Cristina Rota: "A la cultura le ha venido bien la crisis, para crecer"

  • Carlos Mínguez.

Carlos Mínguez.

Madrid, 29 ene.- Sus crisis personales le han servido para crecer como ser humano, para hacerse más fuerte, de ahí que Cristina Rota, maestra de muchos y grandes actores y actrices, como Penélope Cruz, Antonio de la Torre o José Coronado, crea que la cultura saldrá fortalecida tras unos años, los últimos, de gran penuria.

"Al mundo de la cultura le ha venido bien esta crisis, para reflexionar y crecer. O sirven para crecer (las crisis) o te destrozan. Parar de crecer es la muerte", destaca la actriz, directora de escena, productora y, por encima de todo, maestra de actores en una entrevista con Efe.

Una "pasión", la enseñanza, que ocupa su vida desde hace casi cuatro décadas, desde que fundó en Madrid el Centro de Nuevos Creadores, en el que se han formado muchos grandes del cine y el teatro en España.

"En la vida, lo que hace falta es pasión. Lo que significa un ser humano -continúa su reflexión-, su grado de madurez, es la pasión que pone para alcanzar metas".

En el cuadro de honor de alumnos aventajados de la escuela, además de Cruz, De la Torre y Coronado, están también Dani Martín, Malena y Ernesto Alterio, Roberto Álamo, Alex García, Alberto San Juan, Goya Toledo, Marta Etura y Raúl Arévalo, entre otros nombres de una larga lista.

Algunos acompañarán mañana a su maestra en el homenaje que, coincidiendo con su 70 cumpleaños, Cristina Rota recibirá en la localidad madrileña de Rivas, donde -de nuevo su obsesión por la enseñanza- desarrolla con chavales un programa educativo en artes escénicas.

Ella prefiere hablar de "reconocimiento", porque la palabra homenaje le hace pensar "que ya van poniendo un ladrillo más" sobre su tumba creativa.

Homenaje o reconocimiento que le han organizado sus tres hijos, Juan Diego y María Botto y Nur Levi, maestros de ceremonia también en el que será un repaso por la vida y la obra de quien a finales de los 70 del siglo pasado tuvo que salir huyendo de Argentina, perseguida por los mismos militares golpistas que habían hecho desaparecer a su compañero, el actor Diego Fernández Botto.

A España llegaba entonces una joven madre con dos hijos pequeños de la mano y embarazada del tercero. Atrás quedaba una carrera de actriz y empresaria teatral truncada por el exilio.

"Empezar de cero como actriz -recuerda- no me hacía feliz. Y además era difícil para una extranjera. Y como no quería sentirme rechazada intuí que aquí faltaba algo, pedagogía, y a ello me entregué. ¿Qué tienes para dar?, me pregunté. Conocimientos, fue la respuesta".

Cristina Rota concibe su trabajo pedagógico en un sentido amplio, que va más allá de transmitir una serie de enseñanzas o destrezas técnicas o teóricas. "No entiendo la pedagogía -asegura- como algo enlatado, cerrado. Quien llega a mi escuela aprende también a ser ciudadano, a comprometerse con la realidad, a no vivir ajeno a cuanto ocurre en la calle". Lo que ella llama compromiso, "con la vida, con el otro".

"Nada de lo humano le puede ser ajeno a un creador", insiste Cristina Rota, una maestra que en el día a día enseña a sus alumnos a "usar la destreza para comunicar con la vida, a ser un significante de vida, de libertad, de amor y compromiso. Me tiro de los pelos -añade- cada vez que veo a un actor que no se compromete con lo que hace y le rodea".

Aunque han pasado muchos años, Cristina Rota sigue considerándose "en parte" una exiliada. "Cuando me concedieron la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes (en 2010) me dije, ya soy de acá. Pero el exilio está ahí, siempre presente", como una "herida que solo restañamos con el tiempo".

"Una forma de lograrlo es no quedarse en la melancolía del pasado", asegura. A ello ha ayudado, en su caso y en el de sus hijos, "lo ocurrido en Argentina en el sentido de poner a los malos en su sitio, después de que haya actuado la justicia".

Cristina Rota no se ha planteado regresar a la Argentina. "Ya no entiendo su lenguaje, no me adapto a su comportamiento, a esa picardía de los argentinos que antes me parecía extraordinaria. Es un pueblo -dice- al que le ha costado mucho recuperar la imaginación; poco a poco va levantando el vuelo y restañando sus heridas".

Un pueblo al que "le falta crecer ideológicamente y cambiar mucho la educación. Aquí (en España) entiendo por lo que se está luchando, aunque me enoje muchísimo; pero no entiendo ya dar tantas vueltas, tantos vericuetos" para llegar a la meta.EFE

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