Una frase que repite desde hace años

¿De dónde sale el "yo me tiraría por un barranco por mi jefe" de Iván Redondo?

Es de Sertorio, según le atribuye Plutarco, cuando define la Devotio ibérica. En concreto, hace referencia a los soldados que formaban el séquito de un caudillo y que deben permanecer con él en el caso de morir. 

Ivan Redondo
¿De dónde sale el "yo me tiraría por un barranco por mi jefe" de Iván Redondo?. 
Europa Press

La adaptó Sorkin en El Ala Oeste de la Casa Blanca pero en realidad proviene de Sertorio, cuando define la Devotio Ibérica, la extrema fidelidad de los soldados a su superior. La frase de Iván Redondo ha generado ríos de tinta y minutos y minutos de comentarios en las tertulias. Un asesor, dijo en el Congreso, debe “tirarse por un barranco” por su jefe. “Lo hago aquí, ahora y mañana”. Y ahí voy a estar con él hasta el final”. El comentario ha sido atribuido a Aaron Sorkin pero en realidad no es de él. Tiene mucha más historia. Proviene de Plutarco.

Es una frase que Redondo siempre ha repetido. En realidad es de Sertorio, según le atribuye Plutarco, cuando define la Devotio ibérica. En concreto hace referencia a los soldados que formaban el séquito de un caudillo y que, según la tradición histórica, deben permanecer con él en el caso de que éste muera. A esta suprema fidelidad llaman consagración o devoción. Se conoce como devotio al juramento mediante el cual los soldados vinculan sus propias vidas a la de su jefe. Es una forma de clientelismo militar que incluye rasgos religiosos, por lo que la fuerza de este juramento adquiría un carácter sagrado. Si el jefe perdía la vida en combate, los devotii debían suicidarse al haber fallado en su cometido.

Aunque comúnmente se habla de devotio ibérica con un sentido de originalidad o exclusividad, lo cierto este tipo de clientelismo ya se daba en otras culturas como los soldurii de los galos o los comitatus de los germanos. La devotio, por tanto, era una consagración de la propia vida a los dioses de forma unilateral y unipersonal, es decir, hacia una persona que no tenía por qué corresponder con el mismo juramento. Sin embargo y a pesar del carácter religioso de esta institución, no conllevaba un culto a la persona hacia la que se hacía el juramento.

Aún así, no hay que otorgar una visión demasiado romántica a la devotio ya que hubo casos en los que los mercenarios abandonaron a sus generales. La tradición atribuye al menos tres casos de devotio entre los pueblos prerromanos de la Península Ibérica, dos de ellos hacia generales romanos: Indíbil y Mandonio hacia Escipión, la escolta de celtíberos de Sertorio y Los compañeros de Retógenes, aunque existen dudas ya que Apiano no menciona de forma explícita que hubieran hecho un juramento hacia su líder. Redondo, en definitiva, tiró en el Congreso de referencias históricas y no tanto del Ala Oeste de la Casa Blanca.

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