Dos de sus mejores pilotos han fallecido

Cuatro muertos en cinco meses y aviones de 42 años: la Patrulla Águila, en 'shock'

Tres accidentes mortales en apenas cinco meses y dos de los mejores pilotos de la Patrulla Águila fallecidos, junto a un instructor y una alumna. Es el trágico balance de una de las unidades más importantes y a la vez queridas del Ejército del Aire. De ella forman parte profesionales admirados tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, un grupo que pasea la enseña nacional en diferentes festivales por todo el mundo. Pero la tragedia ha vuelto a sorprender otra vez a un grupo que destaca por su unidad y camaradería. Esta vez han perdido al comandante Garvalena, uno de los hombres con mejor trayectoria del ala, durante uno de los ensayos programados para su entrenamiento. Ayer el ambiente era de 'shock'.

El comandante Eduardo Fermín Garvalena Crespo era un experimentado piloto, cuentan fuentes cercanas a la unidad. Su pericia a los mandos del C-101 era tal que le encargaron pilotar el Águila 5, el conocido como 'solo' de la patrulla. Eso significa que hacía las acrobacias más espectaculares. Era capaz de poner el aparato a 700 kilómetros por hora y, de repente, hacerlo girar sobre su eje. Picados, vueltas y demás maniobras que le convertían en el piloto estrella de los 'águilas'. Ayer no pudo remontar el vuelo y acabó estrellándose contra las aguas de La Manga, precisamente donde también falleció su predecesor al mando del Águila 5, el comandante Marín. Solo han pasado cinco meses desde aquella tragedia que ayer se volvía a repetir.

Nacido el 28 de mayo de 1981 en Granada, el comandante Garvalena contaba con experiencia aeronáutica de más de 2.300 horas de vuelo. Estuvo encuadrado en el 142 Escuadrón, Ala 14 (F-1) entre 2007 y 2013. Más tarde, entre 2014 y 2017, se dedicó a pilotar Eurofighter. Y desde 2017 se encontraba en San Javier, en el 793 Escuadrón de la Academia General del Aire pilotando el citado C-101. También había participado en dos misiones internacionales: en la Baltic Air Policing en Lituania en 2016 y en la Operación Atalanta en Yibuti en 2018. Esta era la segunda temporada del comandante en la Patrulla Águila como Águila 5. 

Las fuentes militares consultadas lo tienen claro: "Por pericia no es, el problema es que son aviones que están cerca de su obsolescencia y en los que se vuela a diario". Efectivamente, mientras en algunas unidades militares se presume de utilizar la tecnología más puntera del mundo, en la Patrulla Águila se vuela con aparatos que entraron en funcionamiento en 1978. Es decir, tienen 42 años de funcionamiento. 

En el Ministerio de Defensa admiten que los modelos C-101 de la Patrulla Águila se encuentran en la fase final de su vida útil. Pero Margarita Robles insistía el pasado verano, estando en funciones, que no son aviones obsoletos: "Ningún comandante con la experiencia de Francisco Marín se habría subido al avión si no hubiera estado en condiciones; el avión podía operar perfectamente, todo funcionaba dentro de la normalidad", dijo. La decisión que tomó el departamento castrense ha sido la de renovar estos aviones y adquirir 24 Pilatus de entrenamiento. Está previsto que su entrada en funcionamiento en la AGA se produzca a final de este año, pero no se empezarán a usar como aviones de entrenamiento hasta septiembre del próximo año. Es decir, aún quedan meses para que este programa esté operativo.

Consternación en la Academia del Aire

Mientras tanto la consternación es máxima en la Academia General del Aire (AGA) de San Javier. Más si cabe en una unidad especialmente querida en las Fuerzas Armadas. Y que es una referencia mundial, pues viene de ganar varios concursos internacionales en los últimos años. La demanda generalizada ayer, en plena tragedia, era que el Ministerio de Defensa dé por fin la orden en enviar estos aviones C-101 a la chatarra. Creen que solo así se evitarán más muertes.

