Andalucía ya no es el amigo que nunca le falla al PSOE. A la comunidad sureña tampoco le podrán acusar más despectivamente de ser un granero de votos para los socialistas. Desde ayer, la fuerza mayoritaria unas elecciones generales es el Partido Popular con una ventaja de casi 400.000 votos respecto a sus rivales de centro izquierda.
En cifras concretas, y con casi todos los votos escrutados, el PP ha cosechado casi 2 millones de papeletas (por encima del 45,5%) frente a los algo menos de 1,6 millones (y el 36,5%) del PSOE. En escaños, estas cifras se traducen en 33 representantes populares y 25 socialistas (a los que hay que sumar dos de Izquierda Unida, con 350.000 votantes y por encima del 8% de apoyos).
Respecto a 2008, los de Rajoy se han ganado unos 200.000 nuevos apoyos ante los casi 800.000 restados a las candidaturas de Rubalcaba.
La brecha confirma lo que ya adelantaron los comicios locales del pasado mes de mayo, cuando el PSOE no sólo se dejó lo que siempre perdía (las grandes ciudades), sino que se desangraba igualmente en las zonas rurales.
Ahora se ha repetido el batacazo, con la excepción de Sevilla como la única provincia de toda España donde Rubalcaba registró más adhesiones que Rajoy.
El problema para el PSOE andaluz es que con Sevilla no se gana toda la comunidad ante las elecciones autonómicas previstas para primavera. Javier Arenas, el cabeza de lista de la derecha, parece que por fin conseguirá su objetivo de presidir la Junta.
Y que la distancia de ocho diputados y de nueve puntos porcentuales entre ambas formaciones no será fácil acortarla por mucho que el nuevo Gobierno central del PP asuma políticas muy agresivas que puedan variar la simpatía del electorado.
El PSOE, es más, se enfrenta a una crisis de fondo, ya que el PP supera ampliamente el 40% de los apoyos en todas las provincias andaluzas (excepto Sevilla) y la ventaja en puntos es amplia caso por caso.
Tras décadas de fidelidad, la insostenible tasa de paro andaluza (del 31% de media) ha sido demasiado para sus habitantes.
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