Su crédito, en entredicho

Ministros 'fuera de juego': la crisis deja tocadas a varias apuestas de la coalición

Consejo de Ministros
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EFE

Las crisis no solo sirven para establecer prioridades y cargarse de nuevo deseos para no volver a caer en otra en el futuro. También sirven para retratar a los gobernantes. No todos logran estar a la altura en situaciones extremas, donde la urgencia que requieren las situaciones límite se combina con una exigencia más elevada que en una etapa normal. A lo que se suma un escrutinio público mucho más severo por parte de una ciudadanía a la que no le vale ni la gestión ni las respuestas. Solo quieren resultados. La pandemia de coronavirus ha evidenciado que no todos los miembros del Gobierno central han alcanzado esos requisitos. Y eso les ha dejado en 'fuera de juego' en el peor momento. 

Varios ministros del Ejecutivo se han visto superados en momentos muy delicados, provocando que su posición e influencia quedara en entredicho. Quedar ‘tocado’ en una problemática como esta, donde cada gesto en una reunión privada o en intervención pública es examinada, puede salir caro a medio plazo. E incluso poner en cuestión su continuidad en el Consejo de Ministros. Las voces que apuntan a que habrá salidas, ya sea por dimisiones o por una crisis de Gobierno, no hacen más que crecer. Aunque ni el propio Ejecutivo tiene garantizado su futuro por la retirada de apoyos que ha sufrido en las últimas semanas y que dejan en el alero muchas cuestiones que deben ser aprobadas tras el tsunami del coronavirus, como la propia aprobación de un pacto de reconstrucción o, en su caso, unos Presupuestos, aunque sean ya para el año que viene. 

La que más problemas ha tenido que afrontar en los casi 50 días que dura ya el estado de alarma es Nadia Calviño. La ‘superministra’ económica ascendida a vicepresidenta estaba destinada a ser una de las grandes protagonistas de la legislatura. Pedro Sánchez le entregó la potestad de desarrollar unos planes que cumplieran con las exigencias europeas, agradaran a los empresarios y tuvieran carga social. Una labor que solo ella podía desarrollar por lo mucho que gusta su figura en la UE o el sector empresarial y financiero. Pero las polémicas con el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, por la respuesta económica al Covid-19 han motivado que su papel esté discutido.

Todo esto responde a que Calviño ha perdido varias batallas. La vicepresidenta tercera luchó con Iglesias por las ayudas a trabajadores, el aumento del gasto, las moratorias de hipotecas y alquileres o el cierre total de la economía acompañado de un permiso retribuido recuperable. Aunque algunas de las disputas han caído de su lado, otras han acabado con la victoria de un Iglesias que no ha hecho más que aumentar su influencia en las decisiones que toma Sánchez. Una dinámica que ha evidenciado la gran distancia que existía entre la responsable de Economía y el líder de Unidas Podemos, a cuyos dirigentes nunca les ha gustado Calviño por considerar que podría ser ministra tanto con el PP como con Ciudadanos. Al final, esta misma semana presentaba ante Bruselas la mayor debacle económica de la historia de este país, sin haber logrado todavía nada de la UE para remediarlo, más que buenas palabras.

Otra de las grandes apuestas de Sánchez que ha quedado tocada por los vaivenes de estas semanas es Teresa Ribera. La encargada de diseñar los planes contra el calentamiento global fue 'ascendida' cuando se le encargó que coordinara el plan para la desescalada. Una labor de gran responsabilidad para la vicepresidenta menos mediática, que cogía peso por estar al frente de las políticas que iban a marcar la vida del país tras 50 días de confinamiento total. Pero finalmente, Sánchez decidió dar un 'volantazo' y cambiar todo en lo que había estado trabajando Ribera. Tanto a él como a su equipo, el documento presentado por la jefa de Transición Ecológica les resultaba demasiado amplio y genérico. Por eso hicieron un plan B que alteraba el anterior. Una desautorización que se suma a que se le arrebatara el liderazgo del proceso a la 'nueva normalidad' con el nuevo Comité Técnico, donde su figura queda diluida. 

