De cómo está pasando lo mismo que en 2011... pero esta vez puede ser aún peor

  • La pregunta es si el nuevo gobierno izquierda-extrema izquierda logrará sacar al país de la recesión/desaceleración que viene o la van a acentuar.
SANCHEZ IGLESIAS
SANCHEZ IGLESIAS

El 30 de diciembre de 2011 a los españoles se les atragantaron las Navidades. El Gobierno subió los impuestos en todos los tramos, y se cebó especialmente con los más ricos: les subió 7 puntos a los que ganasen más de 300.000 euros. Eso suponía que en algunas autonomías el impuesto sobre la renta llegaría al 55%, que era como confiscar la mitad de lo que uno ganaba.

Los grandes patrimonios que vivían del capital también sufrirían una bofetada de impuestos, así como los propietarios de casas, cuyo IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles), también subió. Por subirse, se subió hasta el IVA del 18 al 21%, de modo que esto afectaba a todos los consumidores.

Se subieron los impuestos especiales (alcohol, tabaco, gasolinas), y el impuesto de sociedades. Además, se eliminaron las deducciones por vivienda, que suponían un colchón para miles de familias hipotecadas. Y para terminar, se aumentó la presión sobre el fraude fiscal, de modo que en pocos años la cifra de recaudación antifraude se multiplicó por dos. En esos años, la deuda pública se disparó a casi el 100% del PIB, y el Fondo de la Seguridad Social casi se agotó.

Era una situación realmente extraña. El diario 'El País' se preguntaba: “El Gobierno del PP, repleto de liberales anti-impuestos, se acercó ayer mucho a posiciones tradicionalmente socialdemócratas”. El diario 'El Mundo' diría. “El PP es el partido que más subidas de impuestos ha realizado en la historia fiscal de este país, por mayor volumen recaudatorio y en menos tiempo”.

La cadena de malas noticias económicas fue imparable. En 2012, un año después de salir a Bolsa, el Gobierno nacionalizó Bankia. Había sido la salida a Bolsa más desastrosa de la historia de España.

En ese año, la prima de riesgo se disparó por encima de 600 puntos. “La deuda española desapareció de las pantallas de la agencia Reuters”, afirmó el ministro Luis de Guindos a los periodistas, lo que quería decir que nadie quería comprar Letras y Bonos del Tesoro español. Ni regalados.

El sistema financiero estaba tan dañado que el Gobierno pidió 100.000 millones de euros a Bruselas para meterlos a toda prisa en los bancos españoles, mejor dicho, en las cajas españolas, que habían sido tan mal gestionadas por los políticos que las habían hundido. Se transformaron en bancos o se fusionaron.

En 2012 más de un millón de personas se fueron al paro, y en 2013 el paro llegó al máximo de su historia: 27% de la población activa. El número de desahucios se disparó así como el número de personas que se lanzaban por las ventanas y se suicidaban porque se quedaban sin casa.

Los abuelos descubrieron que ese aval que habían firmado con el banco para garantizar a hipoteca de su hijo o de su nieto, ahora se activaba de modo que los bancos se llevaban sus pensiones.

Ya antes de todo esto, había nacido una cosa llamada el 15-M: eran las personas que se habían concentrado espontáneamente en la Puerta del Sol, y que habían permanecido allí varias semanas como signo de protesta contra los políticos, contra los partidos, contra la banca, contra la crisis, y contra el Gobierno.

Esas manifestaciones tuvieron lugar durante la etapa del PSOE en el Gobierno en mayo de 2011, pero su espíritu continuó después de 2011, y se acentuó más debido a las medidas económicas del PP de aquellas Navidades. Entonces, un partido trató de apropiarse del espíritu del 15-M y se presentó a las elecciones europeas de 2014: ganó 5 diputados y sorprendió a los españoles. Su líder se llamaba Pablo Iglesias y por la forma de hablar parecía el mejor comunicador político del momento.

Uno de sus lemas era la crítica a “la casta”, queriendo denunciar con ello a los políticos del congreso, el Gobierno, el Ibex-35 y por supuesto, a la banca. Lo mismo que denunciaba el 15-M. Luego, ese partido llamado Podemos se siguió presentando a las elecciones y fue ganando más diputados.

Pues bien, en las últimas elecciones, Pablo Iglesias firmó un acuerdo con el presidente socialista Pedro Sánchez para gobernar juntos este país: Iglesias seguramente sería vicepresidente, y además, mandaría en algunos ministerios a partir de diciembre.

Una de las cosas que promete Pablo Iglesias y su partido es subir los impuestos, especialmente el IRPF y especialmente a los patrimonios de los más ricos, nacionalizar Bankia, eliminar las deducciones en la renta, elevar los impuestos sobre el ahorro, subir el impuesto de sociedades, aumentar la persecución al fraude fiscal y hasta crear nuevos impuestos.

En resumen, promete hacer casi lo mismo que lo que hizo el PP a partir de 2011. Aquella brutal cirugía económica devastó al país durante tres años.

De modo que, si ahora se van a aplicar las mismas medidas podríamos hacer la siguiente predicción: el paro va a subir, la economía seguirá cayendo, los más pobres sufrirán más, las empresas contratarán menos, el Estado recaudará más, la oposición criticará la subida de impuestos, se fraguará un partido extremista que recogerá la rabia de los más desfavorecidos (¿será Vox o nacerá otro?), y habrá manifestaciones contra "esta casta", de la cual ya Pablo Iglesias forma parte junto con su gran chalet, su gran cargo y su gran sueldo.

La pregunta que hay que hacerse ahora es si el nuevo gobierno izquierda-extrema izquierda logrará sacar al país de la recesión/desaceleración que viene o la van a acentuar. Muchos dirán, "esta vez es diferente".

En 2009, poco después de la crisis financiera más aguda de los últimos años, Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart escribieron un libro sobre el parecido de las crisis en la historia, cómo se fraguaban y cómo estallaban. Eran muy iguales, pero los responsables de las crisis siempre decían con optimismo: “Esta vez es diferente”.

¿Y hay algo diferente esta vez?

Lo que hay de diferente es que Rajoy heredó un país en recesión profunda, y Sánchez, desde que llegó al poder hace un año, heredó el país que más crecía de la Eurozona.

También hay de diferente que en 2011, el mundo ya estaba saliendo de la crisis de 2008, mientras que ahora la mayor parte de los países de nuestro entorno están en entrando recesión o a punto de entrar como Alemania, nuestros clientes, por cierto. No nos pueden ayudar a nuestras exportaciones.

También hay de diferente, que en 2011 Reino Unido era parte de la UE, pero el año que viene dejará de serlo, con lo cual tendremos un problema porque es uno de nuestros principales proveedores de dinero empezando por sus turistas. Los vamos a perder.

Y por último, lo que hay de diferente es el margen de maniobra. No queda casi nada del Fondo para la Seguridad Social. Además, esa institución tiene un déficit de unos 17.000 millones de euros, es decir, no da para pagar todas las pensiones. Y encima, la deuda pública ya ha sobrepasado el 100% del PIB. No hay dinero.

Es como si un avión empezara a quedarse sin combustible en pleno vuelo, y cuando el comandante trata de echar mano de la reserva, se da cuenta de que no queda ni una gota y el avión empieza a caer hacia un grupo de rocas puntiagudas. La pregunta es: ¿cuánto tiempo tardaremos en caer?

Mostrar comentarios