Boom económico en Perú gracias a la coca

  • Los guerrilleros de Sendero Luminoso han convertido a Perú en el segundo productor de cocaína del mundo, por detrás de Colombia, y la economía local de los pueblos cercanos a las plantaciones de coca es un claro reflejo de ello. Por las calles de Huanta, en la provincia de Ayacucho, ahora se ven numerosos bancos, coches de importación y los lugareños pueden mandar a sus hijos a la escuela.
John Enders | GlobalPost para lainformacion.com

(Huanta, Perú). El símbolo de la hoz y el martillo comunista adorna los uniformes negros y verdes de los guerrilleros de Sendero Luminoso, y también las banderas que ondean en sus campamentos de la selva. Pero la principal actividad de este grupo no es preparar emboscadas contra las patrullas o puestos militares, sino gestionar el creciente comercio de cocaína en esta zona de Perú. En realidad , el auténtico símbolo por aquí ahora es el del dólar.

Tener a varios cientos de insurgentes con armas modernas y una tendencia a dar golpes efectivos y mortales contra las fuerzas del gobierno se interpretaría como una enorme crisis nacional en muchos países. Pero en Perú los guerrilleros de Sendero Luminoso se ven como "restos" de una fallida revolución y apenas se habla de ellos en Lima, la capital.Sin embargo, los efectos económicos del creciente "narco-Senderismo" en Perú están muy presentes en Huanta, una ciudad antaño extremadamente pobre que está a una hora de Ayacucho, la capital de la región, y hoy es el principal núcleo comercial cercano a la zona de cultivo de coca.

Ayacucho fue el centro del movimiento revolucionario maoísta Sendero Luminoso en la década de 1980 y principios de 1990, que se saldó en Perú con unos 70.000 muertos y cientos de miles de desplazados. Hoy en día, en la zona se pueden ver casi una docena de bancos, numerosos cibercafés, abundantes coches todoterreno de importación, edificios de cristal de dos y tres pisos, y casas de ladrillo que se mezclan con las casas de adobe de los barrios populares.

Se calcula que anualmente se están exportando unas 150 toneladas de cocaína desde Perú a Europa y países consumidores como Brasil. Eso lo convierte en el segundo mayor productor de esta droga, después de Colombia, según las Naciones Unidas. Un reciente informe de la ONU indica que la producción de coca en Perú creció un 4,5 por ciento el año pasado.

Las hojas de coca se transforman en cocaína en pequeños laboratorios en la selva e incluso en casas particulares. Las zonas de cultivo de la coca y producción de cocaína están a unas pocas horas al este de Huanta y Ayacucho. Los campesinos que no tienen otros mercados alternativos son quienes cultivan la cocaína para los productores, según indican los expertos. Cultivadores, productores y miembros de Sendero Luminoso se han convertido en parte del mismo negocio.

Según Jaime Antezana, el principal experto del país en Sendero Luminoso, las rutas de transporte por tierra de la droga están en manos de la guerrilla.El gobierno peruano sabe lo que ocurre, pero está limitado en lo que puede o está dispuesto a hacer para combatirlo. Hasta hace unos pocos meses, la Policía Nacional estaba a cargo de la lucha antidroga, pero tras un aumento de los ataques de los senderistas fueron sustituidos por el Ejército. En el mayor ataque efectuado hasta ahora, en abril de 2008, un grupo de guerrilleros atacó un puesto militar cerca de Huanta y mató a 15 soldados.

Sendero utiliza minas caseras, granadas y modernas armas automáticas que compran con los ingresos por la venta de droga.Pese a que el revitalizado Sendero Luminoso asegura que es un movimiento político que sigue las enseñanzas de su fundador y líder Abimael Guzmán, condenado a cadena perpetua por terrorismo en una cárcel de máxima seguridad en Lima, los analistas dicen que los miembros que permanecen ahora en el grupo son meros hombres de negocios, que se han apoderado poco a poco de la producción y transporte de droga en una amplia zona de selva tropical entre los ríos Apurimac y Ene, una área remota, prácticamente inaccesible que se conoce como VRAE. "Esto es Sendero siguiendo el modelo de las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia]", dice Antezana.

