Vuelve la guerra de sillones del Congreso: ningún grupo quiere estar en el gallinero

  • Los escaños asignados a cada grupo siempre generan polémica en la cámara. Partidos como Cs temen que la mayoría de izquierda en la Mesa les perjudique
Inés Arrimadas, en la constitución de las Cortes
Inés Arrimadas, en la constitución de las Cortes
EFE

El inicio de una nueva legislatura en el Congreso suele estar acompañada de varias polémicas. Aunque las más relevantes para el funcionamiento de la cámara son la elección de la presidencia o la composición de la Mesa, la que más suele llamar la atención es la del sitio asignado a los grupos y sus diputados. Una cuestión en apariencia nimia, ya que ningún parlamentario es menos que otro por sentarse en una fila u otra. Pero que siempre ha estado en el foco del reinicio de la actividad parlamentaria por el interés de los partidos en ocupar lugares en los que se les vea bien y se les permita estar agrupados. Y que ya está volviendo a generar problemas por las quejas y temores preventivos de algunas formaciones para que no les coloquen en la fila de arriba del todo, conocida como 'gallinero'.

El día en el que más se ve la relevancia simbólica que le otorgan los partidos a la ubicación de sus escaños es el de la constitución de las Cortes. En la de este martes incluso hubo escenas de tensión entre diputados de Ciudadanos y Vox. Todo comenzó cuando estos últimos entraron los primeros al Hemiciclo y ocuparon los asientos de la parte central que disfrutaron Albert Rivera y los suyos en la legislatura previa. Según informó 'El País', esto motivó el enfado de Marcos de Quinto, que llegó a intercambiar empujones con el miembro de Vox Luis Gestoso. La otra anécdota fue hace cinco meses, tras las elecciones de abril. El grupo de Santiago Abascal se sentó en sillones ocupados históricamente por el PSOE. Y eso provocó que el socialista José Zaragoza acabase en medio de Abascal y de Iván Espinosa de los Monteros

Ciudadanos y Vox son dos de los que más temen que se les pueda colocar de una manera que no les favorezca y manden a parte de los suyos al 'gallinero'. En teoría, la asignación de escaños se lleva a cabo tras las conversaciones y acuerdos entre los distintos grupos. Pero quien decide si asume o rechaza esa propuesta es la Mesa, donde PSOE y Unidas Podemos tienen una mayoría amplia. La debilidad parlamentaria de Cs tras pasar de 57 a 10 diputados hace que sea uno de los partidos con grupo propio más escasos. Y en la formación se teme que esto sirva de pretexto para estar en la penúltima y última fila, donde apenas se les ve en las señales de televisión y les aleja del meollo de los debates.

Los otros posibles afectados por esta mayoría de izquierda en el gobierno del Congreso son los de Santiago Abascal. PSOE y UP han anunciado en multitud de ocasiones que harán todos los cordones sanitarios posibles para evitar que Vox pueda llevar a cabo una actividad parlamentaria que vaya contra la normalidad institucional. Con el control de la Mesa, los socios del gobierno de coalición también pueden evitar todo tipo de acuerdos que impliquen dar una buena posición al amplio grupo de 52 diputados de extrema derecha. Aunque la posición 'natural' que les corresponde sea en las filas contiguas y superiores a las que ocupen los 88 diputados de Pablo Casado.

Ya hubo 'boicot' a Podemos

Este riesgo para Vox tiene un precedente. En el reparto decidido inicialmente por el Congreso tras las elecciones de 2015, la propuesta fue la de colocar a Podemos en el gallinero a pesar de que habían logrado 69 diputados en las urnas. El enfado y las quejas de los morados no tardaron en llegar, y el exportavoz Íñigo Errejón hizo una denuncia pública al respecto. Entonces, la mayoría de la Mesa la tenían PP y Ciudadanos, que hicieron un pacto para arrebatar los cinco puestos que permiten sacar adelante o impedir iniciativas. Finalmente, el plan inicial, ideado por Celia Villalobos, se rectificó. Los morados fueron colocados justo al lado del PSOE, con sus líderes en la primera fila. Aunque sí ocuparon espacios en el gallinero.

Los acuerdos para la formación de gobierno también son otro factor a tener en cuenta en el reparto que se haga. ERC posee un grupo fuerte de 14 diputados, y que sea necesario su apoyo para la investidura de Pedro Sánchez les favorece a la hora de su ubicación, según fuentes del Congreso. Lo mismo le ocurre al PNV, que ocupó las primeras filas con sus seis diputados. Caso muy distinto es el de Junts per Catalunya, formación que ni ha sido contactada por los socialistas para discutir la votación que puede convertir a Sánchez en presidente. Y por la que ni PSOE ni UP han mostrado especial simpatía. En la anterior legislatura incluso se rechazó que tuvieran grupo propio, lo que motivó que acabaran en el Mixto y en los asientos superiores del hemiciclo. 

El reparto se decidirá antes del debate de investidura, cuya previsión inicial de convocatoria es la tercera semana de diciembre. En la asignación también habrá que tener en cuenta a Bildu, que tiene derecho a tener grupo por cumplir con el requisito del 15% de votos en las circunscripciones en las que se presentó. Las dudas están en si habrá un 'grupo regionalista' formado por Coalición Canaria, PRC, Teruel Existe y Navarra Suma. Aunque su formación tendría seis miembros, cuentan con el hándicap de que los nacionalistas canarios no superaron el 15% en todas las provincias. Y que fue el argumento que se utilizó para rechazar el grupo propio de JxCat. Además, pueden darse coincidencias de filas algo llamativas si se manda a lo más alto a Vox. Como que estén cerca de formaciones nacionalistas e incluso de los parlamentarios abertzales.

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