Clase de cambio climático al pie de un glaciar

  • Suiza lleva los efectos del calentamiento global al sistema de enseñanza.
Clase de cambio climático al pie de un glaciar - Foto: Stephan Bögli
Clase de cambio climático al pie de un glaciar - Foto: Stephan Bögli
Stephan Bögli
Sara Acosta

Clase viernes por la mañana a 3.000 metros de altitud. La materia, el cambio climático y sus efectos sobre el glaciar Eiger, una de los tres que dominan el macizo del Jungfrau, sobre el valle de Grindelwald, una de las estaciones de esquí más cotizadas de Suiza. Ahí arriba, un grupo de 10 estudiantes de la Suiza francófona de entre 15 y 17 años siguen bajo sus gorros y enfundados en ropa invernal la demostración del guía de montaña de los efectos del cambio climático sobre la gigantesca montaña.

Aquí, el cambio climático no es sólo una vaga amenaza de futuro. Es una realidad que desde hace años se come poco a poco el hielo que mantiene unida la roca. El guía corta con una sierra parte de la capa de nieve que ha caído sobre el glaciar en los últimos días. Está demasiado blanda. El hielo no ha cuajado.

"El objetivo es que vean con sus propios ojos, que palpen, los efectos del cambio climático y extraigan sus propias conclusiones", explica Martin Pfisterer, miembro del comité ejecutivo de la empresa eléctrica suiza BKW FMB Energie, que patrocina el proyecto en colaboración con los municipios de Grindelwald, Gündlischwand, Lütschendal y Lauterbrunnen, de la Suiza alemana y romanda.

El lanzamiento del proyecto ha sido todo un éxito. Los organizadores recibieron 5.000 solicitudes. Al final, unos 2.000 estudiantes desfilarán por el valle y por el glaciar en verano y en septiembre, antes de que empiece el invierno y las heladas. De tener éxito, el año que viene, otros tantos estudiantes podrán ver cómo una de las salidas de la estación de remonte al glaciar, a más de 3.000 metros de altura, ha debido mudarse unos metros, porque la anterior quedó sellada tras la caída de toda una pared de rocas. El permafrost, la capa de hielo que mantiene unida la roca, había desaparecido poco a poco hasta ceder.

La estación de Grindelwald vive en un 90% del glaciar. Cada año, 600.000 personas deslizan sus esquís por algunas de las pistas más largas de Europa. Pero su progresiva desaparición amenaza la actividad social y económica de esta región suiza. Este año será el último para la escuela de perros husky, que desde hace años recorre la estación de esquí. Los perros se hacen daño al correr sobre la tierra deshelada. Los alpinistas, que cada año acuden en masa a la cara Norte del Eiger, una de las más peligrosas y excitantes del mundo, empiezan a correr un nuevo peligro, la caída de estalactitas de hielo, que se separan del glaciar.

La compañía de remontes también sufre los efectos de la pérdida de masa de hielo. La Jungfrau Bhan gestiona el tren de mayor altura de Europa. Sus vagones atraviesan la montaña hasta alcanzar casi 3.500 metros de altura. Su inventor, el suizo Adolf Guyer-Zeller, invirtió 16 años y muchos hombres hasta lograr alcanzar el techo de Europa, como se conoce la estación. Pero el aumento de temperatura empieza a poner en peligro los túneles de paso.

Cada año, la compañía gasta entre 1y 3 millones de francos suizos (cerca de 800.000 euros) en reparaciones por daños en la roca, que la hacen menos consistente. El paso del testigo a las nuevas generaciones no frenará el cambio climático, pero estas serán más conscientes de lo que le espera en el futuro. Quizá pueden tomar medidas.

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