Boko Haram, el espejo africano del Estado Islámico

  • En los últimos meses, Boko Haram ha endurecido su cruzada de terror en el norte de Nigeria con centenares de asesinatos y la ocupación de territorios para declarar un califato islámico, un nuevo rumbo que sigue el reflejo del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Lagos/Nairobi, 25 sep.- En los últimos meses, Boko Haram ha endurecido su cruzada de terror en el norte de Nigeria con centenares de asesinatos y la ocupación de territorios para declarar un califato islámico, un nuevo rumbo que sigue el reflejo del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Al mismo tiempo que el EI cobraba visibilidad convirtiéndose en una de las amenazas internacionales más temibles por la brutalidad de sus acciones, con las que ha tomado el control de un amplio territorio de Irak y Siria, Boko Haram lanzaba una nueva campaña repleta de similitudes.

"La decisión de Boko Haram de apoderarse de territorios y declarar un califato es la indicación más clara hasta ahora de que el grupo se ha vinculado, ya sea física o ideológicamente, con los yihadistas del EI", explicó a Efe el analista político nigeriano Olu Ajayi.

Aunque Boko Haram siempre se ha caracterizado por la exacerbada violencia de unos ataques indiscriminados contra la población, ahora actúa con un objetivo claro: tomar pueblos y ciudades para izar su bandera y declarar un califato islámico en los territorios capturados.

Hasta el momento, más de 15 localidades del norte del país están bajo el control de los terroristas tras haber asesinado a centenares de personas -en su mayoría cristianas-, lo que supone su primer paso en firme para lograr el objetivo de implantar el estado islámico en el país.

"No es difícil detectar el vínculo entre Boko Haram y el EI: dos grupos suníes que persiguen la idea de proclamar un califato islámico, que están tomando a la fuerza nuevos territorios y que llevan a cabo brutales asesinatos sin sentido", añadió Ajayi.

Además, recordó la vinculación de Boko Haram con AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico), y que a su vez, Al Qaeda "es el gran precursor del EI".

Los últimos seis meses se han convertido en el periodo más sangriento en la historia de Boko Haram, que en lenguas locales significa "la educación no islámica es pecado" y lucha por imponer la ley islámica en Nigeria, país de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiana en el sur.

Las cifras lo corroboran: en lo que va de año, el grupo ha asesinado a cerca de 3.000 personas y a más de 12.000 desde 2009, según los cálculos del Gobierno nigeriano.

Entre todos sus ataques recientes, el que más conmocionó a Nigeria y al resto del planeta fue el secuestro de más de 200 niñas en una escuela de Chibok, en el estado septentrional de Borno.

Fueron capturadas el pasado 14 de abril con la inminente amenaza de venderlas como esclavas. La comunidad internacional se movilizó militar y socialmente para colaborar en su búsqueda, pero a día de hoy, con excepción de algunas que lograron escapar poco después de su secuestro, nada se sabe de ellas.

En opinión del director ejecutivo de la Asociación Cristiana de Nigeria, el pastor Akande, Boko Haram está incrementando su violencia debido a su creciente relación con el EI.

"Boko Haram ya es muy brutal, pero la conexión y comunicación con el EI les va a proporcionar más brutalidad. Se puede hacer más fuerte", señaló Akande, quien reclama a los ejércitos internacionales una mayor implicación en su lucha contra esta secta radical.

"Boko Haram, Al Shabab y el EI son partes de la misma pluma", remarca Ishaq Akintola, director de Asuntos sobre Derechos Musulmanes (MURIC, en sus siglas inglesas).

A pesar de la aparente relación entre Boko Haram y el EI, fuentes del Ejército nigeriano, que pidieron el anonimato, aseguraron a Efe no sentirse preocupadas por estos ataques "copiados".

"La captura de territorios y la declaración de un califato solo son herramientas de propaganda de los terroristas, que se han dado cuenta que necesitan aprovechar el tirón de las acciones que está tomando el EI", justifican.

Desde que la milicia radical fue fundada en 2002 por el clérigo musulmán Mohamed Yusuf, su actividad terrorista se ha caracterizado por unos continuos cambios de rumbo.

En sus inicios, la secta mantuvo una íntima relación con el Gobierno del estado de Borno, feudo espiritual y base de sus operaciones, que le proporcionó apoyo financiero e inmunidad.

A medida que el grupo se hizo más fuerte, se convirtió en un imán que atraía a miles de jóvenes -la mayoría de ellos analfabetos y desempleados- y comenzó a extenderse más allá de Borno, hacia los estados vecinos de Yobe, Bauchi y Adamawa.

La citada relación comenzó a fracturarse tras las elecciones de 2007, debido a un desacuerdo sobre los estipendios mensuales que recibía el grupo islamista.

El Gobierno de Nigeria inició entonces una campaña para acabar con la secta que culminó en 2009 con el asesinato de su fundador, Mohammed Yusuf.

Las autoridades aseguraron entonces que era el fin de Boko Haram, pero los islamistas se reagruparon bajo un nuevo líder, Abubakar Shekau, que según el Ejército está muerto, después de que el pasado fin de semana supuestamente mataran al doble que le suplantaba en sus vídeos desde hacía meses.

Esta es la tercera vez que el Ejército afirma haber matado al líder de Boko Haram, la primera de ellas en 2009 y la segunda en agosto del pasado año.

Bajo el liderazgo de Shekau, la secta ha conseguido notoriedad internacional gracias a la crueldad de unas acciones que el Ejército se muestra incapaz de contener.

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