Citoler: La pasión del coleccionismo continúa mientras el corazón funciona

  • La coleccionista Pilar Citoler, que ha donado unas mil obras a la comunidad aragonesa, comenzó su amor por el arte hace cuarenta años. Es una pasión por el coleccionismo que ha marcado su vida y que continúa mientras "tienes los ojos abiertos y el corazón funciona".

Amanda G. Miranda

Zaragoza, 28 dic.- La coleccionista Pilar Citoler, que ha donado unas mil obras a la comunidad aragonesa, comenzó su amor por el arte hace cuarenta años. Es una pasión por el coleccionismo que ha marcado su vida y que continúa mientras "tienes los ojos abiertos y el corazón funciona".

Citoler, artífice de una de las más importantes colecciones españolas de arte contemporáneo, Circa XX, explica en una entrevista con Efe la satisfacción y la "gratificación moral" que le produjo donar la mayor parte de estos fondos a Aragón, para ubicarlos en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, y la "dualidad" que ha vivido entre su profesión de odontóloga y su pasión por el mundo artístico.

Se trata de una pasión, la del coleccionismo, que continúa "mientras tienes los ojos abiertos y el corazón funciona" y, por ello, ha seguido comprando e iniciado una nueva colección, sobre todo de autores emergentes. "Me encanta, me entusiasma y forma parte de mi vida y de mi actividad", asegura.

Circa XX, un nombre que se le ocurrió a un grupo de amigos, incluye las obras que adquirió hasta 2010. Del conjunto donado destacan trabajos de Picasso, Tàpies, Chillida, Barceló, Viola, Saura, Warhol o Le Corbusier, que viajarán próximamente hasta el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IACC), conocido como Pablo Serrano.

Citoler, nacida en Zaragoza, ha regalado a los aragoneses un 85 por ciento del valor de 1.204 piezas de Circa XX, una colección que define como "muy didáctica" ya que supone un "repaso" de la segunda mitad del siglo XX y primera del XXI y que incluye un gran número de autores nacionales y extranjeros, muchas tendencias y diversos soportes.

Reconoce que se ha quedado con "una pequeña colección como de gabinete", obras muy personales, íntimas, de un valor sentimental importante, al ser dedicadas por artistas con los que ha entablado una amistad o que han sido pacientes de su clínica dental.

Precisamente, una profesión la de odontóloga de la que ha sido y sigue siendo una gran amante y en la que, según dice, ha introducido el mundo del arte de una manera equilibrada.

"He llevado esos dos pilares, esa dualidad, de una manera muy simultánea y creando como un solo cuerpo. Ha ido todo muy unido", afirma.

La transmisión de las obras donadas a Aragón se firmó el pasado 17 de diciembre, por lo que todavía no está fijada la "hoja de ruta" del traslado, pero Citoler cree que una vez pasadas las fiestas navideñas se marcarán las pautas y los ritmos para que todo llegue de una manera organizada.

Una donación que, lamenta, no ha estado exenta de críticas de la oposición y de aquellos que se fijan más en el 15 por ciento que le tiene que pagar el Gobierno aragonés en cuatro años que en el 85 por ciento que regala, con lo que se da un giro a la realidad, aunque dice no sentirse ofendida.

El traslado podría comenzar incluso antes de la primera reunión, prevista para el día 21 de enero, de la fundación que se encargará de gestionar la colección, porque son piezas que ya pertenecen al patrimonio de los aragoneses.

La coleccionista reconoce que tendrá una "pena agridulce" cuando vea las paredes vacías y "desmantelada" su casa de Madrid, donde cuelgan las piezas "más próximas" y de nombres importantes, como Dubuffet, Henry Moore, Picasso o Le Corbusier, del que tiene un dibujo muy cerca de donde come y lo ve permanentemente desde hace treinta años.

También guarda obra en su clínica madrileña y en un almacén especializado.

Citoler comenzó a comprar arte hace cuarenta años de una manera "natural, espontánea, muy libre e independiente", más del 90 por ciento en galerías, sin el pensamiento de acumular obras y hacer una colección y sin una estrategia planificada.

Y es que para ella "ir a un museo, a la inauguración de una galería o conocer a pintores" era lo que realmente le satisfacía. "Me divertía mucho más que ir de copas con amigos" y "te vas como contaminando por ese gusto al arte y te va apeteciendo comprar algo en cada exposición".

En su opinión, el coleccionista no siempre compra lo que quiere, pero siempre compra algo que le gusta, dentro de sus posibilidades económicas.

La primera adquisición que realizó Citoler, quien nunca ha tenido asesores para la compra de arte, fue "El andaluz errante", de José Caballero, por unas 100.000 pesetas, cuando acaba de terminar sus estudios de odontología.

Y la última, una instalación de Juan del Junco, galardonado hace dos años con el premio internacional de fotografía que lleva el nombre de Pilar Citoler, y que consta de seis imágenes con un vídeo.

Defiende a los coleccionistas que -dice- tienen una especie de locura cuando se enamoran de algo, lo compran y luego viene el insomnio porque hay que pagarlo y, a veces, no se sabe de qué manera y "no duermes, no descansas, te sube la tensión", afirma.

Citoler critica que la ley de mecenazgo continúe "enquistada" y aboga porque sea pronto una realidad para que el coleccionismo pueda alcanzar su madurez, se extienda, no sea una "minoría extraña", penetre en todas las capas sociales y favorezca el desarrollo de la cultura.

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