Hablan los vecinos de El Prat

Un día en La Ricarda: "Queremos más economía sin que acaben con la laguna"

Gran parte de los ciudadanos de las zonas cercanas a la reserva natural donde se construiría la ampliación del aeropuerto de Barcelona abogan por buscar alternativas a los planes de Aena para extender las pistas.

Un día en La Ricarda: "Queremos más economía sin que acaben con la laguna"
Un día en La Ricarda: "Queremos más economía sin que acaben con la laguna"
Jesús Travieso

Bañarse en la playa de El Prat es convivir con más de 80 decibelios cada 10 minutos. Si algo define a esta zona de ocio natural del Baix Llobregat es la cercanía que existe entre la zona de despegue del aeropuerto barcelonés y los terrenos para hacer deporte, pasear o simplemente pasar un día en la arena frente al mar. Es en ese punto donde se encuentra La Ricarda, la reserva natural protagonista de la polémica por la ampliación de las pistas de la infraestructura aérea que se lleva discutiendo desde hace más de una década. El último capítulo de esta historia es la suspensión del proyecto por decisión del Gobierno central al no llegar a un acuerdo con el Govern catalán. Lo que ha vuelto a inquietar a un entorno que lleva años pendiente de qué ocurrirá con uno de los brazos del Delta del Llobregat. La mayoría de los vecinos quieren que su pueblo prospere. Pero sin que se lleven por delante un humedal que consideran imprescindible. Lo que no tienen claro es que el conflicto vaya a tomarse ese descanso de cinco años que se prevé.

El ambiente es festivo en el pueblo de El Prat y en la zona de La Ricarda, que se encuentra en medio de dos playas y del segundo aeropuerto con más actividad del Estado. La noticia de que la ampliación de las pistas se ha suspendido por el momento llegó días antes del fin de semana de la Diada, la gran fiesta de Cataluña. Aun así, los ciudadanos están al tanto de lo que ha ocurrido, como han contado varios de ellos a La Información. Y muchos de ellos aprovecharon para acudir a ese espacio en esos días que tenían libres, como relatan a este medio. Lo que no hay entre ellos es unanimidad. La inmensa mayoría tiene claro que hay que preservar la laguna y la biodiversidad que existe en esa zona. Incluso aunque esta esté dentro de una finca privada a la que no pueden acceder si no disponen de un permiso de la sociedad que lo gestiona.

“Es una de las zonas a las que voy mucho con mi familia. Es nuestro y lo queremos siempre. Pero aun así tengo dudas”, explica Javier Ortiz, un autónomo propietario de una ferretería en el municipio. Este pratense se alegró mucho cuando escuchó la inyección económica que supondría la ampliación de las pistas y la creación de ese 'hub' internacional. “Crearía miles de puestos de trabajo y haría crecer al pueblo. Y eso nos viene muy bien a los que estamos en el comercio minorista”, señala. Pero no se imagina el fin de ese entorno natural. “No quiero pasar por ver eso. Hay que buscar una solución intermedia para mantenerlo y que podamos tener más economía”, insiste Ortiz.

Un día en La Ricarda: "Queremos más economía sin que acaben con la laguna"
Un día en La Ricarda: "Queremos más economía sin que acaben con la laguna"

Jesús Travieso

Una opinión similar es la de Francisco, uno de los miles de españoles que emigraron hace cuatro décadas a Cataluña para trabajar y que finalmente formaron una familia allí. Para él, tiene que haber una solución “en la que no acaben con La Ricarda”. “Claro que quiero que haya más dinero en el pueblo, y ampliar el aeropuerto lo facilitaría. Pero no quiero ver el fin de la laguna. Es algo de lo que todos estamos orgullosos”, sostiene este jubilado. Un parecer que comparten decenas de habitantes de El Prat que paseaban por sus calles o por el humedal durante el viernes y el sábado pasados. Una zona vallada con una vegetación inmensa y una laguna que se ve a lo lejos desde el mirador situado junto al club náutico.

"Los pájaros no nos dan de comer"

Aun más contundente para defender la ampliación es Raúl Fernández, que llegó desde Galicia a finales de los 60 al Baix Llobregat. “Quiero que lo amplíen. ¿Sabe la cantidad de trabajo que traería eso al pueblo? ¿Por qué Madrid tiene un aeropuerto tan grande, que lo van a ampliar más, y nosotros no?”, señala este vecino. No ve prioritario mantener la laguna. “Los pájaros no nos dan de comer. Y seguro que se instalan en otra zona. La naturaleza es así”, asegura. Una reflexión que no es compartida por la gran mayoría del pueblo. Tampoco por su Ayuntamiento, que está totalmente en contra de cualquier reforma de las pistas que suponga construir en La Ricarda.

En los alrededores más cercanos a la laguna son también muy claros. Aunque en este caso, su postura es la de oponerse por completo a aumentar las zonas de tránsito y despegue en la reserva natural. Incluso hay pancartas en farolas o chiringuitos de la playa que atestiguan esa posición. Es el caso de María, que acude a diario a pasear a su perro y a hacer deporte a un punto marcado por la vegetación y por ese ruido constante de aviones elevándose al cielo. “Sería una tragedia que esto se destruyera. Es algo que disfrutamos mucho en el Baix Llobregat. Es imposible ampliar el aeropuerto sin que se lo carguen”, asegura. Algo que comparte Xavier, que hace ciclismo por las carreteras de los alrededores. “Desde hace décadas sabían que iba a haber problemas para ampliar por la zona en la que estamos. No entiendo que vuelvan otra vez con esta historia”, señala.

Una de las zonas de La Ricarda, la reserva natural cercana al aeropuerto de El Prat
Una de las zonas de La Ricarda, la reserva natural cercana al aeropuerto de El Prat
Jesús Travieso

Joaquín es otro de los que llevan décadas pasando casi a diario por el entorno de La Ricarda. Su rechazo no solo se fundamenta en lo que pueda pasar con el humedal y su biodiversidad. Lo que ocurrió con la anterior ampliación que se inauguró en 2009 no le gustó. “Se llevaron por delante mucha zona de bosque y de naturaleza que disfrutábamos nosotros. No quiero que volvamos a pasar por algo así. Y sé que ahora sería incluso peor”, sostiene este jubilado. Una idea que recuerda a las que utiliza el consistorio de El Prat, gobernado por En Comú Podem junto al PSC. Según fuentes municipales, “las compensaciones por la obra acordada en 2007 aún no se han llevado a cabo. Y entonces ya se hizo mucho daño”, destacan.

El inmenso ruido de los aviones no cesa durante la tarde del viernes y la mañana del sábado en los puntos cercanos al humedal. Algo a lo que los vecinos que se ejercitan o disfrutan de la playa ya están acostumbrados, como explican a este medio. Al menos cada 10 minutos, un gigante de cualquier compañía aérea gira la curva que le da acceso a la recta en la que pone en marcha toda la potencia de sus motores para coger vuelo. La carretera está a apenas 300 metros de donde empiezan su travesía aérea. Las zonas verdes solo están separadas por 500 metros del asfalto del aeropuerto. Los miles de árboles de La Ricarda tiemblan a cada rato con los despegues. En la oficina de turismo, los guías admiten que en las últimas semanas han recibido más visitas. “Vienen diciendo que quieren verlo todo por si empiezan las obras y deja de existir”, aseguran.

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