Las pesadillas de Azulay hasta conquistar el mundo con la firma 'Uno de 50'

  • José Azulay, alma de la firma 'Uno de 50', desvela en un libro el pasado y futuro de una marca que no fue suya desde el principio y que ya tiene 120 tiendas en todo el mundo.

    Azulay cuenta cómo su sueño se convertía en una pesadilla en más de una ocasión. Todo empezó en un bazar de Melilla, donde se crió y empezó a jugar con cajas de relojes. 

La marca española de joyería con más presencia en el mundo nació en un bazar
La marca española de joyería con más presencia en el mundo nació en un bazar
M.B.

El nombre de la marca de bisutería artesana 'Uno de 50' nació con la intención de fabricar solo 50 unidades de cada elemento. Era un sueño de José Azulay. Pero el nombre no fue suyo desde el principio y hasta convertirse en la marca española de joyería con más presencia en el mundo ha tenido más de una pesadilla. Todas las cuenta ahora en un libro cuyos beneficios de la venta se donarán a la investigación del Síndrome de Rett.

La historia se inicia en un populoso bazar de Melilla, ciudad en la que nació y creció Azulay. Durante su adolescencia pasó muchas tardes ayudando a su padre en el bazar. Su pasatiempo principal era hurgar y curiosear entre los miles de objetos que se apilaban en la trastienda. "Pronto me aficioné a juguetear con cajas de relojes, con correas, hebillas y piezas sueltas que combinaba a mi antojo. Así fue como empezó todo", asegura. 

Se confiesa mal estudiante y combinaba los estudios con el trabajo cara a los clientes. De ahí saltó a Madrid, donde empezó a hacer bocetos de relojes inventados por él con el objetivo de crear su propia marca. "No dibujaba bien, pero tenía imaginación y , sobre todo, muchas ganas de crear". Con ellos se fue a Hong Kong sin saber casi inglés. Allí la realidad le dio un golpe. Quería fabricar 100 relojes y como mínimo tenía que hacer 5.000. El fabricante se apiadó de él. A partir de moldes baratos que ya tenía el fabricante Azulay creó 20 relojes. 

Ese fue su primer negocio. Bajo la marca Diplomat los vendió en España. Tuvo que convencer a dos representantes para que ofrecieran sus productos. Les prometió un sueldo, además de la comisión. De no ser así puede que su idea hubiera muerto antes de nacer.

El negocio crecía y la firma pasó a llamarse Select. Hasta que llegó 'Uno de 50'. La idea no fue suya sino que le invitaron formar parte de ella, pero prefirió no entrar y al final la marca llamó a su puerta

Mira atrás el autor para recordar que los inicios, como suele suceder, fueron ilusionantes pero complicados. "No teníamos tiendas, sino que vendíamos a través de representantes". Tampoco tenían estructura. Diseñaba, producía y gestionaba la empresa la misma persona... él. 

Llegó la primera tienda y el rojo chillón fue su color para demostrar que llegaban unos nuevos con cosas nuevas. Y a partir de ahí murió la idea inicial de hacer 50 productos de cada cosa. "Era inevitable". "Actualmente rendimos homenaje a aquella idea fundacional con algunos modelos concretos, de los que sí producimos solo 50 unidades".

Todos los productos están fabricados en España y hechos "por nosotros". Azulay puede estar todo un fin de semana dando vueltas a un boceto en la cabeza y estar deseando que llegue el lunes para ir al taller y plasmarlo. En el equipo de diseño hay otras seis personas. 

Como si de la fórmula de la Coca Cola se tratara, en la fabricación de las piezas "utilizamos una aleación de metales que se ha convertido en parte del secreto de nuestro éxito". La pieza primero se hace en cera y después le dan forma a mano con soldadores y limatones. Y todo en España, pese a que más de uno siempre le aconseja que se lleve la producción a China.

Su más reciente joya lo que quiere es conquistar el olfato. Se han lanzado a desarrollar su propia fragancia con la que ambientan las tiendas. Se trata de un cóctel de aromas de diferentes maderas: cedro del Atlas del norte de África, pachuli de Indonesia, sándalo de la India y agarwood de Camboya. 

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