Canadá respira tranquila tras la exigua victoria de soberanistas de Québec

  • Canadá respiró hoy un poco más tranquila y satisfecha tras la exigua victoria del soberanista Partido Quebequés en las elecciones legislativas celebradas el martes en Québec, lo que parece alejar un nuevo referéndum independentista.

Julio César Rivas

Toronto (Canadá), 5 sep.- Canadá respiró hoy un poco más tranquila y satisfecha tras la exigua victoria del soberanista Partido Quebequés en las elecciones legislativas celebradas el martes en Québec, lo que parece alejar un nuevo referéndum independentista.

El principal periódico anglófono de Québec, "Montreal Gazette", dijo hoy en su editorial que "afortunadamente, se evitó el peor resultado posible" y que la mayoría de los votantes eligieron "un cambio en el Gobierno pero también una mayoría votó contra el PQ".

Los resultados finales de las elecciones dados a conocer hoy por la Dirección General de Elecciones de Québec son incluso más esclarecedores que los conocidos cuando el PQ fue declarado vencedor en la noche del martes.

Con el 100% de las urnas escrutadas, la diferencia del voto popular entre el PQ de Pauline Marois y el federalista Partido Liberal de Québec (PLQ) es de sólo 7 décimas porcentuales: 31,9 % frente a un 31,2 %.

Con estos porcentajes, el PQ tendrá 54 de los 125 diputados en el parlamento provincial de Québec, la llamada Asamblea Nacional, mientras que el PLQ, en el gobierno desde 2003, se conformará con 50.

El resto de los escaños se repartirán entre Coalition Avenir Québec (CAQ), un partido nacionalista conservador, que tendrá 19 diputados, y la formación de independentistas de izquierdas Solidaire Québec, con 2 diputados.

El resultado final se encuentra muy lejos de lo que habían anticipado las encuestas poco antes de la celebración de las elecciones: el desplome del PLQ y una cómoda mayoría del PQ.

A pesar de la escasa distancia entre el PQ y el PLQ, Marois se convertirá en la primera mujer en la historia de Québec al frente del ejecutivo provincial ya que la tradición electoral canadiense excluye coaliciones de gobierno y garantiza que el partido con más diputados es el encargado de formar el Gobierno.

Pero la vida del ejecutivo del PQ puede ser corta ya que a falta de nueve diputados para controlar la Asamblea Nacional, Marois puede ser derrotada en cualquier momento por una moción de censura que precipitaría a unas nuevas elecciones provinciales como apuntó hoy el periódico "Le Devoir".

La dificultad con las que Marois se va a encontrar en los próximos meses para sacar adelante su programa de gobierno, incluido el avance del sentimiento separatista entre el electorado, ha sido destacado hoy por muchos analistas políticos del país.

Pero las dificultades no sólo son para Marois y los soberanistas quebequeses.

Como señaló hoy en su editorial el principal periódico del país, "The Globe and Mail", la victoria del PQ coloca en una difícil posición al primer ministro canadiense, el conservador Stephen Harper, quizás el político menos popular en Québec.

El periódico destacó que la exigua victoria del PQ es prueba de que los quebequeses no están interesados en la independencia, como en 1980 ó 1995 cuando la provincia celebró dos referendos independentistas bajo gobiernos del PQ, sino en el cambio.

"Pero al elegir un gobierno minoritario encabezado por Pauline Marois, los quebequeses han terminado de hecho con la moderación que ha caracterizado las relaciones entre Québec y las otras partes de Canadá", dijo el rotativo en referencia a los nueve años de Gobierno del PLQ.

El problema para Harper es que en las elecciones generales de 2011 la inmensa mayoría de los quebequeses rechazó a su Partido Conservador.

En esa elección, la provincia francófona sólo eligió 5 diputados conservadores. El socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (NPD), el principal partido de la oposición en Ottawa, se hizo con 59 escaños, el Partido Liberal con 7 y el Bloque Quebequés con 4.

En este panorama, uno de los principales comentaristas políticos de Canadá, John Ibbitson, dijo hoy que si Harper juega bien sus cartas, el primer ministro canadiense puede apagar la llama independentista como nadie lo ha hecho desde hace más de 50 años.

Pero Harper, elegido fundamentalmente por los canadienses del oeste del país, también se arriesga a "provocar una rebelión separatista" si se muestra arrogante e insensible a las particularidades de los quebequeses.

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