Los 'antivacunas' ganan terreno: el auge en Europa activa el riesgo... en España

  • El aumento de la población que está en contra de vacunar a sus hijos puede provocar que España sufra epidemias graves procedentes de otros países.
Vacunas
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Si de algo presumía y sigue presumiendo España es de su alta tasa de personas vacunadas sin tener una legislación que obligue a ello. En concreto, en torno al 95% de la población está vacunada gracias a un calendario que, siendo voluntario, ha reducido en gran medida muchas enfermedades y ha mejorado la calidad de vida de la población. Pero ahora este modelo se encuentra bajo la amenaza de un movimiento que va ganando terreno por toda Europa.

Se les conoce como 'antivacunas', aquellos que se muestran en contra de esta práctica y prefiere optar por las llamadas 'medicinas naturales' o terapias alternativas. Un movimiento que recorre todo el mundo y que 'patrocinan' algunos rostros conocidos -como el actor Jim Carrey-, que suponen un altavoz de lujo para una corriente que puede suponer un riesgo para la salud pública, tal y como señalan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP), y como ponen de manifiesto datos de la Organización Mundial de la Salud.

Según este último organismo, los casos de sarampión en Europa aumentaron un 400% en 2017, de 5.273 en 2016, a 21.315 en 2017. Una cifra que va camino de agrandarse de nuevo este año, pues esta enfermedad ha causado una epidemia en países como Francia, que desde noviembre del pasado ha visto cómo crecía el sarampión sin poder hacerle frente. Tanto es así que han fallecido varias personas (solo hace unos días moría una joven deportista de 16 años) y el 21% de los casos han requerido hospitalización, según las estimaciones del Comité Asesor de Vacunas de la AEP.

Por ello, dicha organización ha emplazado a los españoles que vayan a viajar este verano fuera de la UE a que vacunen a sus hijos menores de 1 año contra esta enfermedad, pues esta vacuna se incluye en la triple vírica que no se administra hasta los 12 meses. Porque, además de por seguridad de los propios bebés, la posibilidad de contagio en estos países puede poner en riesgo a la población española, ya que los 'antivacunas' también están ganando terreno en nuestro país. Algo que la AEP pone de manifiesto en el hecho de que la vacunación a partir de 4 años ha bajado al 66,5% de los niños, sobre todo en vacunas frente a la difteria, la tosferina o el tétanos. 

Más población susceptible de contagio

Actualmente, a pesar de que en España la penetración de las vacunas es del 95% en los niños de entre 1 y 2 años, cae cuando se van haciendo mayores o bien por olvido de los padres o por un cambio de opinión ante estas corrientes. De ahí que, según explica a este medio el portavoz del Comité Asesor de Vacunas de la AEP, Javier Álvarez, haya más población susceptible de sufrir enfermedades como el sarampión.

"Cuantos más niños estén vacunados, más posibilidades hay de que la enfermedad no se propague, pero si hay bolsas susceptibles, es indispensable que los bebés que viajen fuera de la UE se vacunen ante la magnitud de los casos que vemos en países como Francia o Italia", relata. De hecho, cifra en 3.000 los casos potenciales de padecer sarampión solo en Cataluña. Se trata de niños cuyos padres han decidido no vacunarles y que pueden poner en riesgo al resto de la población.

"Debemos ser conscientes de que, a pesar de que el sarampión no es una enfermedad grave, puede tener complicaciones. Es más, entre un 6% y un 7% de los casos acaba complicándose con problemas respiratorios que pueden acabar en neumonía. También puede dejar secuelas graves, como una encefalitis de por vida o, en último caso, provocar la muerte", advierte Álvarez, para quien la salud "es algo serio con lo que no se puede jugar". 

La crisis se ceba con las vacunas

Otro aspecto que puede haber incidido en este descenso de la vacunación en Europa y en España es que el gasto en esta partida se ha visto reducida con la crisis económica, al igual que el gasto en sanidad en general. Según un informe de Deloitte, el gasto en vacunas suponía el 0,32% del gasto general sanitario en España en 2008, un porcentaje que en 2012 había caído al 25%. Aunque se ha recuperado y en 2015 ya había subido al 0,30%, hasta los 198,6 millones de euros, los profesionales se quejan de que se recorte en esta partida porque sus beneficios no sean palpables a corto plazo. 

"Las vacunas deberían contemplarse como una inversión a largo plazo que mejora el bienestar de la sociedad", indica el informe Deloitte, que pone de manifiesto que estos recortes no solo se han producido en España. De hecho, en otros países europeos son más acusados. Por ejemplo, en Alemania el gasto en vacunas ha bajado del 0,88% del gasto sanitario total de 2008 al 0,47% de 2014, mientras que en Francia ha pasado del 0,36% de 2008 al 0,21% de 2015.

Esto, unido a la menor inclinación de las nuevas generaciones por la vacunación, está generando que enfermedades que ya deberían estar superadas vuelvan con especial virulencia. "Los objetivos de erradicación de enfermedades como el sarampión se han ido posponiendo porque hace falta una implicación mundial que no se está dando", reconoce el portavoz de la AEP, quien resalta que con otras, como la polio, ya casi se ha conseguido. Por lo que aboga por la concienciación y la pedagogía como forma de mentalizar a los ciudadanos de la importancia de las vacunas. 

"Erradicar el sarampión va a llevar su tiempo porque cuando estábamos en el buen camino empezamos a hacerlo mal", señala Álvarez en clara referencia a la fiebre 'antivacunación'. En cualquier caso, no cree que en España sea necesario cambiar la situación de las vacunas con una ley que obligue a ponérselas. "Nos ha ido muy bien como estamos y, si se legisla, será solo porque la tasa cae de forma abrupta y hay que hacerlo como medida de salud pública, como ya ha ocurrido en algunas regiones de Francia con determinadas enfermedades", mantiene la AEP, que espera que con todas las alertas que envía a la sociedad está se mantenga proclive a vacunar a los niños ante el auge de nuevas teorías sin eficacia probada.

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