El C-101 siniestrado en Murcia ayer es un aparato de reacción monomotor de entrenamiento avanzado y ataque ligero. En los últimos años ha tenido varias funciones dentro del Ejército del Aire, aunque destacan las de avión de entrenamiento básico y el vuelo acrobático. Construido en España por Construcciones Aeronáuticas (CASA), sus características permiten una formación de vuelo completa. Así, el C-101 permite al Ejército ser útil desde las primeras fases de vuelo hasta que los pilotos realizan la transición a los aviones de combate. El C-101 posee también unas características aerodinámicas casi óptimas, a lo que se le suma su facilidad en el manejo y su bajo coste de operaciones. Desde que llegó en 1980 a la base aérea del Ejército del Aire de San Javier, en Murcia, se convirtió en uno de los modelos más apropiados para los vuelos de entrenamiento. Hasta hoy.

Más de una decena de accidentes

También ha sido un avión conocido especialmente por el elevado número de accidentes que ha sufrido. El primero de ellos fue el 13 de junio de 1984 cuando un C-101 del Ejército del Aire se estrelló cerca del pantano de la Sotonera. Murieron sus dos ocupantes, un capitán y un teniente. Algo más de un mes después, el 16 de agosto de 1984, se estrelló otro avión de la misma clase en las proximidades del Puerto de Pajares, en la provincia de León. En el accidente murieron sus dos ocupantes, un capitán y un capellán mayor del Ejército del Aire.

El 10 de mayo de 1991, dos aviones militares C-101, pertenecientes a la base aérea de Matacán, en Salamanca, chocaron cuando sobrevolaban la localidad de Endrinal de la Sierra, en la Sierra de Francia. Murió un alférez del Ejército del Aire. Pasaron dos años más antes de que ocurriera un nuevo accidente, esta vez en Cuenca. El 15 de octubre de 1993, un C-101 se precipitó a tierra durante una práctica de vuelo, en un paraje de la localidad de Honrubia. Un capitán del Ejército del Aire y otro de las fuerzas aéreas canadienses resultaron heridos graves.

El año 1995 fue el peor en cuanto a accidentes de este tipo de aviones. El 12 de enero de 1995, dos aviones C-101 del Grupo Escuela de la Base Aérea de Matacán colisionaron en el aire cuando realizaban un vuelo de entrenamiento sobre Piedrahita, Ávila. Los pilotos se lanzaron previamente en paracaídas y uno de ellos resultó herido. Dos meses después, el 13 de marzo de 1995, un avión de instrucción se estrelló en las proximidades de las pistas que comparten el aeropuerto y la base militar de Manises, en Valencia. Falleció un capitán del Ejército del Aire. Más tarde, el 3 de octubre de 1995 un C-101 cayó al mar Menor, en Murcia, mientras realizaba un vuelo de instrucción. Murieron un capitán y un alférez del Ejército del Aire.

Pasaron diez años hasta que se dio otro accidente con estos aviones. El 2 de septiembre de 2005 murieron tres personas al estrellarse un avión en Baeza, Jaén: el piloto, un capitán del Ejército del Aire y una mujer con su hija de ocho meses, que se encontraban en la vivienda contra la que se estrelló el avión. El 26 de abril de 2012, dos militares murieron al estrellarse el avión C-101 que pilotaban en las cercanías de la cárcel de Alcalá-Meco (Madrid).

El antepenúltimo accidente tuvo lugar el 26 de agosto de 2019. Realizaba un vuelo de instrucción cuando se estrelló en el mar frente a La Manga, en la Región de Murcia, causando la muerte del único tripulante de la aeronave, el piloto Francisco Marín Núñez. Unos días más tarde, en septiembre, se produjo un segundo siniestro que costó la vida al comandante Daniel Melero y la alférez alumna Rosa María Almirón. Ambos fallecieron en el momento.

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