El tío de Gabriel: "Me extrañó mucho ver el rastrillo y la pala en Rodalquilar"

Tercer día de juicio de Ana Julia
Tercer día de juicio de Ana Julia
EFE

El juicio contra Ana Julia Quezada, la autora confesa del crimen del niño Gabriel Cruz, se ha reanudado después de que ayer se escuchara su versión de cómo murió el pequeño de ocho años en la finca de Rodalquilar. Aseguró que no quería matarlo sino que solo le puso la mano en la boca y nariz para que dejara de insultarla. "Cuando le puse la mano en el pecho ya no respiraba", aseguró apuntalando así la versión de su defensa de que se trata de una muerte accidental. La madre, por la tarde, pidió que retiraran el biombo que las separaba para mirarle a la cara y decirle que era mala, muy mala, "rematadamente mala". Hoy continua un juicio que tiene a Las Hortichuelas sin palabras. 

Este miércoles continuará el juicio con la declaración testifical de siete personas, entre ellas cuatro agentes de Guardia Civil, un agentes de Policía Local de Níjar, el hermano del padre del menor y el exmarido de la acusada con el que residió en Burgos.

Francisco Cruz, tío de Gabriel Cruz, ha sostenido  que Ana Julia Quezada se puso "muy nerviosa" cuando días después de la desaparición del menor vio aparecer a un grupo de personas que la sorprendieron en la finca en la que mató al pequeño, de 8 años. Cuando llegaron su madre, dos primas y él a la finca, insistió en que "quería marcharse" y le hizo llevarla en coche hasta la casa de Las Hortichuelas Bajas, en Níjar (Almería), de la abuela de Gabriel.

Ha asegurado que las llaves de la finca de Rodalquilar, en Níjar, sólo las tenían él y su hermano Ángel, padre del menor, que la puerta de acceso solía estar cerrada y que se sorprendió al encontrarse a la acusada fumando junto a la piscina.

Francisco Cruz ha revelado que de hecho pasaron parte de la noche del 28 de febrero, después de la muerte del niño, que se produjo en la tarde del día anterior, en la finca de Rodalquilar, y que allí le llamó la atención que hubiese una pala, un rastrillo y una pala plana "muy bien ordenadas, puestas en línea".

Ha mantenido que dichas herramientas no eran suyas o de su hermano, que reconocía una pala perteneciente a otro cortijo que se vendió años antes, pero que las herramientas de esta finca habían permanecido siempre en la casa de su madre en Las Hortichuelas Bajas. "Ángel normalmente nunca tiene herramientas allí", ha subrayado.

Ha dicho que no recuerda haber visto tablas arrancadas o dispuestas sobre el hoyo en el que se enterró a Gabriel, pero sí que interpelaron a Quezada por haber llevado a su hija menor de edad a la finca sin aparente motivo.

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