Arvind Kejriwal, el cruzado anticorrupción

  • La lucha anticorrupción del activista Arvind Kejriwal quiere llegar a su cota más alta con la obtención de un buen resultado en las elecciones generales que se inician el próximo lunes en la India, para lograr a través de la política lo que no consiguió en la calle.

Moncho Torres

Nueva Delhi, 3 abr.- La lucha anticorrupción del activista Arvind Kejriwal quiere llegar a su cota más alta con la obtención de un buen resultado en las elecciones generales que se inician el próximo lunes en la India, para lograr a través de la política lo que no consiguió en la calle.

"Mi vida no ha cambiado, pues siempre fue una batalla contra la injusticia y la corrupción. Los métodos y las estrategias puede que cambien, pero la batalla es la misma", asegura Kejriwal, tocado con el tradicional gorro gandhiano, emblema del Partido Aam Aadmi (AAP, Partido del Hombre Común), creado a finales de 2012.

El líder de la formación logró unos resultados inesperados en los últimos comicios locales de Nueva Delhi, que lo llevaron a la alcaldía tras aliarse con el derrocado Partido del Congreso.

Kejriwal juró su cargo el 28 de diciembre en un parque público de Nueva Delhi -al que se desplazó en metro- ante 100.000 seguidores, aunque dimitió 49 días después al no lograr que se aprobase una ley anticorrupción en la asamblea municipal.

En el corto período que gobernó, el líder anticorrupción mostró una manera nueva de hacer política, mucho más combativa que sus antecesores y marcada desde el principio por el intento de dejar atrás el "elitismo" de aquellos que solo buscan "poder y dinero".

"Nunca imaginé que podría haber una revolución como ésta. Nuestra victoria parece un milagro. Hoy el hombre común ha ganado", afirmó Kejriwal en su primer discurso como nuevo jefe de Gobierno.

Sus primeras medidas, de marcado corte populista y que le granjearon el respaldo de las clases más desfavorecidas, incluyeron la rebaja del recibo del agua y de la luz o el apoyo al pequeño comerciante.

También mostraron el rostro de una persona forjada en la lucha social que durante su corto período de gobierno llegó incluso a hacer una sentada en el centro de la capital para reclamar el control de la Policía, que depende del ministerio del Interior.

Este hombre delgado y de aspecto frágil tras sus anteojos, nació hace 45 años en el pueblo de Siwani, en el estado de Haryana, a unos 200 kilómetros de Nueva Delhi, en el seno de una familia culta de clase media cuyo único medio de transporte era una "scooter".

El joven Kejriwal se licenció en Ingeniería Mecánica a finales de los 80 y, tras un breve trabajo en Tata Aceros, en 1995 consiguió una plaza de funcionario en la Hacienda india, donde se empapó de los mecanismos del sistema.

Esa experiencia le movió a fundar en 1999 la ONG Parivartan (Cambio) para ayudar en temas fiscales a gente de pocos recursos, un primer paso al que siguió, a partir de 2006, su pleno activismo en la revelación de casos de malas prácticas, corrupción o evasión fiscal gracias a la ley de Derecho a la Información.

"Pero nos dimos cuenta de que era una herramienta insuficiente si nadie iba a prisión", rememora Kejriwal, por lo que comenzó, bajo el liderazgo del septuagenario Anna Hazare, la lucha para crear un defensor del pueblo que investigase los casos de corrupción.

El esfuerzo se tradujo en la conocida como Ley Lokpal, aprobada finalmente el pasado diciembre, después de las multitudinarias movilizaciones que vivió el país en 2011 y de las huelgas de hambre que protagonizaron tanto Hazare como Kejriwal.

Fue entonces, y pese a la insistencia de Hazare sobre lo "sucia" que está la política, cuando Kejriwal decidió "dar un paso adelante y limpiar el sistema desde dentro".

Y llegó el éxito de las elecciones de Nueva Delhi.

La victoria que trajo consigo "mucha responsabilidad", por lo que pidió a los miembros de su partido que nunca olviden que están "para servir al pueblo", una actitud que espera trasladar a un hipotético Gobierno nacional.

"Por favor, jurad conmigo: 'Nunca aceptaré un soborno, nunca pagaré un soborno", repite el candidato del AAP como mantra político.

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