Casi tres décadas de cesiones a nacionalistas para mantener a PP y PSOE en el poder

  • Los acuerdos con partidos nacionalistas para las investiduras o para sustentar al Gobierno de España comenzaron en 1993, cuando Felipe González pactó con CiU y PNV para mantenerse en La Moncloa.

    En 1996 Aznar cerró el pacto del Majestic con Pujol y más tarde Zapatero se apoyó en ERC y PNV. Ahora Rajoy ha conseguido salvar las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos con la misma estrategia.

Rajoy quiere imitar a Aznar: se ha estudiado cómo fue investido en el 96 para repetir su estrategia
Rajoy quiere imitar a Aznar: se ha estudiado cómo fue investido en el 96 para repetir su estrategia

Año 1993. Felipe González ganó sus cuartas elecciones aunque sus 159 escaños le impedían gobernar. Fue la 'dulce derrota' de Aznar. El socialista, por primera vez, negoció con CiU y PNV y logró la investidura gracias al apoyo de ambas formaciones. Era el principio de una larga relación de amor-odio entre partidos nacionales que deberían pensar en el bien común de todos los españoles pero que, a su vez, se ven obligados a apoyarse y ceder ante partidos nacionalistas para llegar al poder o mantenerse en él. Lo hizo Felipe, Aznar, Zapatero y lo acaba de hacer Rajoy, con un pacto con el PNV a cambio de salvar los Presupuestos de 2017.

Ese año post-JJOO de Barcelona y post-Expo de Sevilla se inauguró una larga lista de contraprestaciones por parte del Gobierno central a formaciones catalanistas o vascas a cambio de su apoyo en el Congreso. Hace casi cinco lustros, con el socialismo ya en decadencia, González se vio obligado a ceder (llegó a ofrecer al partido de Jordi Pujol que entrara en el Gobierno) y CiU consiguió arañar para Cataluña la llamada corresponsabilidad fiscal (en torno al 15% del IRPF) y el desarrollo pleno de los estatutos de autonomía con las consiguientes transferencias. El PNV también votó a favor de la investidura.

Lo mismo ocurrió con José María Aznar y su 'amarga victoria' de 1996, cuando los 156 diputados del PP les obligó a buscar un pacto con CiU, el Majestic. A ese acuerdo los populares incorporaron al PNV (aunque no les hacía falta) por el interés que tenía entonces Jaime Mayor Oreja de combatir el terrorismo de ETA desde una visión nacional con el apoyo de los nacionalistas vascos. 

La lista de cesiones de Aznar en ese acuerdo con Pujol cerrado en el hotel del Paseo de Gracia es larga: transferir las competencias de tráfico a los Mossos d'Esquadra, transferencias en materia de justicia, educación, agricultura, cultura, farmacias, sanidad, empleo, puertos, medio ambiente, mediación de seguros, política lingüística y vivienda. El Gobierno popular eliminó también la figura del gobernador civil, que fue sustituida por el subdelegado del Gobierno, con menos competencias que el anterior, y se pusieron en marcha importantes inversiones en Cataluña, como las ampliaciones del puerto y del aeropuerto de Barcelona. No hay que olvidar que el PP también apartó a Aleix Vidal-Quadras de la presidencia del partido regional para evitar roces con la Generalitat.

En el caso del PNV, que tenía solo 5 diputados en el 96, los nacionalistas vascos pidieron a Aznar un acuerdo fiscal privilegiado para Euskadi. El líder del PP se encontró entonces con la oposición de CCOO y UGT, que le transmitieron que si rompía la caja única le montaban una huelga general. El candidato a la Presidencia se negó y por eso los jeltzales pasaron del pacto de legislatura al voto de investidura. La negociación PP-PNV funcionó engrasada hasta que el pacto de Lizarra acabó con la sintonía.

En 2004, Zapatero llegó a La Moncloa investido gracias a los votos de ERC, IU, CC, BNG y CHA. Fueron los independentistas catalanes quienes sacaron tajada de este acuerdo en unas negociaciones que se trabajaron Alfredo Pérez Rubalcaba o Diego López Garrido, entre otros. El presidente socialista se comprometió a aprobar un nuevo Estatuto y a respetar el texto salido de las Cortes catalanas, redacción que el TC tumbó más tarde. Muchos creen que esa sentencia fue una fábrica de independentistas.

Ya en la segunda legislatura del leonés, el PNV supo entrar en escena para con sus apenas 6 diputados en Madrid arañar un importante paquete para Euskadi. Zapatero se sumaba sus supervivencia asediado por los mercados y el inicio de la crisis y los nacionalistas vasco sostuvieron su Gobierno arrancando a cambio un acuerdo del que destacaba la inversión en políticas activas de empleo. Patxi López era el lehendakari por aquel entonces y el PNV con Urkullu al frente supo intercambiar cromos con inteligencia.

Tras una legislatura con mayoría absoluta es ahora cuando el Gobierno de Rajoy se ha visto obligado a recurrir a los nacionalistas vascos. El PNV ha sabido aprovecharse de la coyuntura, con un PSOE inmenso en un proceso de primarias que le impedía pactar, y llevarse para Euskadi un acuerdo que el Gobierno vasco ha calificado de "excelente y satisfactorio". Desde Sabin Etxea aseguran que ellos siempre han sabido adaptarse a la situación y forcejear con Madrid de manera beneficiosa en un momento en el que la antigua CiU está destrozada: "Si el PDeCAT tuviera 10 diputados no hubiéramos podido hacer nada", reconocen.

Son, en definitiva, 24 años de acuerdos con formaciones nacionalistas a la espera de grandes pactos entre PP y PSOE, acuerdos que han sido puntuales como en el caso del terrorismo o el reciente pacto para aprobar el techo de gasto. Nada ha cambiado en este tiempo ya que ni la entrada de Ciudadanos en el Congreso no ha sido suficiente para que los partidos nacionales se quiten este lastre. 

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