El polvorín de Cataluña fuerza a Sánchez a una alianza de alta tensión con ERC

junqueras sanchez abascal
junqueras sanchez abascal

El escenario político y social que ha removido Cataluña en las últimas semanas, bajo la sombra de la negociación entre PSOE y ERC para garantizar la investidura de Pedro Sánchez, ha acumulado una tensión que puede desbordar la situación en cualquier momento por donde menos se espera. En La Moncloa ya sufrieron lo suyo con los PGE de 2019 y por eso ahora están siendo cautos con una negociación encarrilada y a la que solo falta ponerle la guinda. Tras un congreso de los socialistas catalanes que levantó ampollas en algunas baronías y el contundente mensaje independentista de ERC en su congreso nacional de este sábado, aupado por la sentencia que reconoce la inmunidad de Oriol Junqueras como eurodiputado, el nacionalismo sale reforzado entre la población catalana. Más si cabe con Ciudadanos en plena crisis de identidad. Este es el escenario en el que Sánchez se ve obligado a negociar su plan con los independentistas. Un auténtico polvorín.

Desde el Gobierno socialista se ha tenido el máximo cuidado para reaccionar a las reclamaciones de ERC sobre la inmunidad de su líder. El comunicado de Moncloa del jueves es un gesto inédito, ya que no hay precedentes de un Ejecutivo central posicionándose ante una resolución judicial que no le afecta directamente. El compromiso no pasa más que por atender a lo que la Abogacía del Estado plantee al respecto pero con extremo cuidado para no violentar una situación que puede irse al traste en el más mínimo detalle. El tren está encauzado pero el desacarrilamiento es posible en cualquier momento. Nadie olvida el fracaso de Pedralbes.

El dictamen que el Tribunal Supremo pondrá sobre la mesa cuanto antes hará valer la sentencia firme que pesa sobre Junqueras y dejará sin efecto todas las exigencias de su partido para liberarlo, una situación que, por más previsible que sea incluso en las filas de ERC, puede causar un tremendo malestar al separatismo. Sobre la mesa también está un escenario contemplado tanto por independentistas como por constitucionalistas: la salida de Junqueras de prisión con algún tipo de beneficio penitenciario de la Generalitat a principios del año que viene. Ya está buscando trabajo para acogerse a la 'vía Oriol Pujol'.

El entuerto catalán se ve además azuzado por Carles Puigdemont y su lugarteniente Toni Comín. El viernes entraban en el Parlamento Europeo, como debía haber hecho Junqueras, en lo que supone todo un aviso para lo que se avecina. El líder prófugo va a dar la batalla, tanto en Cataluña como en Bruselas, y eso está complicando el escenario de la investidura. El expresident tiene también en su mano apretar el botón rojo y convocar en cualquier momento unas elecciones autonómicas anticipadas que embarrarían aún más el terreno de juego. Y ahí se encuentra el dilema en ERC: ¿Pactar con el PSOE o competir en dureza con JxCAT? Esa es la tesitura que recorre estos días las filas republicanas.

En ERC hay dos almas perfectamente visibles, siempre toleradas por Junqueras desde la prisión de Lledoners. Una liderada por Pere Aragonès, más pragmática y que no ha elevado el tono más allá de lo previsible. Y otra encarnada en las figuras de Roger Torrent y Marta Vilalta. Fue este segundo 'clan' quien escenificó públicamente que las conversaciones con el PSOE se metían en el congelador hasta que la Abogacía no se pronunciara sobre Junqueras. Es un pulso latente en la formación pero que Junqueras desde el centro penitenciario está inclinando del lado de los posibilistas: "Anclados a la mesa de negociación", ha transmitido a Gabriel Rufián, su correa de transmisión con Sánchez y Adriana Lastra. Y todo parece encarrilado para que el acuerdo pueda anunciarse en apenas unos días.

Con ese malestar entre las filas más radicales de ERC, los negociadores socialistas tendrán que calcular de forma precisa las concesiones que pueden hacer al independentismo de izquierdas catalán. Hay varias cuestiones de las que se está hablando: subir impuestos a quienes más tienen, elevar el SMI, acometer las inversiones prometidas y no realizadas, y hasta una derogación de la reforma laboral a nivel nacional. Quieren convencerles por la vía de los hechos. Serían siempre concesiones pactadas conjuntamente con los socios de Gobierno de Unidas Podemos y que, en su justa medida y dentro de la Constitución, puede abrazar también el socialismo catalán de Iceta y su apuesta por la negociación bilateral y en exclusiva entre Govern y Estado. Habrá, por tanto, un compromiso expreso de Sánchez para activar una mesa de contactos.  

Mientras tanto la sociedad catalana sigue en ebullición. Sánchez quiso bajar el 'souffle' cuando llegó a La Moncloa, promoviendo Pedralbes y un diálogo de tú a tú con Torra. Pero la consecuencia ha sido la contraria y en Cataluña se ha disparado la radicalidad. Quedó demostrado durante las jornadas posteriores a la sentencia del 1-O y ahora el voto independentista, lejos de bajar, ha vuelto a remontar. El CIS del pasado viernes lo dejaba meridianamente claro. ¿Dónde se ha ido el voto constitucionalista de Cs, que fue quien ganó las elecciones? Es la pregunta del millón en la política catalana.

La legislatura de Sánchez e Iglesias tendrá una prueba con Cataluña. No les va a resultar sencillo rebajar la tensión acumulada. Incluso a pesar de la ausencia de incidentes graves en el Clásico y el control que en todo momento se hizo de Tsunami Democràtic. ERC ha puesto sobre la mesa un mensaje radical (referéndum sí o sí) y eso va a condicionar su pacto con el presidente en funciones. Mientras Puigdemont airea su acreditación de eurodiputado, junto a Comin, en todas las pantallas de televisión europeas. El soberanismo está crecido y Moncloa no debe olvidar que son unos socios que ya les fallaron en los Presupuestos de 2019.

Referéndum sí o sí

La incógnita que se presenta para el futuro Gobierno de coalición es hasta dónde se puede llegar en las conversaciones con ERC, cuya ponencia principal en el Congreso reclamaba por activa y por pasiva esa consulta en Cataluña que refleje el nuevo equilibrio de poderes en la comunidad. La autodeterminación planea en todos los mensajes y eso va a ser difícil de conjugar para el PSOE, también de puertas para adentro. Algunos barones ya preparan un posicionamiento duro en el próximo Comité Federal.

Pero, a sabiendas de que en la Constitución no se contempla la opción del referéndum, la vía posibilista de ir rascando hitos de soberanía al Gobierno central de Madrid, al más puro estilo del PNV, puede ser un camino que los negociadores catalanes no están desdeñando. Saben que están ante una oportunidad histórica y Junqueras la quiere aprovechar. Va ser, sin duda, la legislatura de Cataluña.

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