Cómo parar un golpe de mano contra el Estado

    • Atribuir al Gobierno pasividad por no amenazar con la suspensión de la autonomía catalana es propio de un desenfoque torpe.
    • Esun elemento de seguridad para la democracia españolaque el presidente del Gobierno se muestre estrictamente defensor de la legalidad, tan dispuesto a resguardarla frente a los salteadores, sean quienes sean.
Rajoy y Sánchez se reúnen este martes para abordar acciones tras el pleno
Rajoy y Sánchez se reúnen este martes para abordar acciones tras el pleno

Reclamar al Gobierno que explique al detalle su plan para responder a los independentistas de Cataluña es algo tan ingenuo como pedir al general en la batalla que revele su maniobra contra el enemigo. El elemento sorpresa es decisivo en una confrontación. Lo han empleado los de Junts pel Sí y los de la CUP al presentar en el Parlament antes de lo que se preveía una propuesta de resolución a favor de una "república catalana", aunque no les ha salido del todo bien por las maniobras dilatoria de Ciudadanos, PP y PSC que nadie se esperaba. Atribuir al Gobierno pasividad por no amenazar con la suspensión de la autonomía catalana es propio de un desenfoque torpe que encierra una valoración tácita de quienes sí anuncian su golpe de ilegalidad.

Pero es verdad que todos los demócratas desazonados por la locura independentista de Artur Mas y sus radicales compañeros habrían preferido que Mariano Rajoy hubiera sido más explícito en su rápida reacción a la puesta en marcha del golpe de mano contra el Estado. Es un elemento de seguridad para la democracia española que el presidente del Gobierno se muestre estrictamente defensor de la legalidad, tan dispuesto a resguardarla frente a los salteadores, sean quienes sean. Pero un apunte en su declaración institucional sobre las respuestas que tiene previstas habría contribuido a despejar algunas preocupaciones de la opinión pública y a intranquilizar a los golpistas que quieren destruir la unidad de España. Y también a fortalecer la imagen del propio Rajoy en vísperas de unas elecciones decisivas, aunque el actual presidente ha demostrado ser de los que anteponen el bien del Estado a su rédito personal.

No obstante, Rajoy ha debido de valorar la utilidad de la concreción y en la entrevista que concedió a la Cadena Ser dos días después, el miércoles, precisó un poco más al afirmar que "de ninguna de las maneras [los independentistas] van a conseguir lo que pretenden. La ley se aplicará.Al Gobierno no va a temblarle el pulso para tomar las decisiones que tenga que tomar". Y se refirió al artículo 155 de la Constitución, que permite, llegado el caso, hasta suspender una comunidad autónoma, aunque en el más puro estilo rajoyano dijo que "no le gustaría verse en la necesidad de aplicarlo". Además, en una positiva decisión, el presidente ha convocado a los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y del emergente partido Ciudadanos, Albert Rivera, para implicarles en la respuesta contra el golpismo independentista y a favor de la democracia. Buena medida.

Estamos viviendo días de grave riesgo para la democracia española por culpa de unos irresponsables antidemócratas, que anuncian con desvergüenza su voluntad de violar la ley. Acabamos de ver que están dispuestos a llevar hasta el final su golpe de mano contra el Estado, aunque ni son mayoría ni cuentan con apoyo dentro o fuera de España. Al actual Gobierno le toca impedir el atentado de los independentistas catalanes por cuarta vez en la historia de España (tras los de 1973, I República, 1931, II República, y 1934, revolución de octubre) y el tercer ataque contra la actual democracia (tras el intento de golpe de Estado de 1981 y el plan Ibarretxe, menos fanático y finalmente sometido a la legalidad, de 2005). Es otra prueba de fuego que hay que superar con todos los medios que el Gobierno y las demás instituciones de la democracia tienen a su alcance. Con prudencia, como le gusta decir a Rajoy, pero también con la energía necesaria, que estoy seguro el presidente del Gobierno aplicaría si llegara el caso.

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