El caso de Salvador Illa es otro de los que pueden entrar en este grupo. Un ministro que llegó al Gobierno por la cuota del PSC se ha convertido en apenas tres meses en una pieza clave del Ejecutivo por la pandemia. Su liderazgo al frente del Ministerio de Sanidad sorprendió por su nula relación con el ámbito sanitario, ya que su campo es el de la Filosofía. Aun así, se ha encargado de comunicar todas las decisiones importantes y de tener plenos poderes para gestionar la crisis. Incluso por encima de carteras con muchas más competencias que la suya. Lo que no le ha librado de recibir críticas y reproches, tanto de la oposición como de las comunidades autónomas. El Illa que entró al Ministerio no va a ser el mismo cuando salga. 

De Campo a Marlaska

Otros dos ministros elegidos directamente por Sánchez tampoco pasan por su mejor momento. El último en sumarse a esta lista es el de Justicia, Juan Carlos Campo, que se ha encontrado con un gran rechazo de los distintos ámbitos judiciales por sus planes de contingencia ante los efectos del virus. Tanto el mundo de la abogacía como los jueces han rechazado el real decreto de medidas urgentes que, entre otras cosas, implica que agosto sea hábil, para que así se puedan celebrar juicios y sigan corriendo los plazos en un mes que hasta ahora estaba reservado para vacaciones. Ese enfrentamiento contra todos puede poner en más apuros al ministro, que además ya estaba señalado por la polémica sobre los registros y la contabilización en estos de los fallecidos por coronavirus. 

Lo mismo le ha ocurrido al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que además ha sido uno de los más expuestos mediáticamente. Su defensa cerrada de la gestión durante la pandemia y  su negativa a hacer autocrítica por los pasos que ha dado el Gobierno le costaron numerosas críticas. Tampoco están contentos en la Policía Nacional, que ha denunciado en numerosas ocasiones que aún no se les han facilitado los Equipos de Protección Individual (EPIs) suficientes a pesar de que los agentes conforman uno de los colectivos más expuestos. Las polémicas por las multas durante el estado de alarma con Abogacía del Estado o los jueces también forman parte del bagaje de Marlaska en este mes y medio. Y las palabras del general de la Guardia Civil en Moncloa sobre control el ambiente "desfavorable" al Gobierno también le salpicaron por tratarse de uno de sus subordinados directos.  

Unidas Podemos no se salva

Aunque Pablo Iglesias se ha consolidado durante esta crisis, otros de sus compañeros de formación no han tenido la misma suerte. La más 'tocada' por la crisis es Irene Montero, que antes de que estallara la pandemia fue figura clave en varias discusiones entre los socios de coalición por leyes como la del 'solo sí es sí'. Su defensa de que se celebraran las manifestaciones del 8-M, incluso después de que se conociera que fue esa misma tarde cuando Moncloa fue consciente del daño que estaba haciendo el Covid-19 en todo el país, le ha costado que se cuestione su idoneidad para un puesto como el de ministra de Igualdad. Aunque Montero también ha tenido mala suerte en esta etapa, al ser la titular de cartera que más tiempo ha tenido que pasar aislada por contagiarse. 

Tampoco ha tenido todo de cara el ministro de Consumo, Alberto Garzón, que apuntaba a ser una figura clave y finalmente ha quedado desdibujado. Que Sanidad asumiera casi todas las competencias de las que él disponía ha provocado que el líder comunista se haya quedado en un segundo plano total. Y tampoco venía de un buen momento previo, ya que su primera ley para regular la publicidad del juego online no logró la unanimidad que tanto él como su equipo se esperaban.  Críticas que llegaron incluso de sectores de la izquierda que aplaudieron su nombramiento. Pero que ahora llegaron a tacharle de tibio por no acabar de 'meter mano' al sector de las apuestas. 

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