Rivera afila el cuchillo para liquidar al PP el 26-M y afianzarse como alternativa

  • Los populares admiten 'sotto voce' que han "regalado" a la formación naranja el liderazgo en el centro-derecha con su estrategia de campaña.
Pablo Casado, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera
Pablo Casado, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez y Albert Rivera
Atresmedia

La imagen de Pablo Casado flanqueado por Teodoro García Egea y Adolfo Suárez Illana, todos de involuntario pero riguroso luto para la ocasión, compungidos y hasta demasiado formales, representaba el sentir de cuadros y militantes del Partido Popular el pasado domingo tras consolidarse la debacle electoral del 28-A. “Le hemos regalado a Rivera el liderazgo del centro-derecha”, lamentaba ayer una fuente interna del partido, en una reflexión algo más en frío. “Lo peor es que puede ser irrecuperable. En plena desaceleración económica, con una crisis a la vuelta de la esquina entre 2020 o 2021, vamos a un planteamiento con más gasto, más impuestos y una contrarreforma laboral. Y no hemos sabido responder”, zanjaba resignado. Ayer, precisamente, todas las miradas estaban puestas en el PP, a la sazón el grupo más golpeado por los votantes, que lo han demediado en apoyos.

En esta línea, un otrora alto miembro de la cúpula popular miraba hacia atrás para explicar la catástrofe resultante de la convocatoria electoral. “Pablo Casado ha limpiado el partido, que recogió con una herencia envenenada. De hecho, más allá de la corrupción, lo peor es que vino Ciudadanos, y su impacto no se quiso ver, hasta el punto de que no se le dio ninguna importancia. Luego llegó Vox, y se hizo lo mismo. De eso Casado tiene la responsabilidad justa, hay que mirar a la anterior dirección. Pablo lo primero que se encontró fue la campaña del máster, a todas luces injusta, y después llegaron andaluzas y generales, sin solución de continuidad, sin tiempo para responder”, subrayaba.

La cara B es Ciudadanos, que por boca de Albert Rivera no tardó en proclamarse líder de la oposición, con la vista puesta en el definitivo ‘sorpasso’ que en la formación naranja auguran para el 26 de mayo. Desde esa posición se explica ‘sotto voce’ lo que Arrimadas y compañía elaboran con más detalle en público, véase que no hay posibilidad alguna de pacto con el PSOE. Fuentes internas del PP no dudan en hablar sin ambages de un error de estrategia, al priorizar la ascensión de Vox como ‘leitmotiv’ electoral. “Se ha demostrado que, al final, el problema no estaba en la derecha, sino en el centro y, sin embargo, se ha hecho una campaña súper centrada en la formación de Abascal”, se lamentan, bajo condición del anonimato. Aunque es cierto que las encuestas y los ‘trackings’ han ayudado poco, muchos en la casa se preguntan por qué nadie advirtió siquiera del drama en ciernes.

“Hay una respuesta a esa pregunta -remachan estas fuentes-. En el PP de Casado no ha operado un ‘estado mayor’ que controlara la campaña de forma férrea. Eso explica el error de discurso. También que no se hayan tenido en cuenta cuestiones básicas. Es encomiable la ‘limpia’ en el partido que ha hecho Casado. Había un rechazo social a la herencia de Rajoy, Soraya o Montoro que era muy difícil de superar. En ese sentido, es normal que se haya movido ficha. Otra cosa es que Dolors Montserrat sea la persona adecuada para sustituir a Esteban González Pons como cabeza de lista para las europeas. O que se convirtiera el Senado en un cementerio de elefantes que, en una situación como la actual, puede ser hasta en un foco de oposición interna. Las cosas podían haberse hecho de otro modo”.

Nadie lo vio venir

El Partido Popular, admite ahora que no supo ver cómo los discursos ajenos le iban estrechando el terreno de juego. “La pelea entre PP y Vox nos ha permitido abarcar todo el centro, hasta el punto de manejar iniciativas para llegar al voto liberal”, se explicaba desde Moncloa apenas dos semanas antes de los comicios, lejos de las tesis de ultraizquierda que Sánchez manejo en algún momento de su ascenso desde los infiernos. Por el camino, también Rivera cogió desde posiciones constitucionalistas pero más centradas en la estela de la radicalización, pautas del discurso de Casado, perdido en refriegas con Abascal sobre una derecha más o menos cobarde o acomplejada. “Los bloques de derechas e izquierdas suman casi igual, pero la fragmentación hace muchísimo daño al PP. Ahora toca toda una reconstrucción del espacio político de centro-derecha que en otra época tardó más de una década en hacerse, en el final de la UCD. Se ha llegado a un punto que hasta la derrota en el Senado impide tener bajo control el tema catalán y aplicar el 155 se procede”, se resignaba el veterano dirigente popular antes citado.

¿Puede pasar algo en el PP de aquí al 26-M que agrave la crisis de la formación? Las diferentes fuentes consultadas tienen claro que ni puede haber ni habrá contestación interna por la sencilla razón de que no hay plan B. Con comunidades autonómicas como Madrid en el alero, toca un prietas las filas y aguantar el chaparrón, en la esperanza de que el voto local y regional siga claves diferentes al nacional. Entretanto, Cs no se esconde. Su secretario general, José Manuel Villegas, dejó claro ayer que sus cuatro millones de votantes lo hicieron para “sacar a Sánchez de la Moncloa o liderar la oposición”. Y remachó, tras dejar claro que su aspiración es “liderar la oposición” porque sus resultados electorales son muy similares a los del PP, que su caladero ideológico es el centro-derecha, donde habitaban los votantes de populares y socialistas. Para buen entendedor.

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