Artur Mas sale de su 'exilio' para frenar la debacle del PDeCAT y salvar el 'procés'

  • El expresident intenta que su partido concurra con ERC para maquillar el desplome electoral de PDeCAT y poder así volver a presidir la formación.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas.
El presidente de la Generalitat, Artur Mas.

Cuando Artur Mas renunció a continuar como president en enero de 2016, sus palabras, cuidadosamente elegidas, dejaron claro que sacrificaba el cargo por el proyecto soberanista... pero no para siempre. "Sigo estando, cuento para el presente, cuento para el futuro", aseguró entonces. Y ha cumplido su palabra. Durante este tiempo, al margen de alguna aparición esporádica, parecía haber desaparecido del mapa. No obstante, ha estado trabajando en la sombra para asegurar su vuelta con la mayor fuerza posible.

Así, el expresident ha centrado sus esfuerzos en liderar la renovación de su partido, la CDC, rebautizada como PDeCAT, del que resultó elegido presidente en julio del año pasado. El partido se define como “demócrata, catalanista, independentista, europeísta y humanista” y asegura que Cataluña es una nación, por tanto, depositaria del derecho de autodeterminación. La vía fijada para alcanzar un Estado independiente pasa por tres elementos, según la formación: ampliar la mayoría social, agotar todas las vías para un acuerdo, “sin renunciar a la vía unilateral para alcanzar estos objetivos”.

El objetivo de Artur Mas era claro. Echarse a un lado para volver con más fuerza. De esta manera, podría concurrir a las siguientes elecciones, erigidas como plebiscitarias por la presión soberanista, e incluso poder ser el primer presidente de una eventual república independiente. Sin embargo, la proclamación fallida de la independencia, junto con la aplicación del artículo 155, han hundido en las encuestas la posición del PDeCat y han relanzado a ERC, que ahora quiere concurrir en solitario de cara al 21-D, a sabiendas que conseguirá ser la primera fuerza en el Parlament.

La situación complica muy seriamente los planes del expresident. Si ERC mantiene su postura y se niega a ir a las urnas con una lista común, la debacle electoral de su partido, que podría quedar en quinto puesto, será más evidente que nunca y podría relegar al PDeCAT a una mera presencia testimonial en el Parlament. Y si hay algo que necesita el político es tiempo. Su planes de volver cuanto antes a presidir la lista electoral de su formación quedaron en suspenso con la sentencia del TSJC, que le condenó a dos años de inhabilitación especial para ejercer cargos públicos de cualquier clase, “ya sean de ámbito local, autonómico o estatal”. Por ello, Mas necesita salvar los muebles y conseguir que su partido se mantenga a flote, al menos de cara a la galería, hasta que pueda tomar las riendas de nuevo.

Ante el miedo a que la gestión de la crisis catalana le pase factura y tire por la borda todo su sacrificio, el padre del 'procés' no ha escatimado en esfuerzos para conseguir que ERC se presente como Junts Pel Sí. Llamadas, mensajes y presiones ante diversos círculos han sido la tónica general en los últimos días, cosa que no ha resultado del agrado de ERC, que ve cómo Mas parece querer aprovecharse de una posición privilegiada que la izquierda republicana no ha tenido en décadas. Fuentes consultadas del PDeCat, no obstante, han insistido en que la idea de ir juntos a las elecciones no responde a ningún interés partidista. Por el contrario, lo que buscaría el dirigente de su formación, dicen, es buscar la fortaleza del soberanismo ante lo que califican de una actuación desproporcionada del Estado español.

Su estrategia no acaba ahí. El antiguo president intenta hacer encaje de bolillos para recuperar el afecto de unos votantes cada vez más descontentos. Por un lado, ha intentado lanzar mensajes de moderación, en los que apostaba por conseguir apoyos internacionales antes de proclamar la independencia. “Si un estado se declara independiente pero no lo reconoce nadie y no puede actuar como tal, es una independencia estética. Y si no se tiene en cuenta el factor exterior, se pueden cometer errores", sentenció hace apenas dos semanas. Por otro, se ha posicionado del lado de la espantada del Govern para contentar al ala más dura del sector independentista. Así, hoy ha defendido la no comparecencia ante la Audiencia Nacional de su sucesor Carles Puigdemont y los cuatro 'exconsellers' que están con él en Bélgica como una "legítima estrategia" y ha reivindicado la necesidad de decisiones de "alta política" para desencallar el conflicto en Cataluña. "Con tribunales y violencia no se va a resolver el conflicto entre Catalunya y España", ha afirmado el dirigente.

Ahora, a menos de dos meses de las elecciones, la misión de Artur Mas es titánica. Con un "Govern en el exilio" y con ERC cada vez más fuerte, debe mantener la imagen de su partido para que las urnas del 21-D no dejen en evidencia lo que no ha conseguido del todo el artículo 155: que el 'procés' ha fracasado y solo queda arriar las banderas y recuperar la dignidad de Cataluña respetando la legalidad.

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