Rousseff en maratónica sesión ante el Senado: "Voten contra mi destitución"

Dilma Rousseff se jugó este lunes su última carta y exhortó al Senado brasileño a votar contra su destitución en una vibrante jornada antes del fin de su juicio político que, si se cumplen los pronósticos, dejará a la izquierda fuera del poder del gigante sudamericano.

"Estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado", denunció la suspendida mandataria al iniciar su defensa ante el Senado, en el discurso más importante de su carrera política.

Y "si se consuma, resultará en la elección indirecta de un gobierno usurpador", añadió la presidenta de Brasil, de 68 años, quien insistió varias veces en que es "inocente" de los delitos de los que se le acusa.

En las 14 horas que siguieron hasta el fin de la sesión, Rousseff debió responder sin descanso a las preguntas de los legisladores, fue interpelada y criticada por los que buscan su destitución y también escuchó algunas manifestaciones de apoyo de parte de sus aliados.

En su mensaje final, reafirmó su exhortación ante el pleno de senadores.

"Es muy grave alejar a una presidenta de la República sin que haya crimen", declaró Rousseff, que está acusada de manipular las cuentas públicas.

"Esta herida será muy difícil de sanar. Por eso les pido a los senadores que tengan conciencia a la hora de evaluar este proceso", añadió.

Esta fue la primera oportunidad que tuvo la mandataria izquierdista de defenderse en el Congreso. Y es la última carta antes de la votación que entre martes y miércoles decidirá si la destituye o no.

En ese caso será el presidente interino Michel Temer, exaliado pero ahora enemigo frontal de Rousseff, quien asumirá el poder de Brasil hasta 2018.

Temer dijo a periodistas que no escuchó el discurso de quien fuera su compañera durante cinco años. "No tuve tiempo", afirmó.

Cada vez más aislada políticamente, agobiada por la peor recesión económica desde los años 1930 y con su partido ametrallado por denuncias de corrupción, la mandataria fue suspendida de su cargo en mayo en otro de los hitos de este proceso.

Desde sus tempranos inicios en la política Rousseff se ganó una fama de firme, severa y también de arrogante, con dificultades para dialogar.

Esta exguerrillera, primera mujer en asumir la presidencia de Brasil en 2010 y que fue torturada durante el régimen militar (1964-1985), volvió a sentarse en el banquillo de los acusados 46 años después de enfrentar a un tribunal militar.

"En la lucha contra la dictadura, recibí en mi cuerpo las marcas de la tortura", relató con la voz quebrada y los ojos empañados.

"Por eso, ante las acusaciones en mi contra en este proceso no puedo dejar de sentir en la boca, nuevamente, el gusto áspero y amargo de la injusticia", destacó y remató: "por eso resisto, al igual que en el pasado".

Su mensaje no sólo iba dirigido a los senadores, sino a una nación entera.

Durante la jornada Rousseff fue interrogada bajo la mirada de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), su padrino político y la figura que encarnó el despegue de Brasil, el éxito de la lucha contra la pobreza y el presidente más popular de la historia moderna.

A uno y otros repitió lo mismo: soy "inocente" y esto es un "golpe de estado".

Los partidarios de Temer aseguran tener entre 60 y 61 votos para garantizar la condena, más de los 54 necesarios, y todos los sondeos coinciden en que sólo un milagro evitará la destitución.

Pero para los aliados de Dilma ese milagro todavía puede ocurrir.

"Ahora hay que trabajar firme para revertir votos. Estamos exultantes", indicó el senador Lindbergh Farias, uno de los seguidores más fieles de la presidenta.

Desde que Rousseff comenzó su segundo mandato en 2014, el PIB retrocedió, el desempleo trepó hasta alcanzar un récord de más de 11 millones de personas, la inflación tocó los dos dígitos y el rojo fiscal estimado superó los 45.000 millones de dólares.

A eso se le sumaron los escándalos de corrupción. El mayor fue la Operación Lava Jato (lavadero de autos), una red política-empresarial de sobornos que le costó a la estatal petrolera Petrobras más de 2.000 millones de dólares.

La trama salpicó a toda la clase política, tanto de izquierda como de derecha, aunque Rousseff recordó que ella no está acusada de "enriquecimiento ilícito".

"Pido que hagan justicia con una presidenta honesta, que jamás cometió un acto ilegal, ni en su vida personal ni en sus funciones públicas", señaló.

Y una vez más emergieron interrogantes sobre la "moral" de este Senado para emitir un veredicto.

"Buena parte del tribunal se beneficia del resultado de este juicio", recordó el senador del PT, Jorge Viana, aludiendo a que más de la mitad de los senadores están involucrados o investigados por casos de corrupción.

Rousseff fue acusada de autorizar gastos a espaldas del Congreso y postergar pagos a la banca pública para mejorar las cuentas y seguir financiando programas sociales el año de su reelección y a inicios de 2015.

Su defensa aduce que las prácticas cuestionadas también fueron usadas de forma recurrente por gobiernos anteriores, sin que fueran castigados.

La oposición argumenta que eso precipitó la crisis del país.

"Se vendió un Brasil irreal,", aseguró la senadora Simone Tebet, del partido PMDB de Temer.

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