Alex Salmond, el carismático nuevo rey de Escocia

  • Su encanto irresistible, su carácter tozudo y su pragmatismo han disparado la popularidad de Alex Salmond, el ministro principal de Escocia, que aprovecha el tirón para intentar conseguir su sueño: la independencia.

Ramón Abarca

Londres, 24 ene.- Su encanto irresistible, su carácter tozudo y su pragmatismo han disparado la popularidad de Alex Salmond, el ministro principal de Escocia, que aprovecha el tirón para intentar conseguir su sueño: la independencia.

Hasta sus más feroces enemigos le reconocen sus dotes como político y gestor, algo que llevó a este nacionalista de 58 años a conseguir en 2011 una histórica y arrolladora victoria para su partido en el Parlamento escocés.

La mayoría absoluta, muy difícil de alcanzar con el sistema electoral británico, ha colocado a Salmomd en la posición inevitable de tener que cumplir su promesa de celebrar un referéndum sobre la independencia que, de ganar, acabaría con 300 años de historia compartida con el Reino Unido.

Las encuestas muestran cómo su sueño nacionalista está todavía lejos -poco más de un 30 % apoya esta opción-, pero la cifra crece rápidamente, sobre todo entre los más jóvenes, y nadie subestima la capacidad del político escocés para convencer de las ventajas de una independencia.

El perseverante y temperamental Salmond nació en 1954 en Linlithgow de una madre conservadora y un padre laborista.

Se curtió en los ideales nacionalistas mientras estudiaba en la universidad de St. Andrews, donde coincidió con el historiador escocés Geoffrey Barrow, que más tarde dijo de él que había sido su alumno estrella.

Tras licenciarse en Económicas e Historia, trabajó para el banco Royal Bank of Scotland y en 1979 consiguió su primer escaño como diputado en Londres por el Partido Nacional Escocés (SNP en sus siglas en inglés) que ahora lidera.

Tras asumir el mando en 2005 de una agrupación siempre dividida y vista por los electores más como contrapeso que como una opción real de Gobierno, Salmond consiguió ganar las elecciones dos años después.

Tuvo que gobernar en minoría y no pudo entonces convocar su prometido referéndum de independencia.

La gestión de Salmond convenció a los escoceses por su empeño en elevar la voz de la región y enfrentarse a los partidos de Londres, además de por medidas muy populares como la gratuidad de los medicamentos y la universidad.

En los siguientes comicios arrasó como no lo ha hecho nadie en la corta historia del Parlamento escocés, en funcionamiento desde 1998, un año después de que Escocia consiguiera su autonomía.

Su expansiva faceta política -sus apariciones públicas y en medios de comunicación son constantes- contrasta con una actitud casi de secretismo hacia su vida privada.

Lleva 30 años casado con Moria McGlashan, 17 años mayor que él y con la que no ha tenido hijos, pero poco más se sabe de la intimidad del popular político.

Uno de los grandes logros en la carrera por la independencia fue convencer al actor Sean Connery para que apoyara la causa, algo que casi le cuesta al ex James Bond su título de caballero del Imperio británico.

De Salmond, el actor escocés dijo que es el mejor político del Reino Unido y asegura que, desde que lo conoció, le impresionó su capacidad intelectual y entusiasmo.

Capaz de cualquier cosa por sus ideales nacionalistas, Salmond incluso llegó a grabar una canción de un disco que promovía la independencia, pero siempre ha manteniendo una gran pragmatismo.

Reconoce sin complejos su admiración y amplio conocimiento de la historia de Inglaterra y el líder nacionalista siempre ha dicho que, aunque Escocia se independice del Reino Unido, quiere que la reina Isabel II siga siendo la soberana de los escoceses.

Sus buenas relaciones con los miembros de la familia real británica se pusieron de manifiesto el año pasado cuando fue uno de los invitados a la boda del príncipe Guillermo y Catalina Middleton, frente a la ausencia los ex primeros ministros británicos Gordon Brown y Tony Blair.

A pesar de su popularidad y el hecho de que los escoceses cada vez ven con menos recelo la idea de la independencia, Alex Salmond afronta ahora el gran resto de convencer sobre su viabilidad económica.

Hasta hace muy poco el sentir general entre los británicos era que a Escocia la mantienen los ingleses a base de subvenciones, pero Salmond alega que el petróleo y gas del mar del Norte y el contexto de la Unión Europea hacen a un territorio de poco más de cinco millones de habitantes y unos 80.000 kilómetros cuadrados más que autosuficiente.

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