Alberto II retoma hoy las consultas para buscar una salida a la crisis belga

Bruselas.- El rey Alberto II tiene previsto iniciar hoy una serie de contactos con los principales partidos belgas para analizar fórmulas con las que sacar al país de la crisis política tras la dimisión ayer del "mediador" encargado de buscar un acuerdo de gobierno, Johan Vande Lanotte.

El monarca deberá decidir si encarga una nueva "misión" tras los cinco fracasos registrados hasta ahora y encontrar una personalidad capaz de reunir un consenso entre las distintas fuerzas o, por el contrario, comenzar a preparar unas nuevas elecciones.

Este último escenario, que Bélgica ha tratado de evitar durante meses, comienza a cobrar fuerza en la prensa.

"Dejemos que vengan esas elecciones que nadie quería", pide el editorial del diario flamenco "De Tijd", una línea que mantiene también "Het Belang Van Limburg", que asegura que la repetición de los comicios es la "alternativa" a día de hoy.

Mientras, otros periódicos como "Le Soir" exigen a los dirigentes políticos un esfuerzo para superar sus diferencias y responder a las demandas de los ciudadanos, que el pasado fin de semana exigieron en una multitudinaria manifestación la formación de gobierno.

"Hasta nueva orden, el balance de fuerzas sigue determinado por los resultados del 13 de junio de 2010. Los vencedores de estas elecciones deben romper sus cadenas. Simplemente no hay otra opción", señala el editorialista de "De Standaard" Bart Sturtewagen.

Tampoco faltan las búsquedas de responsabilidades y acusaciones, con diarios de tendencia nacionalista flamenca como "Gazet Van Antwerpen" apuntando al inmovilismo de los francófonos como causa del fracaso y varios medios del sur del país culpando a los soberanistas flamencos.

Las diferencias entre las fuerzas políticas de las dos grandes regiones belgas siguen haciendo imposible, tras 228 días, forjar una coalición con capacidad para gobernar el país y acometer la reforma del Estado que se considera inevitable.

La renuncia ayer de Vande Lanotte supone un nuevo paso atrás en la que comienza a parecer una crisis política interminable y que ha llevado ya a muchos analistas a hablar abiertamente de la separación del país.

Mientras tanto, la imagen de la economía belga continúa empeorando y la elevada deuda pública convierte al país en objetivo de los mercados junto a otros de sus socios del euro.