Su aportación no es definitiva

La 'maldición de Rivera' deja a Cs como partido irrelevante también en Cataluña

Los treinta escaños perdidos este domingo, tras la debacle en las elecciones generales, son el suelo para el partido de Inés Arrimadas que no va a servir para formar mayorías ni en Madrid ni en Barcelona.

El candidato a la presidencia de la Generalitat por Ciudadanos Carlos Carrizosa y la presidenta del partido Inés Arrimadas comparecen para valorar los resultados electorales.
La 'maldición de Rivera' deja a Cs como partido irrelevante también en Cataluña.
EFE

Después de ser el partido más votado hace cuatro años en su tierra, de la mano de su exsecretario general Albert Rivera y con Inés Arrimadas de candidata, Ciudadanos se conformaba en esta ocasión con ser una aportación lo más decisiva posible al bloque de partidos constitucionalistas para frenar al independentismo por segunda vez. Pero no ha podido ser. El varapalo sufrido en noviembre del 2019 en las generales, tras la negativa a priori de Rivera a pactar con el PSOE y su salida del partido a una vida mejor, ha supuesto una maldición para la formación naranja, que con diez escaños en Madrid (de los 57 que tuvo) y los seis que ha sacado en Cataluña (tras perder 30 sillones) le han convertido en un partido irrelevante para cualquier mayoría tanto en Madrid como en Cataluña. 

Los flirteos con el PSOE para sacar adelante los Presupuestos del Estado a finales del año pasado quedaron en nada cuando desde la parte de Unidas Podemos del Gobierno se marcaron una mayoría suficiente con ERC que les cerraba el paso a hacer de bisagra y les levantaba de la mesa de negociaciones. De la misma manera, si hace cuatro años lideraban un bloque de 65 escaños de partidos constitucionalistas en Cataluña, el hundimiento de este domingo, unido a la caída del PP, dejan esa cuenta en 53, contando con que 11 son de Vox, muy por debajo de la mayoría absoluta que pueden tener los independentistas si unen todas sus fuerzas. 

Pendientes de la reunión de la ejecutiva nacional del partido convocada para este martes, ante la debacle que anunciaban los primeros resultados del escrutinio, tanto Carlos Carrizosa como Inés Arrimadas se limitaban en la noche electoral a seguir adelante con su trabajo de defensa del constitucionalismo frente a los separatistas, tras reconocer que no han sabido hacer esta vez que salgan a votar casi la mitad de los catalanes, algo que sí lograron en 2017. Aún así, fuentes cercanas a la formación ya habían advertido que en esta ocasión,los votantes iban a pasar la factura al partido por no lanzarse a formar Gobierno en aquel momento, cuando fueron la fuerza más votada, por miedo a perder la batalla frente al soberanismo y el impacto que ello tendría en sus aspiraciones a nivel nacional.

El golpe encajado en la comunidad autónoma en la que nacieron en el año 2006 y desde la que llegaron a ser alternativa de Gobierno y de primer partido de la oposición, ha sido especialmente duro para los de Arrimadas, cuyo liderazgo ha supuesto la salida del partido de gran parte de los fundadores de la formación cuando Albert Rivera estaba al frente. Tras reinventar el partido al quedarse en la tercera parte de lo que eran en Madrid, Ciudadanos deberá pasar ahora por la misma penitencia que el PP y se verá obligado a recomponer sus bases en Cataluña si quiere ser alguna vez alternativa a nivel nacional. 

Recomponer la estructura territorial

Al igual que en el caso de los populares, esta no es la primera vez que el partido naranja pierde frente al nacionalismo regional. Ya en las pasadas elecciones de Galicia se quedaron sin representación en el Parlamento regional, y su coalición con los de Casado en el País Vasco redujo los 9 escaños que tenían los populares a 6, ahora compartidos. La caída en su propia autonomía de una forma tan desastrosa y dando vida a la extrema derecha de Vox, que se ha hecho con 11 votos 'robados' directamente de los 30 que Cs se ha dejado, les debilita en lo que es su línea de flotación frente al independentismo a nivel nacional. 

Esa pérdida de peso en Cataluña, añadida su debilidad nacional, deja a Ciudadanos con los gobiernos de Madrid y Andalucía, compartidos con el PP y con el apoyo de Vox, como la base sobre la que conformar una nueva estrategia que refuerce su estructura territorial y les permita crecer. A pesar de la debacle que también ha sufrido el PP este 14-F, en ese despliegue territorial lleva ventaja a los naranjas y les mantiene a distancia de ser una alternativa como líderes de la oposición, como ocurrió en la última etapa de Rivera... antes de la maldición. 

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