Una temporada lejos de la normalidad

El Camino de Santiago más duro... y vacío con solo un tercio de peregrinos

Supone 11% del PIB de la capital gallega y los 347.538 visitantes de 2019 dejaron 350 millones de euros en las comunidades españolas que atraviesan las rutas jacobeas. Este año no se llegará a los 100 millones.

El Camino de Santiago en este año 2020 está siendo especialmente duro para el sector turístico.
El Camino de Santiago en este año 2020 está siendo especialmente duro para el sector turístico.
EP

Este jueves 20 de agosto, 630 peregrinos llegaron a la plaza del Obradoiro y adquirieron la ‘compostela’ tras recorrer alguna de las rutas jacobeas que desembocan en la catedral, principalmente el camino francés, que comienza en Roncesvalles (Navarra). Tras varios días de lluvia continua, por fin salió el sol en la capital gallega y a media mañana decenas de peregrinos descansaban en la plaza junto a sus mochilas y contemplaban las imponentes torres de la catedral. Para el neófito, podría dar la impresión de que aquello bullía de gente. Sin embargo, en el año de la Covid-19, el Camino también se ha parado y pocas personas lo andan. Hace justo un año serían no menos de 2.000 los peregrinos que acababan la ruta cada día de agosto, un 66% más que este año. "Hoy no hay casi nadie. La plaza está vacía para lo que suele ser habitual", reconocía un vecino de la ciudad.

Un dato significativo: el pasado año 3.000 peregrinos llegaron a Santiago en su día grande, el 25 de julio. Este año apenas fueron 500. "Una ruina", aseguran desde la Asociación Hostelería de Compostela, que cifra entre el 22% y el 28% la ocupación hotelera cuando en 2019 por estas fechas era del 76%. El Camino supone el 11% del PIB de Santiago de Compostela y este año de 2020 llegarán, hasta finales de agosto, apenas 36.000 peregrinos cuando en las mismas fechas del 2019 fueron 253.830 según las cifras oficiales de la Oficina del Peregrino. El pasado año, en su totalidad llegaron a la ciudad compostelana 347.538 peregrinos. En 2020 la cifra apenas superará los 100.000 y de ellos del 80% serán nacionales cuando antes no llegaban al 50%.

Por primera vez en once siglos, el Camino de Santiago se vació el pasado 13 de marzo sin sentir los pasos de ningún caminante. La Covid-19 había conseguido algo que ni las dos guerras mundiales ni la Guerra Civil española habían logrado: vaciar el Camino de peregrinos procedentes de todas las partes del mundo. Las autoridades siguen con la mente en el próximo Año Santo, confiando en que el impacto del virus para entonces haya quedado en un mal recuerdo y se pueda volver al Camino con relativa normalidad y recuperar al menos el 50% de una cifra que para 2021 se estimaba cercana al medio millón de peregrinos. Sobre todo, después de que de los 400.000 esperados para este año apenas llegara a alcanzarse, y a duras penas, el 25% una vez que la ruta xacobea se reabriera el pasado 1 de julio. 

El Camino ha comenzado a andar a paso muy lento desde su reapertura. Luis Gutiérrez, presidente de la Confederación de Amigos del Camino de Santiago, advierte que "el impacto será brutal" para quienes viven del Casmino. "En Santiago, los beneficios del Camino suponen más del 10% del PIB de la ciudad porque el desarrollo de la ciudad gira alrededor del comercio y la hostelería impulsado por los peregrinos". Hay que tener en cuenta que según los estudios de diferentes asociaciones, cada peregrino se gasta una media de 1.000 euros en ‘su camino’. El impacto económico del Camino de Santiago en las Comunidades que atraviesa fue pues de 350 millones de euros en 2019 y en el presente 2020 no llegará a los 100 millones. 

