Con unos 7.000 habitantes

Un día en Puerto Serrano: ningún caso y la lucha sin hora para defenderse... y vivir

Un control de la Policía Local en el centro de Puerto Serrano, en Cádiz
Un control de la Policía Local en el centro de Puerto Serrano, en Cádiz
La Información

"Temperaturas bien, todo bien". Todavía no ha amanecido, en este abril de hora recién cambiada, cuando el alcalde de Puerto Serrano, Daniel Pérez, espera el único mensaje que le hará tomarse el café aunque sea sin sentarse. Se lo envía cada mañana la concejala María Luisa López para dar parte de la situación en el centro de ancianos del municipio, donde 26 residentes y 18 trabajadores se han convertido en el tesoro más preciado de esta población de 7.000 habitantes al pie de la Sierra gaditana (como su nombre indica).

Puerto Serrano resiste como uno de los pocos municipios gaditanos sin ningún caso detectado de la enfermedad y la Junta de Andalucía lo acaba de nombrar (a 28 de abril) como la localidad con mayor población sin presencia del brote. Es la mejor noticia posible (aunque su alcalde subraya que no hay que confiarse ni celebrar nada excepto el trabajo y responsabilidad de sus habitantes) para un lugar que vive entre el desconocimiento de buena parte de la provincia o el peor conocimiento posible, ya que apenas sale en los medios para recoger algún suceso escabroso de esos que la gente de la Bahía y de las grandes ciudades achacan al interior profundo. 

Acaso, Puerto Serrano también se ganó un titular el otoño pasado en la prensa provincial cuando la estadística oficial de rentas de la Agencia Tributaria lo situó como el municipio más pobre de Cádiz (con una media de 12.614 euros declarados frente a casi el doble de la capital); e incluso en los nacionales, porque era el noveno más humilde de todo el país en esa lista en la que nadie querría estar y encabeza el extremeño Zahínos.

Por lo que, por una vez, a Puerto Serrano le ha venido bien quedar al margen del flujo de dinero que pueda mover al resto de la provincia. No ha sido así con el coronavirus y la Sierra gaditana en general. El pequeño municipio de Alcalá del Valle encendió todas las alertas cuando en una residencia de ancianos se contagiaron todos sus trabajadores y residentes y, luego, tuvieron que ser trasladados a La Línea. Allí han fallecido ya al menos tres personas y peor todavía es la situación en Ubrique, donde este miércoles ascendió a 12 el número de víctimas mortales de su centro de mayores. Todo ello hace que prácticamente uno de cada dos muertos por coronavirus en la provincia de Cádiz se localice en este tipo de establecimientos ubicados en la Sierra.

"La residencia es nuestra principal preocupación. Ya lo era antes de lo sucedido en Alcalá del Valle pero, desde entonces, no se nos va un minuto de la cabeza. Los informes se remiten a la enfermera de enlace del SAS. La directora, las trabajadoras, los concejales y yo mismo vivimos pendientes de un termómetro", explica el alcalde desde su posición como única autoridad posible en un pueblo donde la administración apenas llegará salvo cuando todo sea tarde y haya que ir de urgencia. Hasta el momento, los infantes de Marina del Tercio de Armada han acudido cuatro veces, así como empleados de Básica, la empresa especializada en limpieza de la Mancomunidad de Municipios de la Sierra, efectivos del Infoca o de los Bomberos (igualmente de la comarca).

El resto del tiempo, Puerto Serrano está solo y apartado como nunca, y Daniel Pérez admite que su responsabilidad como alcalde le hace salir a la calle "mucho más" de lo que le gustaría. Vive con su mujer y tres niñas pequeñas y cada noche repite un ritual como si fuera un astronauta o un submarinista en la cámara seca: en su propio garaje, ha acotado con una hilera de sillas un espacio donde un cubo y una bolsa de basura esperan que meta la ropa y los zapatos usados durante la jornada; en una caja, guarda la cartera, el móvil personal y las llaves. Lo único que se lleva de fuera al interior de su hogar es el teléfono corporativo. Donde recibe los partes de emergencia.

