parlamento regional en Barcelona para "exponer ante el hemiciclo la hoja de ruta que el gobierno quiere seguir para culminar el proceso político que ha iniciado Cataluña".

La oposición tendrá el jueves su turno de réplica, al término del cual se producirá la votación.

La CUP, clave para asegurar la mayoría absoluta, ya avanzó que votará a favor de Puigdemont pero a cambio quiere que el gobierno regional convoque en 2017 un referéndum de autodeterminación aunque no tenga competencias para ello.

Con ello quieren acelerar la proclamación de la independencia que, según el plan actual, se produciría después de celebrar unas elecciones constituyentes, redactar la Constitución catalana y ratificarla en referéndum.

Ambiguo hasta ahora sobre la cuestión, se espera que Puigdemont se posicione en su discurso.

"El referéndum se abre paso" pero "requiere plenas garantías, que sea homologable y sea vinculante", dijo este miércoles en la televisión regional la portavoz del gobierno, Neus Munté.

Pero hacerlo con garantías democráticas se antoja difícil sin el permiso de Madrid. El jefe de gobierno en funciones, el conservador Mariano Rajoy, rechaza rotundamente convocar un referéndum como hizo Londres con Escocia en 2014.

De los cuatro grandes partidos españoles, sólo la izquierda radical de Podemos está a favor.

Además, los líderes catalanes no disponen de un interlocutor con quien negociar en Madrid, que lleva nueve meses con un gobierno interino por la falta de acuerdo entre partidos y se prepara para celebrar unas probables terceras elecciones legislativas en diciembre.

El predecesor de Puigdemont, Artur Mas, ya intentó en 2014 celebrar un referéndum como respuesta al auge del independentismo en esta región mediterránea de 7,5 millones de habitantes con la crisis y el creciente conflicto político con Madrid.

Pero sin acceso al censo y con la prohibición expresa del Tribunal Constitucional, tuvieron que conformarse con una votación simbólica organizada por sus propios militantes. Fueron a votar 2,3 millones de personas, un 80% por la secesión.

Tras esa votación, que conllevó la imputación de Mas y tres miembros de su ejecutivo por desobediencia, los líderes regionales apostaron por celebrar unas elecciones regionales centradas en la secesión.

Las listas independentistas obtuvieron la mayoría absoluta --aunque se quedaron con 47,8% de los votos-- e iniciaron su plan de secesión.

En noviembre se declararon insumisos a las instituciones españolas y en julio aprobaron su hoja de ruta hacia la independencia, provocando sendas suspensiones del Tribunal Constitucional.

Pero las discrepancias ideológicas fueron un lastre constante que acabó forzando la moción de confianza de Puigdemont.

A pesar del renovado apoyo de la CUP, todavía deben ponerse de acuerdo sobre dos puntos clave: el referéndum y los presupuestos, necesarios para convertir la administración regional en una capaz de asumir las competencias de un Estado.

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