Al Asad promete al mismo tiempo "mano de hierro" y un referéndum para Siria

  • El presidente sirio atribuye a una "planificación exterior" la revuelta popular en la que han muerto más de 5.000 personas a manos de las fuerzas de seguridad y promete golpear a los "terroristas con mano de hierro".
Asad dice que no hubo órdenes de disparar contra los ciudadanos
Asad dice que no hubo órdenes de disparar contra los ciudadanos
Reuters
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En su primera intervención en público desde junio del año pasado, el presidente sirio Bashar Al Asad también ha anunciaddo que da la bienvenida a la idea de ampliar el Gobierno para incluir a "todas las fuerzas políticas" y planteó la posibilidad de celebrar un referéndum en marzo sobre una nueva constitución para Siria, en discurso pronunciado en la Universidad de Damasco y emitido por la televisión estatal.

Desde que comenzó la insurrección en marzo, Al Asad ha respondido con una mezcla de represión y promesas de reforma y diálogo. Las fuerzas de la oposición dicen que el derramamiento de sangre muestra la cara real de un líder cuya familia ha gobernado Siria durante más de cuatro décadas.

Naciones Unidas dice que más de 5.000 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad que tratan de aplastar las manifestaciones contrarias a Al Asad que surgieron en marzo, inspiradas en una serie de revueltas contra autócratas árabes en todo Oriente Próximo. Las autoridades sirias dicen que "terroristas" armados, con apoyo extranjero, han matado a 2.000 miembros de las fuerzas de seguridad.

Pese a la alta cifra de muertos, Al Asad niega que existiera una orden de disparar a los manifestantes. "No se encubre a nadie. No hay órdenes para que nadie abra fuego contra un ciudadano", ha afirmado en su discurso televisado.

Pero ha hecho hincapié en que la prioridad es restaurar el orden y que eso sólo podría lograrse "golpeando a los terroristas con mano de hierro". "No hay tolerancia para el terrorismo o para los que usan armas para matar", ha dicho.

Tras casi diez meses de crisis en Siria, el presidente Bashar al Asad asegura que no va a renunciar a su cargo.

El conflicto en Siria, el único aliado árabe de Irán, ha alarmado a sus vecinos: Jordania, Líbano, Turquía, Israel e Irak.

Camino de una guerra sectaria

"La situación en Siria está dirigiéndose hacia una guerra religiosa, sectaria y racial, y esto hay que evitarlo", dijo el lunes el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, ex amigo de Al Asad que se ha convertido en uno de sus críticos más acérrimos.

La Liga Árabe, que suspendió a Siria en noviembre y anunció sanciones, ha enviado observadores para juzgar si Damasco está cumpliendo con un plan de paz que ordena la retirada de las tropas de las ciudades, liberar a prisioneros y emprender un diálogo político.

Once miembros del equipo de observadores resultaron levemente heridos en un ataque de manifestantes no identificados mientras viajaban a la ciudad portuaria de Latakia, informó el martes la Liga Árabe, pero pudieron continuar con su labor.

Opositores sirios dijeron el lunes que la misión de la Liga, que comenzó el 26 de diciembre, no ha conseguido detener el derramamiento de sangre y sólo da a Al Asad más tiempo para aplastar a sus oponentes.

Tras una reunión en El Cairo el domingo, la Liga Árabe dijo que Damasco sólo ha cumplido parcialmente sus promesas, pero decidió mantener la misión. Un responsable dijo que la delegación se ampliaría esta semana desde 165 observadores a 200 miembros.

En su discurso, Al Asad dijo que "no cierra la puerta" a cualquier solución árabe que respete la soberanía siria.

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