La Infantería de Marina ha acudido a Puerto Serrano en cuatro ocasiones durante la cuarentena
La Infantería de Marina ha acudido a Puerto Serrano en cuatro ocasiones durante la cuarentena. / La Información

"Cuando eres alcalde de un pueblo de 7.000 habitantes es ridículo pensar que puedes quedarte en casa. Qué más quisiera. Intento salir lo menos posible. Pero lo menos posible nunca es suficiente. Me preocupa mi salud, claro. Pero sobre todas las cosas me preocupa mi familia. Imagino toda la gente que está peor que yo: médicos, enfermeros, auxiliares, policías, guardias civiles, militares…", cuenta para explicar que, tras el mensaje tranquilizador de la residencia toca contactar con el subinspector de la Policía Local antes de salir de casa.

"Todos los agentes operativos, desde que empezó la crisis, están en cuadrante. Levantaron la mano sin necesidad de pedírselo. Hoy habrá controles a la entrada del pueblo, filiaciones en el centro, reparto de comida para los niños del programa Syga. Luego, patrullas constantes por las calles. Todavía, de vez en cuando, se encuentran con algún grupo de chavales inconscientes en los parques, ciudadanos desaprensivos que curiosean con la excusa de pasear al perro, gente que se inventa cualquier excusa para volver al súper. Son los menos. El pueblo, en general, está respondiendo".

Fuera, el día se resiste a salir: "Aún no es de día y Puerto Serrano es un páramo. La sensación no puede ser más contradictoria: siento una pena enorme por ver al pueblo como tiene que estar: quieto, callado, surrealistamente vacío". Hay furgonetas en las puertas de los comercios y algunos madrugadores hacen cola en los cajeros, en la farmacia, en la puerta de las gestorías.

A estas últimas van para arreglar el paro. En marzo la cifra de desempleados en Puerto Serrano se ha duplicado. En el resto de la provincia se disparó… pero no llegó a un 20%. Problemas de estar a la cola en todo. "Estamos en plena crisis sanitaria. Después vendrá la otra, la resaca, las quiebras, los eres, la necesidad. Teníamos la renta más baja de la provincia antes de que empezara todo esto. No era fácil antes de que empezara todo esto. Podemos hacernos una idea de lo que se nos viene encima", pronostica Pérez.

En su ronda se encuentra con Antonio Carrero, de Vías y Obras, que organiza las tareas de limpieza y desinfección. "Tenemos una rueda en la que vamos encajando fumigaciones masivas, con operarios municipales y colaboradores que han cedido sus tractores, remolques y mochilas, diecisiete vecinos que están dando la cara por su pueblo en el momento más difícil". Luego está la ayuda exterior, entre la que destaca la que ofrece la Armada, que se ha presentado cada vez que se le ha pedido. Recuerda Pérez cierta extrañeza el primer día, cuando militares y alcalde de Izquierda Unida se vieron las caras y se dieron cuenta que allí están para salvar vidas con o sin uniforme.

En el Ayuntamiento, Alejandro Ramírez, el concejal de Seguridad, se ha reconvertido en central de compras. "Hay lejía, falta hidroclorito, de geles vamos bien, ya tengo las gafas, ando detrás de las batas, no sé si pedir más pantallas. Mascarillas. Necesitamos mascarillas. Todo el mundo necesita mascarillas. Esas no sirven, o yo no me fío. Estas pueden servir. Pide la referencia del modelo. ¿Son caseras? ¿Homologadas? ¿De dónde vienen? Que las han parado en la aduana… ¿En qué aduana?".

Daniel Pérez enlaza presente y pasado, ahora tan lejano: "Hace un mes nos rompíamos la cabeza para ver cómo encarrillar la gestión diaria sin descarrilar con el Ministerio de Hacienda, el equilibrio presupuestario, los planes de ajuste, el techo de gasto… Ahora hemos hecho un máster en EPIS, monos toga, materiales impermeables y métodos de desinfección".

La desinfección del pueblo es constante cada día
La desinfección de Puerto Serrano es constante cada día. / La Información

Aunque luego esté toda la administración ordinaria, la vida municipal que no puede detenerse. En un pueblo como Puerto Serrano, como en tantos de la España interior, hasta hace muy poco se seguía trabajando en papel, por lo que el paso inmediato al remoto digital supuso un reto casi alienígena. Por no hablar de que allí las señales de telecomunicaciones son débiles. "¿Podéis conectaros?" ha sido el mensaje más repetido por todos los funcionarios. "Los trabajadores sacan adelante los procedimientos a base de horas y empeño", narra Isabel Gómez, delegada de administración interna. "El último mes pagamos las nóminas en una fecha decente gracias a que hubo trabajadoras peleándose con el servidor hasta las dos de la mañana".

