Marisa Montiel.
Madrid, 23 nov.- Fue un discurso, el de su ingreso en la Real Academia, ameno e ilustrativo, que provocó risas en una audiencia tan selecta como circunspecta, un discurso en el que José Luis Borau habló de cine y de palabras, dos asuntos que dominaba, y en el que no faltaron citas a Tarzán, a su inseparable Chita y a Bambi.
Sí, Bambi, el cervatillo que "por azares de la política" dio, en su opinión, "un vuelco guiñolesco para verse reducido a la triste condición de mote", en clara referencia a cómo, al parecer, se referían en algunos círculos de su partido, el PSOE, al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Borau llegaba a la RAE el 16 de noviembre de 2008, un domingo por la tarde, como es tradición en la casa, rodeado de muchos amigos, sobre todo del mundillo del cine -Gutiérrez Aragón, Iciar Bollaín...- y desde ese día hasta hoy ha ocupado el sillón "B", que antes, y no por casualidad, había ocupado otro grande del cine, el actor Fernando Fernán-Gómez.
El director de "Furtivos", uno de los títulos fundamentales de la cinematografía hispana, ingresó en la RAE con un discurso que, "por exigencias del guion" y porque así lo quiso él, hablaba de palabras, de cómo el cine ha influido e influye en el lenguaje del día a día.
Y es que, destacó, a nadie le gusta ser "el malo de la película" ni sentirse "solo ante el peligro", especialmente si no está cerca el "séptimo de caballería", expresiones tan cotidianas como cinematográficas.
"¿Quién -se preguntaba ese día Borau- puede pretender a estas alturas que sustituyamos 'play-back' por sonido pregrabado, 'flash-back' por salto atrás o analepsis, y que a un 'sheriff del Oeste' se le llame comisario?".
En su rastreo de la profunda huella que el cine ha dejado en la forma de hablar y de escribir de la gente, José Luis Borau quiso compartir con su audiencia una reflexión sobre el cine y sus poderosas imágenes.
Imágenes comunes "a millones de personas en todo el mundo", subrayó, y que pueden "trastocar -de hecho lo están haciendo ya- el camino tradicional de conocer y darse a entender" que el ser humano tenía, a su juicio, hasta hace poco.
"El Cine en nuestro lenguaje", que así tituló Borau su discurso para convertirse en académico de la lengua, sirvió al cineasta, guionista y escritor, para destacar que "ya no preocupa tanto la invasión de términos extranjeros", lo que explicaría que voces como "thriller", "play-back", "flash-back", "sheriff", "cameo", "gag", "ralenti" o "remake" sean difíciles de sustituir.
No conviene abusar, advertía Borau en los párrafos finales de su discurso, de frases de películas como "siempre nos quedará París" o "solo ante el peligro", ni hay que confundir, por mucha importancia que tenga el cine, "decir algo con retintín" con "decirlo con Rin-Tin-Tin".
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