Peligro de que se colapse la Sanidad rural

El éxodo de madrileños al pueblo: "Por favor, no salgáis de casa cuando lleguéis"

Calle vacía en Almendralejo, Badajoz.
Calle vacía en Almendralejo, Badajoz.
Ayuntamiento de Badajoz.

El pasado jueves el Ayuntamiento de Almendralejo, en Badajoz, lanzó por redes sociales un bando urgente a sus más de 33.000 habitantes de esta localidad de la comarca de Tierra de Barros. ¿El motivo? La llegada masiva de nuevos vecinos procedentes de la capital y de comunidades cercanas, sobre todo de Madrid. Ante el coronavirus en este pueblo, sin ningún caso en su hospital, son claros y concisos: "Que todas las personas llegadas de Madrid permanezcan en sus domicilio 72 horas", reza el escrito del socialista José María Ramírez Morán. 

"Sin darnos cuenta estamos estresando a la gente de los pueblos. Ayer fui a comprar fruta, se me ocurrió coger las peras con guantes de latex como protocolo sanitario y  pude ver que las señoras de la tienda se asustaban. Una vecina me dijo: 'Si venís a traer miedo, mejor que te vayas otra vez a Madrid. No es por estar a mal con vosotros, pero esto es grave y aquí muchos somos viejos", relata Marta, una empleada de banca que está teletrabajando desde principios de semana y decidió volver al pueblo con sus primos.  No solo en Extremadura, en varios municipios de Asturias se están tomando medidas para contener la avalancha de foráneos. El lema común: aislarse en casa. Pero no todos los ayuntamientos están siendo tan contundentes.

Cartel del pueblo madrileño de Becerril de la Sierra.
Cartel del pueblo madrileño de Becerril de la Sierra. / D.R.

En los pueblos de las provincias limítrofes a Madrid como Guadalajara, Toledo, Segovia y Ávila este fin de semana se ha generado una auténtica desbandada. Con el cierre de escuelas y centros de mayores en la capital, los pueblos suponen para familias y abuelos una opción de escape; y para los universitarios la vía de volver a casa, pero hay pensamientos encontrados a la hora de hacerlo. Avelino de 74 años y su esposa, de 70, han tomaron la decisión de volver a una pequeña localidad alcarreña en las orillas del pantano de Entrepeñas, en Guadalajara, en contra del criterio de sus hijos que permanecen en Madrid. Lo hicieron cuando saltaron los primeros casos en Madrid. Cuando la curva en Madrid superó los 2.000 contagiados llevan ya diez días en su chale totalmente asintomáticos. 

Ambos son profesores jubilados y pasan temporadas en una casa que se construyeron en los años noventa. "No estamos enfermos y pensamos que aquí el aire es más puro. Hemos visto que los supermercados locales están también medio vacíos. El miedo es libre y la televisión no ayuda. Y eso que nosotros no sabemos de redes sociales. Nosotros realmente conservamos la casa de Madrid por los nietos. Ahora aquí nos sentimos más seguros y lo que tenga que ser, será". 

Cuarentena voluntaria

Ellos, como otros muchos madrileños que han salido de la ciudad, no han comunicado su ubicación al centro de salud de su segunda residencias, lo que preocupa mucho a los sanitarios de estas zonas. Ana y Daniel, una pareja de periodistas, que llegaron el miércoles con sus tres hijos a un pueblo de Somosierra, sí lo han hecho. "Nos han sugerido una cuarentena voluntaria en la vivienda y el próximo miércoles iremos a darnos de alta como desplazados. Pero debemos ser los únicos", recalcan.

Ellos viven en una pequeña localidad de menos de 100 habitantes con la población muy envejecida: el 70 % del pueblo son mayores de 60 años. Como Avelino y su esposa fueron de los primeros foráneos en llegar al pueblo. "Cuando llegamos se nos recibió con normalidad, pero según avanza el coronavirus la gente está alarmada. Nos han pedido que permanezcamos en nuestras casas, que no hablemos con los ancianos del pueblo y algo muy importante: que nuestros hijos no jueguen con los de aquí", explica Ana.

¿Colapso de la Sanidad rural?

Según avanzan los días desde que el miércoles cortaron las clases en Madrid la situación en este pueblo de montaña cambia. Ya no hay solo vehículos para transportar paja o furgonetas de trabajo junto a las viviendas. Aparecen los utilitarios nuevos junto a las fachadas de las casas. Vienen hasta los topes con bolsas de comida, los niños y la abuela, a la que han sacado de la residencia concertada. Los parques con columpios de hierro vuelven a estar llenos como en los meses estivales. Los bares, que sufren la crisis de la despoblación, no se plantean cerrar. Algunos vecinos se aislan voluntariamente y otros, no.

La alcaldesa del vecino pueblo de Arcones, en Segovia, se queja a la agencia EFE:  "Da la impresión de que no se lo están tomando en serio". El Ayuntamiento ha tomado las medidas oportunas para prevenir el contagio, como cerrar todos los centros sociales dependientes del Gobierno municipal: "Por lo menos, para que los niños que vienen de Madrid no se reúnan. Sería mejor que vinieran cuando está todo bien", detalla Laureana Martín. Toca el camión del pan y la gente hace cola en la plaza. Algunos vecinos de Madrid han avisado al panadero que les deje las barras en una bolsa que han colgado de la puerta de sus casas. Pero son los menos. El resto está de cañas en los bares pensando que solo es una gripe fuerte.

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