Situación alarmante para miles de sirios en la frontera jordana

La situación humanitaria se deteriora para los 70.000 refugiados sirios en la frontera jordana debido al bloqueo desde hace una semana del transporte de ayuda a un campamento considerado por Ammán un "enclave" del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Las organizaciones humanitarias aseguran que no tienen acceso al campamento de Rokban desde el atentado suicida del 21 de junio que mató a siete militares jordanos en esta zona desértica del nordeste del país.

Unas horas después del atentado, reivindicado por el EI, el ejército jordano declaró sus fronteras con Siria "zona militar cerrada", bloqueando así el acceso a las oenegés.

"Desde el atentado, todas las actividades humanitarias se suspendieron hasta nueva orden", lamenta Shaza Moghrabi, portavoz del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PAM) en Jordania.

"Una suspensión prolongada de la ayuda pondría en peligro la vida de aquellos que están bloqueados en la frontera", advirtió.

Pero para Amman, "la seguridad nacional prima sobre cualquier otra consideración", afirma a la AFP el portavoz del gobierno, Mohamed Momani.

Las autoridades están "convencidas de que la zona en la que se agrupan los refugiados se ha convertido en una guarida para Dáesh (acrónimo del EI en árabe)", asegura.

En medio de un paisaje lunar, los refugiados "soportan condiciones climáticas muy difíciles, con un calor sofocante y tormentas de arena frecuentes", recalca Moghrabi.

La comida escasea, lamenta. El PAM -dice- está negociando con las autoridades jordanas y otras organizaciones humanitarias una solución a la crisis.

Tampoco hay agua suficiente, algo muy problemático en una región desértica con temperaturas de más de 40 grados Celsius.

Es "una situación humanitaria miserable", describe Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). La fuente de agua más cercana se encuentra a una decena de kilómetros.

En una semana, las autoridades han abierto el acceso para el transporte de agua y Unicef ha podido enviar camiones cisternas, afirmó Andrew Harper, representante del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Jordania, para quien el principal problema ahora es la comida.

Según Hala Shamlawi, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Jordania, las redes mafiosas aprovechan para vender agua y alimentos a precios exorbitantes.

"Estas condiciones difíciles podrían empujar a los (refugiados) bloqueados a regresar al interior de Siria", donde la guerra ha causado más de 280.000 muertos y millones de desplazados desde 2011, advirtió.

"Los refugiados están buscando otro cobijo en Siria, en zonas controladas por el régimen, pero tienen miedo de ser detenidos", declaró Abdel Rahmane a la AFP.

Gerry Simpson, de Human Rights Watch (HRW), instó a las autoridades jordanas a acoger refugiados como venían haciendo y a reabrir las fronteras al paso de ayuda.

"Jordania será completamente responsable de cualquier daño que estas personas puedan sufrir en la zona por deshidratación, por falta de comida o de cuidados médicos ", afirmó a la AFP.

El portavoz del gobierno estima sin embargo que sería "responsabilidad de la comunidad internacional y no sólo de Jordania".

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