Ben Carson, ¿revelación en primarias republicanas o estrella fugaz?

  • Neurocirujano de éxito nacido en un barrio pobre, Ben Carson surgió como un aire nuevo en el escenario político estadounidense como aspirante presidencial republicano, con su hablar tranquilo y sus gestos mansos, pero tiene por delante el desafío de probar que no es una estrella fugaz.

En su autobiografía, Carson contó como, cuando tenía 14 años, intentó apuñalar a otro niño. Si la hoja del cuchillo no se hubiera roto contra la hebilla del cinturón de su víctima, añadió, estaría probablemente en la cárcel en lugar de ser precandidato a la Casa Blanca.

El episodio es incluso un momento clave de la película que se hizo sobre su vida y que tiene al actor Cuba Goodwin Jr. en el papel principal.

Benjamin Carson, de 64 años, se apoyó en su historia personal de superación y esfuerzo personal para lanzarse al ruedo en uno de los escenarios más competitivos del país: el de los aspirantes a ocupar la Casa Blanca.

Único negro en la carrera presidencial para las elecciones de noviembre, Carson sigue a rajatabla su fe protestante, y se metió en la encarnizada lucha partidaria sin jamás haber disputado un cargo público.

Su historia personal es una expresión ideal del sueño americano. Creció en barrios desfavorecidos de Detroit y Boston, educado por una madre analfabeta, casada a los 13 años y que expulsó a su esposo bígamo de su casa.

Ben era un mal alumno, incontrolable y con un carácter difícil. El cambio se produjo, según él mismo cuenta, cuando su madre lo obligó a leer dos libros a la semana junto a su hermano.

Las notas mejoraron y Ben Carson se convirtió en un alumno modelo. Fue aceptado como becario en la Universidad de Yale, antes de estudiar Medicina en la Universidad de Michigan y de unirse al gran hospital Johns Hopkins de Baltimore, donde empezó a dirigir rápidamente el servicio de neurocirugía pediátrica. Era, entonces, uno de los ocho neurocirujanos negros del mundo, contó en un libro en 2007.

Una operación lo hizo saltar a la fama en 1987, cuando separó, asistido por un equipo médico de 70 personas, a dos hermanos siameses alemanes de siete meses unidos por la cabeza. La intervención duró 22 horas y, con la supervivencia de los dos niños, se convirtió en una primicia mundial.

El presidente George W. Bush le entregó en 2008 la mayor recompensa civil que otorga Estados Unidos, la Medalla Presidencial de la Libertad.

Carson ya había escrito cuatro libros, de orden espiritual o de motivación personal, cuando se jubiló en 2013 para lanzarse al ruedo conservador.

Exponente de una visión rígidamente conservadora, Carson hizo de su falta de experiencia política precisamente su punto más fuerte, como representante de los electores desilusionados 'con Washington', como diversos sectores de la sociedad se refieren a la clase política tradicional estadounidense.

Con esas armas, Carson arrancó la campaña casi con timidez, pero en pocos meses alcanzó el segundo lugar en todos los sondeos, por detrás únicamente del polémico millonario Donald Trump, otro que hizo de su falta de experiencia política su principal argumento.

El cirujano tranquilo y de voz casi susurrante pasó a ser visto como una alternativa al aparatoso estilo de Trump, pero sin los compromisos de los otros candidatos conservadores

Sin embargo, el ascenso de Carson se detuvo casi tan rápidamente como había comenzado.

Primero, fueron declaraciones consideradas escandalosas sobre los homosexuales, las mujeres o los propios negros estadounidenses.

Al hablar del sistema de salud impulsado por el presidente Barack Obama, Carson dijo que era "la peor cosa que ha pasado en este país desde la esclavitud. Y es, de alguna manera, esclavitud, porque nos esclaviza a todos al Estado".

Los golpes más demoledores, sin embargo, llegaron cuando investigaciones periodísticas pasaron a cuestionar el famoso episodio en que intentó apuñalar a otro niño, sugiriendo que todo no habría pasado de una ilusión o de una situación protagonizada por terceros.

En su propia defensa, y en plena campaña electoral, Carson se vio en la extraña situación de un precandidato presidencial haciendo enormes esfuerzos para convencer a sus electores que efectivamente había intentado cometer un homicidio.

Cuando Carson percibió su situación, sus números en los sondeos ya se habían derretido.

Un sondeo divulgado esta semana mostró al famoso neurocirujano con apenas 8% de las preferencias entre los republicanos, muy lejos del líder Trump y del senador Ted Cruz.

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