Acusan al Ejército birmano de permitir el cultivo de opio como arma de guerra

  • Los campos de adormidera han aumentado en las zonas del norte de Birmania bajo el control de las milicias aliadas al Ejército como concesión por combatir al brazo armado de la minoría kachín, denunció una organización local.

Noel Caballero

Bangkok, 29 oct.- Los campos de adormidera han aumentado en las zonas del norte de Birmania bajo el control de las milicias aliadas al Ejército como concesión por combatir al brazo armado de la minoría kachín, denunció una organización local.

La Asociación de Mujeres Kachín en Tailandia señaló en un estudio, titulado "Como las estrategias del Ejército de Birmania agravan la crisis de las drogas en (el estado) Kachín", la permisividad del cuerpo castrense con sus partidarios y el incremento del cultivo de opio desde 2011.

"Los soldados aliados utilizan los impuestos recolectados y la venta de drogas para financiar la guerra contra el Ejército para la Independencia de Kachín (KIA) en el estado Kachín y el norte del estado Shan", ambos en el noroeste del país, declaró a Efe Moon Nay Li, portavoz de la citada agrupación.

Al mismo tiempo que han aumentado las plantaciones de amapola, han proliferados pequeños laboratorios clandestinos controlados por las milicias progubernamentales que producen heroína y metanfetamina en grandes cantidades, apunta el estudio basado en entrevistas de campo en ocho poblaciones de la región mencionada.

A pesar de que el problema de adicciones no es nuevo en el país, la situación se ha escapado del control de las autoridades tras la ruptura, en junio de 2011, del alto el fuego firmado hace 17 años con la guerrilla kachín.

Moon indicó que "el abaratamiento del precio de las drogas y el fácil acceso a ellas está arruinando las vidas de miles de familias de la comarca".

Durante años, la Organización para la Independencia Kachín (KIO), el brazo político de este movimiento étnico, contribuyó a paliar la "epidemia" con políticas contra la proliferación y siembra de opio.

Pero desde que se reanudó el conflicto, más de 120.000 personas se han visto desplazadas de sus hogares y los agricultores han retomado el cultivo de adormidera, para muchos lo más parecido a una industria real que han visto en su vida y que les permite "sobrevivir al impacto económico" de la guerra

"Mi familia solía cultivar opio, pero en 2002 paramos por la prohibición de KIO", confiesa una granjera de la pedanía de Nampaka, región que en la actualidad se encuentra bajo el control del Ejército birmano, donde unas 100 familias han regresado a la plantación de amapola, según el estudio.

La asociación denuncia en su documento que los hilos de la industria de la droga en la región están, con la complicidad de Naypydaw, de varios parlamentarios del gobernante Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo, en el poder desde el 2010 tras casi medio siglo de dura dictadura militar.

Las acusaciones de que elementos del Estado incentivan la producción de droga para sufragar la lucha contra las distintas guerrillas étnicas que se oponen al Gobierno central también surgen de la minoría karen, en el este del país.

"Negociar una solución política al conflicto étnico en todo el país que garantice una paz genuina es un requisito previo necesario para la erradicación de las drogas en Birmania (Myanmar)", dijo la activista.

Por su lado, el Ejecutivo birmano remarca ante los organismos internacionales su propósito de terminar con las drogas para el 2019, cuando Birmania es en la actualidad el segundo exportador mundial de opio, tras Afganistán, según los datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

De acuerdo con esta agencia, más de 51.000 hectáreas fueron plantadas con opio en 2012, superficie capaz de producir unas 690 toneladas.

"Debido a la falta de voluntad política del Gobierno para acometer el problema de las drogas, y la rampante corrupción, no hay una estricta aplicación de las leyes contra los traficantes que actúan con total impunidad", señaló la Asociación de Mujeres Kachín en Tailandia.

Por ello, la organización reclamó al Gobierno que detenga la "agresión militar" para que se pueda "abrir un diálogo político" que garantice una democracia federal y se termine con "la política de permitir a las milicias progubernamentales la producción de droga en contrapartida por luchar contra la resistencia" de las minorías étnicas.

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