Caza, negocios en Burundi, viaje a Asia... Las causas del despido del CEO de Holcim

  • La cementera echó en 2013 a su primer ejecutivo por usar sus fincas para cacerías, viajar a Francia en coche de empresa y vender vehículos en Burundi
Vincent Lefevre, exCEO de Holcim
Vincent Lefevre, exCEO de Holcim

Parecía la persona ideal para uno de los principales planes estratégicos de Holcim en España: el 'proyecto Omega'. La multinacional cementera planeaba abrir una fábrica en Manzanares (Ciudad Real). Pero la idea de construir la planta debía mantenerse en secreto para evitar que los propietarios de los terrenos donde planeaban instalarla trataran de incrementar los precios. ¿El método? Ocultar sus verdaderos objetivos y airear que lo que se quería montar allí era un coto de caza. Vincent Lefevre, el CEO del grupo, era un gran aficionado a ese deporte. Por eso la empresa le ofreció trasladarse a España. Lefevre, con un sueldo anual de casi 730.000 euros, aceptó encantado.

La propuesta partió de dos altos directivos del grupo. El gerente para Norteamérica, Reino Unido, Noruega y el Mediterráneo (incluida la Península Ibérica) y el director de Recursos Humanos de la compañía, en febrero de 2010. Había que reflotar el 'proyecto Omega', abandonado por la filial de Holcim en España en 2009 debido a la crisis. Con la coartada de la caza, habían logrado adquirir varias fincas, pero no eran colindantes. Ese debía ser el cometido de Lefevre: comprar los terrenos contiguos y adquirir 1.000 hectáreas más para, acto seguido, conseguir la licencia requerida para la explotación cementera. Todo ese trabajo se desarrollaba a través de dos empresas tapadera.

En marzo de 2011, sin embargo, comenzó la conducta sospechosa del ejecutivo, según la empresa. El jefe del departamento de Ingeniería de Holcim España le informó de que una casa situada en uno de los terrenos adquiridos se encontraba en estado de ruina. El inmueble, según la cementera, se reformó como un cortijo para cazadores con un coste de 508.000 euros de lo que Lefevre no informó, supuestamente, al consejo de administración. Al mismo tiempo, el CEO suscribió un acuerdo con los gestores del coto de al lado para que los cazadores pudieran transitar tranquilamente por las superficies de ambos.

Viaje de caza a Asia Central

Al año siguiente utilizó todos esos terrenos y el cortijo para organizar tres cacerías con sus amigos. Toda la logística de estas citas fue coordinada por la secretaria que le había puesto Holcim. Los gastos del cortijo (leña, electricidad, calefacción, limpeza, teléfono...) fueron cargados directamente la tarjeta corporativa de Lefevre, es decir a Holcim, aunque  los demás costes de sus compañeros de batida los pagó él. En una de esas ocasiones fue la empresa la que tuvo que cargar también con el cátering.

Ese no fue el único uso particular de bienes y personal de la empresa que hizo Lefevre. El ejecutivo, que había renunciado al chófer, utilizaba eventualmente como conductor al jefe de Mantenimiento de la empresa. En una ocasión, este último le llevó hasta Burdeos (Francia), donde había quedado con su hijo para partir juntos a otra cacería, ésta en Asia Central. Esa escapada era el premio de fin de carrera del CEO para su vástago. Según Holcim, el motivo de ir por carretera hasta allí era que el directivo carecía de la licencia de armas necesaria para trasladar sus escopetas en avión. 

Lefevre vino a España acompañado por su esposa, nacional de Burundi. Durante su estancia, la mujer montó varias sociedades para hacer negocios con su país, entre ellos, la venta de  vinos y coches. El CEO la auxilió supuestamente con medios de Holcim en esas tareas. Su secretaria llegó a organizar los trámites de exportación de cuatro vehículos todo terreno de segunda mano que fueron supervisados mecánicamente antes del envío por su antiguo chófer. Su asistente personal también se ocupaba de poner al día las guías y permisos de sus armas de caza.

Un proceso largo de despido

Todos estos hechos motivaron su despido, que se le comunicó el 5 de marzo de 2013. Un año después, un juzgado de lo Social de Madrid dio la razón a Lefevre y declaró su salida improcedente. Holcim fue condenada a readmitirlo o, en caso contrario, a pagarle una indemnización de 1,7 millones de euros. Sin embargo la empresa recurrió y ganó el pleito en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que estableció que, al tratarse de un miembro del consejo de administración con contrato mercantil, debían ser los juzgados civiles los que decidieran sobre el caso. 

Es la misma conclusión a la que acaba de llegar la Sala de lo Social del Tribunal Supremo -a la que ha recurrido el exCEO- que ha visto como el caso de su despido vuelve al punto de salida. Nuevos jueces y magistrados no especializados en derecho laboral tendrán que examinar de nuevo si sus cacerías con amigos, sus negocios africanos o sus viajes de placer a cargo de la multinacional fueron motivos legalmente suficientes para que Holcim lo defenestrara. El proceso se prevé extenso. Si nadie desiste o pacta, el se alargará durante años.  

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