Cristina, del revés político y el drama personal a un triunfo arrollador

  • Cristina Fernández, que logró hoy un triunfo arrollador para retener la Presidencia argentina por otros cuatro años, ha sabido revertir el duro revés electoral que recibió hace sólo dos años y sobrellevar con entereza el drama personal de la muerte de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, hace un año.

Natalia Kidd

Buenos Aires, 23 oct.- Cristina Fernández, que logró hoy un triunfo arrollador para retener la Presidencia argentina por otros cuatro años, ha sabido revertir el duro revés electoral que recibió hace sólo dos años y sobrellevar con entereza el drama personal de la muerte de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, hace un año.

La mandataria argentina fue reelegida hoy con el 53 por ciento de los votos, el mayor nivel de adhesión popular conseguido en una elección presidencial desde el retorno de Argentina a la democracia, en 1983, según los primeros datos provisionales.

Aunque con estilo propio, la dirigente peronista, de 58 años, ha cumplido la promesa de profundizar un modelo político y económico, con aciertos y errores, gestado por Néstor Kirchner, quien falleció de un ataque cardíaco el 27 de octubre de 2010.

Sin abandonar su riguroso luto, a Fernández se la ha visto afrontar con entereza la muerte de su esposo, aunque en ciertos momentos no ha ocultado tristeza y cansancio.

"Él", como llama Fernández a Kirchner sin casi nunca mencionarlo en actos públicos por su nombre y apellido, ha sobrevolado esta campaña, como recuerdo de un legado que, para los kirchneristas, sólo Cristina y ningún otro sucesor puede perpetuar de momento.

La mandataria ha confesado que, con la muerte de Kirchner, una parte de ella "se fue con él", el "compañero" de toda su vida, como gustaba llamarlo y con quien se casó en 1975, un año después de conocerse en la universidad, donde estudiaban Derecho, y después de seis meses de noviazgo.

Desde la muerte del expresidente, Fernández se ha aferrado en lo personal a sus hijos, Máximo, de 34 años, y Florencia, de 21, nacidos en Río Gallegos, capital de la sureña provincia de Santa Cruz, tierra natal de Kirchner y donde reposan sus restos.

Heredera de la jefatura política del gobernante Partido Justicialista, en el que milita desde su juventud, Fernández se ha apoyado en los sectores juveniles y el kirchnerista Frente para la Victoria, atenta ante las históricas divisiones dentro del peronismo y las crecientes rencillas dentro de los círculos sindicales justicialistas.

Tras dos décadas de una trayectoria política que supo construir a fuerza de una destacada labor legislativa y una fuerte vocación de poder, Fernández se convirtió en 2007 en la primera mujer en ser elegida para ocupar la Presidencia argentina.

En los comicios presidenciales de ese año logró un caudal de votos del 45,29 por ciento, casi el doble de los que había obtenido Kirchner en 2003, y asumió al frente del Ejecutivo con una imagen positiva del 51 por ciento.

Uno de los logros de su gestión ha sido mantener el ritmo de crecimiento económico, aun frente a la crisis global desatada en 2008, e hizo guiños a los mercados al reabrir en 2010 el millonario canje de deuda con acreedores privados cerrado en 2005, pero tomó otras medidas polémicas como utilizar reservas excedentes del Banco Central para pagar deudas soberanas del país.

Otros puntos controvertidos son el manejo cuestionado de los datos oficiales de inflación y una política monetaria expansiva que alimenta la escalada de precios.

A Fernández también se le achaca no haber calculado los costos económicos y políticos del conflicto con el sector agrario que estalló en marzo de 2008, cuando el Gobierno intentó imponer impuestos móviles a las exportaciones de granos.

En lo político, la decisión del vicepresidente argentino, el radical Julio Cobos, de oponerse a esa iniciativa supuso que pasara a convertirse en un líder opositor.

Además, el conflicto con el campo hizo mella en la imagen positiva de Fernández, proceso que derivó en una dura derrota electoral para el oficialismo en los comicios legislativos de 2009, por la que perdió su mayoría absoluta en el Parlamento.

Sin embargo, tras esos comicios la oposición no logró consolidarse y, gracias a un estilo menos agresivo y ayudada por la bonanza económica, Fernández volvió a ganar popularidad, un proceso que se aceleró con la muerte de Kirchner y que se confirmó en las primarias de agosto pasado, cuando acaparó el 50,24 por ciento de los votos.

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