Cocaleros colombianos reclaman fin de fumigaciones y transformación del campo

  • Los productores colombianos de coca reclamaron hoy al Gobierno el fin de las fumigaciones aéreas y la erradicación forzosa, además de una reforma integral del campo que permita sustituir de forma voluntaria los cultivos ilícitos por proyectos agrarios rentables a largo plazo.

Esther Rebollo

San José del Guaviare (Colombia), 1 oct.- Los productores colombianos de coca reclamaron hoy al Gobierno el fin de las fumigaciones aéreas y la erradicación forzosa, además de una reforma integral del campo que permita sustituir de forma voluntaria los cultivos ilícitos por proyectos agrarios rentables a largo plazo.

Estas fueron algunas de las exigencias que hicieron los cocaleros en el Foro Regional sobre la Solución al Problema de las Drogas Ilícitas, en la selvática San José del Guaviare, capital de una de las regiones más afectadas por la siembra de coca y el conflicto armado.

Este foro, organizado por la ONU y la Universidad Nacional de Colombia, enviará éstas propuestas a los negociadores del Gobierno y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a La Habana.

En la apertura, el representante de la ONU, Fabrizio Hochschild, advirtió de que la coca en este país, hasta el año pasado el mayor productor del mundo, está asociada a una ausencia del Estado, a los grupos ilegales y a condiciones socio-económicas deplorables.

Aún así reconoció los esfuerzos del Gobierno, ya que las hectáreas cultivadas en el país han pasado de más de 140.000 hectáreas en 2001 a 47.790 el año pasado, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Y el director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional, Alejo Vargas, comentó que se había elegido San José como sede por representar a "una región que ha vivido las complejidades del conflicto: cultivos ilícitos, intentos de sustitución forzosa, estigmatización".

Precisamente, las fumigaciones y la erradicación han encontrado una gran oposición por sus efectos en la salud y el medioambiente, y también porque no se ha acompañado de planes rentables en el único país andino donde se sigue permitiendo la aspersión aérea.

A continuación, líderes campesinos de Guaviare, Meta y Caquetá, donde se ha concentrado en los últimos 25 años la mayor cantidad de coca cultivada en el planeta, reclamaron el fin de esas prácticas y explicaron sus dificultades.

Sólo San José del Guaviare, con 65.900 habitantes, cobija a 20.000 desplazados: hombres, mujeres y niños que se han visto obligados a abandonar sus hogares en veredas y aldeas ancladas en zonas controladas por las FARC y otros grupos ilegales.

Hoy esta aislada ciudad vivió una intensa e inusual actividad. Por sus calles circularon académicos, funcionarios de la ONU y más de 300 campesinos llegados desde distintos lugares.

"Hemos trabajado en medio de fumigaciones, de la descomposición del orden publico, nuestro sentir no era el cultivo de coca, lo hacíamos porque no había otra alternativa", afirmó Flavio Mahecha, de la Asociación de Productores por el Cambio del Modelo Económico (Asoprocegua), que fomenta los cultivos alternativos en el Guaviare.

Cuando comenzó su actividad, en 2001, la asociación contaba con 412 familias asociadas, pero hoy tan solo quedan 206, ya que el resto huyeron como desplazadas por la violencia.

De forma similar se expresó Arcángel Cadena, integrante de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina, quien también relató el drama.

"La mayoría somos víctimas de la fuerza por acción u omisión por parte de los gobernantes, expulsados de forma violenta por un método abierto o un método encubierto. Abierto cuando actúa la Fuerza Publica y encubierto desde los años 50 a través de los que se denominaron los pájaros, MAS, sicarios, Autodefensas, paramilitares y hoy Bacrim, que son lo mismo", dijo.

"Muchos campesinos han tenido que dejar sus tierras bajo esas formas de violencia y desplazamiento forzado", manifestó.

Realidad que también expuso Rodrigo Velaidez, del proyecto Chocaguan, en Cartagena del Chairá, una localidad de Caquetá, propuesta que les valió a estos campesinos el Premio Nacional de Paz en 2004.

"No hay que pensar en lo que se perdió sino en lo que nos queda". Con esta frase Velaidez expresó el sentir de los campesinos de Chocaguan cuando vieron como su cacao y su caucho, productos que habían cambiado por la coca, fueron arrasados por las fumigaciones.

Estas y otras experiencias abrieron hoy un amplio debate sobre la necesidad de una reforma integral en el campo colombiano y un giro en la política antidrogas, mientras en Cuba siguen negociando el Gobierno y las FARC.

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