En la jornada de reflexión

Cataluña, entre la abstención, el miedo y el hartazgo: "Me da cosa coger el virus"

La jornada electoral arranca con votantes convencidos ante las urnas, pero también con un gran número de ciudadanos que se quedarán en casa o apoyarán a un partido como reacción a un desgaste. 

Rambla de Barcelona
Cataluña, entre la abstención, el miedo y el hartazgo: “Me da cosa coger el virus".
Beatriz Jiménez

Calmada. Así ha transcurrido la jornada de reflexión en la ciudad condal. El paseo de la Rambla estaba lleno de viandantes y era común ver parejas mayores paseando durante la mañana sin un ritmo marcado. Remei y Francisco estaban entre la multitud. Son abuelos de varios nietos. Él desearía que estudiaran muchos idiomas, porque echa la vista atrás y ve un mundo demasiado globalizado como para "enrocarse sólo en el catalán". Son catalanistas, pero no votarán este domingo porque, aunque siempre han sido de izquierdas, las opciones de ahora no les definen. 

Como explica Remei, la pandemia tiene poco que ver, lo que les retiene a ir al colegio electoral es una dinámica política que no comparten: "Siempre había votado, pero en las elecciones anteriores no voté y en está tampoco lo haré. Los catalanes de pura cepa, con ambos apellidos de aquí, ya quedan contadísimos. Y esa diversidad es una riqueza. No tiene sentido cerrarse", afirma. Miran su familia, miran el mundo, y no comparten ciertos puntos. No entienden que en el colegio se pague más por dar inglés y luego no se imparta tanto castellano. "Nosotros somos padres y abuelos, y lo vemos distinto", detallan con una sonrisa en los ojos. Luego se giran y siguen su paseo. 

Bajando hacia el mar, pasan por delante del Liceo de Barcelona dos jóvenes de 19 años, Ana y Victoria. Ana no votará. "No quiero hacerlo por la gestión que han hecho de la pandemia y por no tener en cuenta la salud de la población", responde contundente. Mira a su amiga con intriga. Victoria sí votará, pero porque la empujan las circunstancias. Victoria está afiliada a ERC y tiene que acudir a las urnas como apoderada del partido, pero cree que se deberían haber aplazado las elecciones. No le hace ninguna gracia acudir: "No quiero ir porque no me gusta cómo está montado, me da cosa coger el virus. Si no podemos salir de casa, tampoco deberíamos salir a votar. Porque van a contagiar a toda la población", expone preocupada.

Por otro lado, varias personas entrevistadas por La Información han respondido que acudirán a las urnas para evitar que salga elegido el partido que aborrecen. O que votan con más ahínco porque les enfada pensar que la celebración de los comicios responde a una estrategia política. Ha habido denominaciones surgidas desde un hartazgo y cansancio notable. Depositar el voto para que no salga "la derechorra" o para quitar de su puesto a "las ratas amarillas" son comentarios recogidos en la Rambla.

La Rambla de Barcelona.
La Rambla de Barcelona, a pocas horas de que abran los colegios electorales.
Beatriz Jiménez

Pedro es uno de los que cree que todo obedece a un plan. Opina, como Ana y Victoria, que el 14-F tendría que haberse pospuesto. "Es lo lógico, como ha pasado en el País Vasco o en Galicia. Porque es un tema de salud", responde indignado delante del mar de la Barceloneta a las 19 horas de la tarde. "Se llevarán una sorpresa. Yo no iba a votar, pero no se saldrán con la suya", argumenta mirando a su mujer, que está al lado afirmando con la cabeza todo lo que dice su marido. "Las han programado para un mejor resultado y para penalizar el independentismo. Pues precisamente vamos a ir a votar por eso, porque el independentismo es mayoritario aquí", concluye.

Como Pedro, Cristina, de 35 años, tampoco hubiese votado de primeras. Pero hay demasiadas cosas que la empujan: "No hay transparencia con los impuestos, hay mucha delincuencia en Barcelona, no se tiene acceso al trabajo, a las ayudas ahora con la Covid... Pero votaré a los animalistas, porque es en la única causa que creo", detalla hastiada. Las olas de la playa de Barcelona rompen con fuerza y se ha levantado el viento. Finalizada la jornada de reflexión, empieza el movimiento. Están todas las cartas echadas.

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