Ofrecen cuidados de mayores

Dispuestos a confinarse por un trabajo: "En este momento aceptaría lo que sea"

Ponen anuncios por Internet para encontrar una nueva oportunidad de empleo. No les importa cambiar de actividad y ‘lanzarse’ a lo desconocido, lo que implica a veces solo tener unas horas libres a la semana.

Trabajar como internos
Juan Carrera (56): "En este momento aceptaría lo que sea".
María Jesús Labarca B.

"No tengo problema si consigo este trabajo de interno y no puedo salir... Porque además iba a dejar mi piso de alquiler y esto lo veo como una oportunidad de trabajo y de vivienda" comenta Juan a sus 56 años. Él ha trabajado desde los 14 en diferentes empleos en transporte, pintura y cargas, pero nunca imaginó que estaría en esta situación: es parte del 16% de los españoles que están desempleados según las últimas estadísticas, y se encuentra entre la espada y la pared. Está haciendo uso de sus ahorros y ni los anuncios que ha puesto en Internet ni los currículums que ha enviado a distintas empresas están dando los frutos esperados. 

Así que debe de tirar de sus ahorros y le preocupa. "Llega un momento que tienes un dinero ahí ahorrado y te lo comes. La vida está muy cara", comenta angustiado. Por el momento, ha logrado salir adelante con su 'hucha', y una ayuda que le otorga el Gobierno por ser mayor de 52 años (equivalente a 430 euros mensuales). Aun así, este dinero se le hace poco y llegar a fin de mes le es complicado porque "se me va todo en cuentas, tienes que apañar de lo tuyo, y si sigo así, cuando me jubile no tengo 'un duro'"  y es tal la ansiedad que asegura que si lo llaman de cualquier cargo él lo tomaría "en este momento aceptaría lo que sea".

Vive con su hijo de 27 años en Madrid, por la zona de Alto del Arenal Vallecas, y todos los días se levanta con una sola preocupación: "¿Qué voy a hacer de comida hoy para los dos?". Lleva más de más de cinco meses sin trabajar y a pesar de sus intentos de puerta en puerta, no ha visto 'la luz al final del túnel'. Por lo mismo decidió, por el consejo de su amigo José, poner un post en la página web llamada 'Mil Anuncios', ofreciendo trabajar como interno en una casa para cuidar de adultos mayores, aunque eso signifique volver a confinarse para proteger a la familia con la que esté trabajando. La situación es tal que dice "no tener perspectiva de futuro... y ahora mismo entre la Covid y estar sin trabajo, me levanto cada mañana desmotivado", señala apurado mientras toma su café.

El trabajo como interno forma parte de la historia de España y no es algo nuevo. La diferencia en estos momentos es que la pandemia del coronavirus ha traído muchos riesgos para las familias que requieren de estos servicios y para quienes ingresen a trabajar. Por lo mismo, en diferentes webs, existen anuncios ofreciendo estas labores "en modo confinamiento". Están dispuestos a 'perder su libertad', con tal de conseguir un empleo y algo en qué pensar. "Lo que más me agobia es que no me salga nada… No tener la mente ocupada en algo. Si no es en la cocina, fregando un wáter, me da igual, pero al menos tener una motivación. Estoy volviendo a ser niña otra vez…" comenta intranquila Marta, una chica que vivía en Tarragona y debido a la crisis de la Covid perdió su trabajo como cocinera y tuvo que moverse junto a su familia a Granollet, en la provincia de Barcelona.

Trabajar como internos
Marta Goni (24):  Busca tener una motivación. "Estoy volviendo a ser niña otra vez…"
Marta Goni Gilberte

Ahora mismo está cuidado a una abuelita que está enferma. Más o menos es como si estuviera trabajando de interna. "Tengo unas cuantas horas al día libres. Cuando comencé con esto pensé ‘bueno, a esto me podría dedicar’". Después de haber perdido su trabajo, Marta solo pensaba en lo difícil que sería encontrar algo como cocinera. Tiene experiencia en el hotel Marriott, en diferentes taperías y bares, y nunca había pensado en trabajar cuidando a alguien, pero hoy lo ve como una oportunidad. Hace unos meses que está cuidando a la señora Presentación y está con ella desde las 21:30 horas hasta las 14:00 horas del día siguiente. Solo tiene unas horas libres al día para descansar, compartir con su hija de cuatro años y luego, volver a la rutina. Respecto a los cuidados que toman por el coronavirus, dice que siguen "muchísimo las normas de protección y sanidad. Tenemos un montón de líquidos que estoy echando todo el tiempo, y tengo como obligación andar con la mascarilla siempre aunque a veces sea un agobio para trabajar". Todo por cuidarla y protegerla. 

"La pincho, le hago la comida, la cuido, la lavo... Es un trato de cuidados básicos y ahora con el coronavirus hay muchísima gente que lo necesita", asegura. Es por esto que en el anuncio que pone en Internet, el titular con el que lo hace es 'urge empleo a chica cocinera, cuidadora' y en el interior comenta que sí trabajaría como interna de ser necesario. Por la "desesperación" sabe que en muchas ocasiones podría no ver a su hija, pero entiende que ese dinero "saldrá en limpio, estoy ayudando a alguien y me siento bien conmigo misma por hacer esto". Su vida ha cambiado drásticamente y eso ha sido un shock: fue un cambio de profesión, de sueldo, de ciudad, de manera de vivir, y todo.