Eso, de puertas hacia dentro. Más quebraderos trae la relación con otras administraciones. El primer edil relata las últimas semanas: "Hay directrices sobre la paralización de obras, un sinfín de recomendaciones, órdenes, formularios, instrucciones a veces totalmente contradictorias. El BOE dice una cosa y el BOJA otra. Llega un documento recomendando lo que otro desaconseja. Todos los días igual. Entiendo que esto ha pillado a todo el mundo a contrapié, pero el cacao administrativo, en cuestiones fundamentales, es bochornoso".

Como ahora no hay nada más fundamental que el material de protección y sanitario, Daniel Pérez se centra en ese gazpacho de órdenes contradictorias desde hace un mes: “El Gobierno instauró un protocolo para solicitar el material de protección. Lo cumplimos. Al poco tiempo nos llegó una nueva comunicación que le tiraba la pelota a la Consejería de Salud y Familias. La Junta te remite al Ministerio de Sanidad y el Ministerio dice, midiendo las palabras, que determinadas competencias siguen siendo autonómicas. En el grupo de alcaldes, los compañeros están que trinan. Después de una semana de escritos, formularios y llamadas a cinco bandas, han resuelto la papeleta a lo fino: en palabras llanas, que ya nos harán llegar lo que se pueda, pero que son los Ayuntamientos los que tenemos que buscarnos la vida. Como si no lo estuviéramos haciendo ya".

Suena otra vez el teléfono en el Ayuntamiento (aún no es mediodía) y surgen más problemas: no se sabe con certeza cuándo se reinicia el PER, las empresas locales que habían iniciado obras ejecutadas por el Ayuntamiento necesitan cobrar, las familias que bordeaban la exclusión se gastaron sus ahorros en almacenar alimentos y ya no tienen con qué hacer nuevas compras. "Los que antes ya eran frágiles van a ser los primeros en caer, pero la construcción ha reventado, a los jornaleros que siguen trabajando apenas les renta ir al tajo en desplazamientos individuales, teniendo en cuenta el precio del gasóleo y lo que se cobra por peonada, los autónomos que han tenido que echar la persiana siguen teniendo que pagar impuestos y alquileres, todo está haciendo crack. Programamos para el viernes un reparto de alimentos y productos básicos, pero ya sabemos que habrá muchas caras nuevas".

La limpieza de las calles y los lugares públicos debe hacerse a diario en Puerto Serrano
La limpieza de las calles y los lugares públicos debe hacerse a diario en Puerto Serrano. / La Información

Roberto Roldán recoge el material que se dona. Desde el primer minuto, particulares y empresas se volcaron con lo que tenían: hubo pintores que dieron mascarillas, operarios de empresas de construcción que hicieron llegar monos, tiendas que mandaron cajas de gel hidroalcohólico. El Ayuntamiento ha comprado dos impresoras 3-D y las ha cedido a un colectivo de voluntarios que fabrica pantallas protectoras. Gracias a eso, el personal sanitario, las fuerzas de seguridad y todos los colectivos que trabajan en sectores sensibles tienen sus máscaras.

A todos estos problemas, Puerto Serrano arrastra otro endémico: el precario suministro eléctrico. En septiembre hubo un apagón de 24 horas y desde que empezó el confinamiento, hay cortes de luz a poco que el tiempo ande revuelto. Que lo está. Y, de nuevo, la preocupación principal: ¿qué pasa si se va la corriente en la residencia?

Daniel Pérez vuelve a casa ya de noche cerrada, pese a que ahora el día dura más. Otra vez el cubo, la ropa, el baño, la ropa limpia. Su mujer acaba de preguntarle si va a cenar algo cuando suena el teléfono. El móvil oficial, claro. Le dicen que se ha ido la luz en varias manzanas del pueblo. La residencia no se ve afectada, pero el problema puede crecer si no se soluciona de inmediato. Sale, la misma ropa que estaba en el cubo del garaje, y se encuentra con María Luisa, la concejala de los partes sobre los ancianos. Le acaban de mandar uno de esos audios de autoayuda en el que dicen que puede ser un buen momento para encontrarse a uno mismo. La edil sonríe: "Yo me conformo con encontrar mascarillas". Medianoche. Andan separados por las calles vacías. ¿Y los ancianos? "Temperaturas bien. Todo bien".

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