"Hemos recibido con gran tristeza y pena la noticia del martirio de un grupo de hermanos en la región", dijo este domingo en un comunicado la más alta autoridad chiita de Irak, el ayatolá Ali al Sistani.
Al-Nimr fue ejecutado el sábado junto con otros 46 hombres, en su mayoría por atentados atribuidos a Al Qaida, acusados todos de "terrorismo".
"El derramamiento de su sangre pura, incluido el clérigo Nimr al Nimr, que descanse en paz, es una injusticia y una agresión", afirmó Al Sistani.
El dignatario chiita saudí era una importante figura de contestación al poder en el reino saudí, país de mayoría chiita.
Las reacciones de indignación y de condena por parte de los líderes chiitas iraquíes se multiplican desde el anuncio de la ejecución del religioso.
El poderoso e influyente jefe chiita iraquí Moqtada al-Sadr calificó la muerte de Al Nim de "horrible ataque" contra los chiitas.
Por su parte, el ministro iraquí de Relaciones Exteriores acusó a Riad de utilizar la guerra contra el "terrorismo" como un pretexto para silenciar a sus opositores.
"Ejecutar a un hombre de religión y opositor pacífico mientras se cierra los ojos (...) a religiosos que apoyan a los terroristas con dinero y armas es una discriminación sectaria flagrante", aseguró, haciéndose eco de la condena el sábado por parte del primer ministro iraquí, Haider al Abadi.
En Bagdad y otras ciudad de Irak hubo varias manifestaciones de pequeño tamaño para protestar contra la ejecución del jeque Nimr.
Varios dignatarios religiosos y manifestantes llamaron a expulsar al embajador saudí y cerrar la embajada de este país. La delegación había sido abierta el pasado 15 de diciembre tras permanecer 25 años cerrada, después de que en 1990 Sadam Husein invadiera Kuwait.
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