Bruselas, 8 jul.- La renuncia presentada hoy por el encargado de formar gobierno en Bélgica, Elio Di Rupo, ha complicado aún más la crisis política que vive el país desde hace más de un año y llena de interrogantes el futuro, que podría pasar por unas nuevas elecciones.
A la espera de que el rey Alberto II acepte o rechace la dimisión de Di Rupo, la renuncia del líder socialista supone un nuevo golpe a los intentos de formar un Ejecutivo en un país que vive desde el verano pasado regido por un Gabinete en funciones con una capacidad de maniobra muy limitada.
El rey, en una declaración escrita inédita hasta ahora, ha admitido hoy la "gravedad de la situación política" y ha pedido "que cada responsable político del país tome algunos días de reflexión para medir las consecuencias de la situación y buscar vías de solución".
Se espera, por tanto, que el monarca no decida sobre la dimisión de Di Rupo al menos hasta la próxima semana, dando un pequeño plazo a los partidos para que recapaciten.
El mensaje puede leerse tanto como una petición a Di Rupo para que no abandone, como a modo de llamamiento a los independentistas flamencos de la N-VA, que ayer rechazaron las propuestas del líder socialista francófono para la reforma del Estado y la formación de gobierno.
La N-VA, que dirige el polémico Bart De Wever, fue el partido más votado en las elecciones de junio de 2010 tanto en Flandes como en el conjunto de Bélgica.
Desde entonces, los partidos francófonos la acusan de buscar dinamitar el país rechazando cualquier compromiso.
El plan de reforma del Estado planteado esta semana por Di Rupo ofrecía a los flamencos un refuerzo de la autonomía de las regiones y un importante ajuste fiscal, dos de las demandas habituales de De Wever.
Los independentistas, sin embargo, respondieron ayer con un rotundo "no" que echó por tierra cualquier posibilidad de avanzar sobre esas bases, a pesar de que la mayoría de fuerzas lo habían respaldado.
Hoy, tras presentar su renuncia, Di Rupo ha pedido "calma" en una entrevista en televisión y ha llamado a seguir trabajando sobre la base de su propuesta.
El líder socialista ha recordado que siete partidos, tres de ellos flamencos, la aceptaron y ha considerado que hay "posibilidades" de superar la crisis por esa vía, aunque no ha querido decir si las negociaciones podrían seguir adelante sin la N-VA.
Tras el nuevo golpe, cobra fuerza la opción de convocar unas nuevas elecciones anticipadas para tratar de desbloquear la situación.
Bélgica ha intentado hasta ahora evitar ese escenario ante la previsible radicalización del paisaje político que podría salir de las urnas.
La N-VA, que sorprendió en junio de 2010 convirtiéndose en la fuerza más votada en Flandes y en el conjunto de Bélgica, aumentaría su mayoría en unos nuevos comicios, según todas las encuestas.
"Preparen las urnas", titulaba hoy el rotativo francófono "La Libre Belgique", antes incluso de que Di Rupo presentase su dimisión.
Pese a todo, la disolución de las cámaras debe ser aprobada por una mayoría del parlamento, que hoy por hoy no existe dada la negativa de muchos partidos a repetir las elecciones.
Hoy, Di Rupo ha insistido en ese mensaje y ha subrayado que los representantes elegidos el pasado año deben "afrontar su responsabilidad".
"No quiero, sería aún peor", ha dicho preguntado por una convocatoria electoral.
Hasta ahora, todos los esfuerzos por lograr un compromiso entre fuerzas flamencas y francófonas han terminado en fracaso por las posturas enfrentadas que mantienen en muchos puntos de la reforma del Estado a la que se han comprometido.
Entretanto, la posibilidad de que la crisis desemboque en una división del país ha dejado de ser el tabú que fue durante años y ha pasado a contemplarse como una opción más, aunque siga siendo la más remota.
A pesar de la fuerza de la N-VA, los sondeos apuntan a que sólo un porcentaje muy reducido de los flamencos -y uno aún menor de los francófonos- apoyaría la separación del país.
Mientras, una solución a la crisis política se considera cada vez más urgente desde el punto de vista económico, pues la inestabilidad y la alta deuda pública han encarecido enormemente la financiación de Bélgica en los mercados.
"Los especuladores están a nuestras puertas", ha advertido hoy Di Rupo.
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