Por su parte, la señora Ofelia vive una situación totalmente distinta. Ella viene de un pueblo pequeño de Colombia, cerca de la frontera con Venezuela en el Departamento de Santander y en abril va a cumplir cuatro años viviendo en territorio español. Decidió venirse porque su hija marchó tiempo antes a estudiar y trabajar, pero no pudieron llegar juntas por temas legales. Eso hasta que en 2015 la UE confirmara la eliminación de la visa Schengen para Colombia y Perú. Ahí Ofelia tomó la oportunidad y decidió hacer sus maletas lo antes posible. Pero hoy hay algo que la tiene sumamente preocupada: "Ya cumplí más de dos meses buscando y no he podido conseguir trabajo. Estoy desesperada".

Trabajar como internos
Ofelia Villamizar (59) trabaja como interna en España desde hace cuatro años. 
Ofelia Villamizar

Desde que llegó a Madrid ha trabajado como interna en diferentes hogares y localidades realizando las labores domésticas: "Hacía el aseo, la comida, atendía a las personas. Justo antes del coronavirus, me tocó cuidar a unos abuelitos". Por decisión propia y de protección, Ofelia prefería no salir del hogar y "la compra me la traía la hija de la patrona". La condición que pone para realizar este trabajo es solo una: una paga mínima de 850 euros y nada más. Así como Juan, Ofelia desde siempre ha estado dispuesta a usar esta actividad como una forma de ingreso de dinero y de vivienda. Ella no sale por decisión propia, y es parte de la convivencia del lugar donde trabaja. Hoy, más que nunca por la pandemia, sabe que es lo correcto: "Yo solo pido que me paguen, porque ni siquiera salgo. Ni los fines de semana, es de domingo a domingo. No tomo días libres y trabajo todos los días del año". Está a completa disposición del hogar en donde se emplee. 

Incluso, el anuncio que pone en la página dice: "No se arriesgue con personal cuidador que sale y entra a cada rato de casa de su familiar con el riesgo que conlleva el exponerse al virus. Por favor cuenta conmigo para cuidar interna a vuestros abuelos, padres, familiares. Mi trabajo es dedicar mi vida a cuidarles y acompañarles, hacerles sentir que son válidos y que aún les queda mucho por vivir y disfrutar. Yo puedo estar de lunes a lunes y no tengo necesidad de salir de casa en absoluto". Antes del virus, estuvo cuidando a una señora y solo salía para dar un paseo junto a la dueña de casa o para ir a hacer las compras. Ya para fines de enero, tuvo que dejar ese lugar y se mudó a León en febrero, donde estuvo hasta junio, cuando lamentablemente murió el señor al que cuidaba. En ese lugar nunca salió. Desde entonces, y de vuelta a Madrid, se encuentra en búsqueda de un nuevo lugar para cuidar y familia a la que pertenecer.

Y esa es la idea. Pertenecer a un hogar, y trabajar dentro. Buscar una motivación para su día a día. A Juan trabajar como interno dice que probablemente le chocaría un poco, "es una cosa que no he hecho nunca, a lo mejor pensaría ‘qué bajo he caído’ pero bueno, a lo mejor es algo que lo haces y te gusta. Estoy ayudando a alguien que no puede y finalmente se puede crear un vínculo afectivo en un momento dado". Cree que se sentiría realizado por ayudar y poder trabajar. Marta también cree que ese afecto puede ser algo muy beneficioso, y respecto a convivir con la familia dice que "esto no es como un trabajo de una empresa, es una casa, es algo más familiar y todo se puede hablar. Se puede llegar a un acuerdo por comodidad. No voy a poner yo mis normas cuando es alguien que me necesita… es como la familia, ya que pasas a ser uno más".

Los peligros de los anuncios

Pese a que poner este tipo de avisos en Internet pueden ser muy beneficiosos para encontrar trabajos, hay ciertos temas que no son controlados y que Marta se ha visto muy afectada por ellos. "Son muy difíciles… la gran mayoría de las veces no recibo llamadas sobre el trabajo que puse, sino que son propuestas indecentes", comenta muy nerviosa. Le hablan por WhatsApp y le mienten preguntándole sobre su oferta. Piden que les cuente un poco sobre ella y a qué se dedica, y luego pasan a las preguntas personales. Le señalan que "están interesados en un tema puntual, naturalmente remunerado" pero que no tiene nada relacionado con las actividades mencionadas. "Yo no busco eso... en fin. Vi tu foto, me gustó y me atreví a preguntar. Pero repito, mi intención no es incomodarte" le insisten en mensajes de teléfono a los que La Información tuvo acceso. 

Muy frustrada, Marta explica que se volvió con su familia y "mi madre me propuso poner unos anuncios. Lo que pasa es que de momento no me ha hablado nadie para ofrecerme trabajo… todos los que me han hablado han sido para temas sexuales…Es realmente agobiante". Y no es la única, chicas de la misma web que ofrecen servicio como internas agregan en su descripción específicamente frases como: "No acepto otras ofertas", "no llamen si no es por el empleo" e incluso siendo más directas, "no acepto ofertas sexuales". Algo que la chica de Granollers espera que pueda cambiar.

A pesar de esta incómoda situación vivida por Marta, tanto ella como Ofelia y Juan seguirán en la búsqueda de trabajo. Tocarán puerta a puerta, e irán modificando sus anuncios de internet permanentemente. Confían en que en algún momento del día, su teléfono suene con una llamada de oferta laboral. Ninguno pierde la esperanza y aunque volver a generar ingresos signifique cambiar radicalmente su estilo de vida, dedicarse a otra actividad o confinarse y tener solo algunas horas libres a la semana o al día, lo harán. Están dispuestos a todo. 

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