Mientras tanto, los habitantes de estas tierras al borde de la selva conocen bien el impacto del comercio de drogas: el impulso económico en una zona duramente golpeada por la pobreza más abyecta. Los campesinos que cultivan coca se pueden permitir construir una casa, comprar una camioneta e incluso enviar a un hijo a la escuela en la ciudad. Eso nunca había sido posible cuando lo que cultivaban para vender eran naranjas o maíz.

Incluso los taxistas han salido beneficiados. Cientos de "toritos", mototaxis de tres ruedas importados de la India, llenan ahora las calles sin asfaltar de Huanta, Ayacucho y otras ciudades del sur de Perú.Los bancos también abren nuevas sucursales. En Ayacucho, en su día centro de la rebelión de Sendero Luminoso, hoy hay oficinas de Banco Weise, ScotiaBank, Banco Continental, Citibank, Banex, Banco Santander, Banco de la Nacion, BCP y Banco Comercio.

Los militantes de Sendero no sólo están bien financiados, sino bien conectados con el resto del mundo. Según Antezana, tienen acceso a internet en medio de la selva, y desde allí "controlan todas las rutas de la droga".

Carlos Bassombio, un analista con sede en Lima, asegura que el mayor problema de Perú no es la insurrección armada por parte de Sendero Luminoso, sino el creciente tráfico de drogas que hay en el país y la corrupción endémica que conlleva. Los policías que cobran sueldos bajos son fácilmente sobornados, y los campesinos y sus familias son fácilmente seducidos por los sueldos que pagan los traficantes.

Los hombres jóvenes, a veces pre adolescentes, que viven en la región de la plantación de coca y no tienen otras fuentes de ingresos, a menudo trabajan como "mochileros", llevando drogas a través de la selva y rutas montañosas hasta puntos de envíos trans oceánicos en Brasil o hasta la larga y despoblada costa de Perú. Sendero Luminoso también está recrutando a antiguos soldados, según Antezana, y les pagan 1.000 dólares (699 euros) al mes. Eso, comparado al salario medio en Perú de 150 dólares (105 euros).

Sendero tiene aproximadamente a 350 soldados irregulares en armas. En 2009 han asesinado a cincuenta oficiales de la Policía y el Ejército, pero parece que los peruanos prefieren mirar a otra parte. Comparado con el Sendero Luminoso de hace 15 años, cuando grandes partes del territorio estaban bajo su control y atacaban con bombas y armas de fuego en pleno corazón de Lima, la amenaza actual se considera menor.

Un tercio de los residentes de Huanta están ligados de una forma u otra, directa o indirectamente, al mercado del narcotráfico. Las áreas de familias ricas envían a sus hijos a estudiar a Lima o al extranjero (a los países latinoamericanos del entorno, Estados Unidos o Europa).

Pepe, el dueño de una tienda de informática en Huanta que prefiere no dar su apellido, debería ser -en principio- uno de los que han obtenido beneficios del auge de la droga en la zona, pero él asegura que no es así. Dice que vende la mayor parte de sus productos a escuelas y empresas locales. "Las personas involucradas en el narcotráfico no compran mucho aquí. Se construyen sus grandes casonas y compran sus nuevos coches en Lima. Compran marcas extranjeras, productos completamente nuevos. De vez en cuando, alguno de los narcotraficantes compran un ordenador", asegura Pepe.

La explosión económica de la región resulta obvia. Lo que no está tan claro es el efecto que provocará este negocio en Perú y su gente a largo plazo."El narcotráfico actual está generando formas extremas de violencia social y criminal y está afectando cada vez más a la seguridad de la sociedad y del Estado peruano", dice Antezana, que añade que además se está comenzando a desarrollar un mercado negro de armas en la zona.

John Youle, un estadounidense que ha vivido en Perú durante muchos años y publica un popular boletín de noticias políticas y económicas, cree que Perú no está lejos de convertirse en otro México en términos de violencia que emana del tráfico de drogas. "La violencia está aumentando y podría empeorar", asegura.

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