Comercios, al límite por la Covid

Cataluña cierra: "Contraté personal en Navidad y ahora me comeré los ERTE"

La nueva normativa de la Generalitat se aplicará desde el 7 de enero durante 10 días y que afectará a comercios de más de 400 metros cuadrados, que deberán cerrar todos los días de la semana.

Un hombre camina por la calle frente a una cafetería en Barcelona, Catalunya (España), a 16 de noviembre de 2020. El turismo internacional se desplomó este verano debido como consecuencia del coronavirus. Además, el pasado 15 de octubre el Govern de la Generalitat decretó el cierre de bares y restaurantes y la limitación del aforo de los comercios, medidas que estarán vigentes, como mínimo, hasta el próximo 23 de noviembre y que han hecho que muchos hoteles de Barcelona sufran de nuevo cancelaciones y que incluso algunos hayan vuelto a cerrar durante esta segunda ola de la pandemia. 16 NOVIEMBRE 2020;TURISMO;BARCELONA;CATALUÑA;ECONOMÍA;FINANZAS;MIRADORES;TIEMPO LIBRE;INVERSIONES;CORONAVIRUS;HOSTELERÍA David Zorrakino / Europa Press (Foto de ARCHIVO) 16/11/2020
Cataluña cierra: “Contraté personal en Navidad y ahora me comeré los ERTE”.
Europa Press

“Negro” es lo que responden los comerciantes en Cataluña cuando se les pregunta por el futuro. Ya no pueden más: las restricciones de aforo y el confinamiento han ido mermando sus ingresos generando ERTE, excedentes de 'stock' y una larga incertidumbre que se acrecienta por la desconfianza en la Generalitat. En el caso de los centros comerciales, esa desconfianza está marcada por el cierre de seis semanas fundamentales para sus ingresos, que afectó de lleno a la campaña del ‘Black Friday’, las rebajas, y que ahora supone la ‘puntilla’ final al dinamitar parte de las compras de Navidad tras una temporada abiertos. 

Algunos establecimientos, como en Nuria Roig, situado al lado del centro comercial L’Illa Diagonal, han tenido que modificar su estrategia: “Hemos tenido que hacer unos descuentos especiales desde hace días por el 'stock'. Es la primera vez que estamos en rebaja fuerte antes de reyes”, comenta su gerente. Puntualiza que tienen diferentes tiendas ‘outlet’ en ‘zona alta’, y que siempre han vendido mucho. Ahora, con los nuevos hábitos de la pandemia, el teletrabajo genera menos afluencia en la calle y el cliente se mueve solo los fines de semana. Con las nuevas restricciones se quedarán sin maniobra de actuación. “El sábado es cuando la gente puede consumir, y ahora no podrán. Estamos en una zona empresarial, llena de edificios de oficinas, tampoco contamos con esos clientes”, explica resignada la propietaria. 

Además, el cierre del centro comercial L’Illa Diagonal les supondrá la pérdida total de esos clientes de “rebote” que también compran en los alrededores de los grandes complejos comerciales. Las restricciones se convierten para ellos en un cerco que se va estrechando cuando parecía que no podía estrecharse más. No se creen que las medidas duren 10 días. Ese es el tiempo que ayer estimó el Govern para contener la pandemia en Cataluña tras anunciar las nuevas restricciones. Una nueva normativa que se aplicará desde el 7 de enero durante 10 días y que afectará a comercios de más de 400 metros cuadrados, que deberán permanecer cerrados todos los días de la semana, y a la movilidad, porque se vuelve a aplicar el confinamiento perimetral en todos los municipios a excepción motivos médicos, laborales, escolares o de atención a la dependencia. 

Será obligatorio que el comercio no esencial cierre también el fin de semana y solo podrán abrir aquellos esenciales. Por otra parte, solo se permiten las actividades al aire libre por lo que los gimnasios deberán permanecer cerrados. Unas medidas drásticas que son fruto de los últimos datos desalentadores recogidos en Cataluña este lunes: 1.319 nuevos contagios, 32 muertes, un aumento del riesgo de rebrote hasta 500 puntos, una mayor velocidad de transmisión y una presión hospitalaria creciente. El Govern prevé rebajar así la curva del virus  pero los comerciantes creen que es otra emboscada. En tiendas como Jotta, dedicada a la ropa deportiva y situada en el centro comercial L’Illa Diagonal, explican que es “iluso” pensar que ese tiempo se vaya a cumplir. 

Auguran que es demasiada molestia para tan poco tiempo y temen que el cierre acabe cansando aún más al consumidor: “La gente ha comprado regalos de Navidad y querrá hacer cambios. Con el cierre esos cambios no se van a poder dar”, explica su responsable. Por otra parte, desde la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales (AECC) insisten en el agravio comparativo que supone discriminar a los comerciantes por su ubicación y hacen hincapié en que se deben respetar los 10 días porque “se está poniendo en riesgo la continuidad de empleos y la actividad económica ligados al comercio”, explica Eduardo Ceballos, su presidente.

Casi en el extremo de Barcelona, el centro comercial Splau, situado en Cornellá, también tiembla con las nuevas medidas. En sus pasillos, al frente de la tienda de Tezenis, una mujer italiana de 37 años acaba de contratar a cinco trabajadores de refuerzo para la campaña de Navidad. Empleados que se suman a los 8 que ya tenía en plantilla, y que va a tener que enviar al ERTE por el cierre del centro comercial. “Les había incorporado con fin de contrato el 30 de enero. Ahora me tengo que comer todos los ERTE”, explica enfadada. No puede más. Calcula que con el cierre de los meses más fuertes de ventas (noviembre, diciembre y enero), su tienda ha perdido 560.000 euros, ya que el año pasado ingresó más de un millón. 

Tras los nuevos confinamietos, esta empresaria tendrá que pagar más seguridad social y compensar las pérdidas, algo que, desde que llegó a España hace diez años nunca le había pasado: “Es una vergüenza. Volveré a abrir en temporada baja, a hacer más horas, y a pagar una deuda. He tenido que pedir un crédito, antes de la pandemia esto era una empresa sana, ahora ya no”, se lamenta. “Soy una pequeña empresaria, no soy Inditex”, concluye antes de colgar el teléfono.

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