Renata es alemana, de Friburgo, y descansaba este jueves en la plaza del Obradoiro, "orgullosa, pero con los pies molidos", con su compostela en la mano tras haber completado los 705 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago. "Tenía el viaje planificado desde hacía meses y no me lo quise perder pese a la Covid-19", cuenta. "Cuando estábamos confinados pensé que sería irrealizable mi sueño, pero cuando se reabrió el camino en julio dije: allá que voy". Esta joven alemana de 30 años confiesa que antes de partir "me hice la prueba PCR y al dar negativo me puse en marcha". Explica que "no había mucha gente en la ruta y eran casi todos españoles" y aplaude "la perfecta higiene y medidas de seguridad que hay a lo largo del camino, en los albergues" -apenas están abiertos el 30% del total y con plazas limitadas-, "pero se nota que no es un año normal", termina. 

En las CCAA vinculadas al Camino, en las asociaciones del mismo o en el gremio hostelero se reconoce además que los brotes del coronavirus en Navarra, en la Mariña lucense o en los últimos días en A Coruña, "han producido cancelaciones de reservas". Incluso, denuncian actos de irresposabilidad como el de la madrileña de 53 años que comenzó el Camino hace unos días junto a un grupo de casi una veintena de personas. Enseguida comenzó a notar malestar y síntomas como fiebre y tos, señales de un posible contagio de coronavirus. Ante ello visitó un centro sanitario y se le practicó una PCR, que finalmente resultó positiva. Sin embargo, la mujer no respetó el aislamiento obligatorio y siguió en ruta y cuando el positivo le fue comunicado ya se encontraba en Arzúa (A Coruña), apenas a 38 kilómetros de Santiago, donde tendrá que pasar la cuarentena. 

Ahora hay en la localidad ocho positivos en un brote vinculado a esta peregrina. "Tenemos que ser responsables porque con este tipo de actitudes nos ‘cargamos’ el Camino", dicen desde la Asociación de Amigos del Camino, "cuando este es muy seguro y el esfuerzo que está realizando todo el mundo para que así sea es tremendo"."Hay abierto un albergue cada 15 o 20 kilómetros del Camino, desde Roncesvalles a Santiago. Todos ellos con los protocolos necesarios y exigidos. Hay sábanas desechables, distancia entre literas y camas... Donde antes dormían viente personas ahora duermen ocho, ya que se ha tenido que reducir la capacidad. El calzado deben ponerlo los peregrinos en bolsas, la mochila también. Para dormir tienen que hacerlo en saco de dormir y tienen que tener siempre la mascarilla puesta en todo momento, por supuesto", explica Gutiérrez... 

La regente del Hotel Pazos de Alba, situado apenas de 400 metros de la catedral de Santiago lo deja muy claro: "Estamos a un 25-30% de ocupación, y eso que hay muchos hoteles, pensiones y hostales cerrados, cuando otros años por estas fechas estamos llenos o rozando el lleno. No hay peregrinos ni turistas y así nosotros morimos". Sara Santos, presidenta de Hostelería de Compostela, es dueña, precisamente, de uno de los establecimientos de hotelería que no ha podido abrir. "Las cifras de ocupación se sitúan en torno al 25% y muchos establecimientos, como el mío, no son viables con esa ocupación y tenemos que cerrar. Más del 30 % de los establecimientos hoteleros están cerrados. Tienes que cubrir una serie de gastos de personal y las escasas reservas que tenemos no dan para pagarlos", sentencia. 

Otro tanto ocurre en los restaurantes santiagueses, sobre todo en los situados alrededor de la plaza del Obradoiro. "Antes se doblaban mesas todos los días de julio y agosto, ahora hay siempre sitio. De dar dos centenares de comidas y cenas diarias hemos pasado a solo 40, 50 o 60 entre mañana y tarde", dice un camarero de Casa Camilo, a 100 metros de la catedral. 

En el albergue Vía Láctea, de Arzúa (A Coruña), donde como en todos los de la ruta Jacobea tienen que usar sábanas desechables con una distancia mínima entre literas de 2 metros, están durmiendo entre cinco y diez peregrinos cada día cuando el año pasado, a estas alturas, lo hacían unos 120. Además, cuenta su dueño, Borja, "hay negocios que han hecho fuertes inversiones pensando, precisamente, que en el Año Santo, el 2021, se iban a batir todos los récords habidos y por haber en el Camino y nos íbamos a acercar al medio millón de peregrinos, pero si no aparece pronto una vacuna, esto puede ser una ruina para muchos".

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