Catorce lecciones que deja el coronavirus

De los errores de Sánchez a la España altruista: lo que nos enseñó la pandemia

Los ciudadanos nunca olvidarán la mala comunicación del Gobierno o la ausencia de un plan de contención. Tampoco que los estados necesitan sistemas sanitarios sólidos... porque los virus seguirán llegando.  

Efe
De los errores de Sánchez al altruismo: todo lo que aprendimos en la pandemia
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En los catorce meses que van desde el decreto del estado de alarma de 2020 hasta la casi total libertad de movimientos de mayo de 2021, los españoles han vivido situaciones límite y, como en todo escenario extremo, han sacado lecciones 'difíciles' de olvidar. He aquí 14 conclusiones que hemos extraído de este periodo de crisis.

1. La comunicación. Desde el principio, los portavoces del Gobierno metieron la pata en cuestiones de comunicación. "No hace falta usar mascarillas" o "Serán dos o tres casos". El Ejecutivo cometió errores incluso cuando afirmó que España era el octavo país en cifra de test, cuando en realidad era el 17º, según la OCDE. La gestión de la vacunación ha estado también plagada de contradicciones, como los cambios en las edades recomendadas para la inyección de AstraZeneca o la recomendando cambiar la segunda dosis de la misma a Pfizer. Y al final el pueblo ha dado la espalda a las recomendaciones del gobierno pues hace todo lo contrario de lo que le mandan. Para la próxima pandemia, el Gobierno debería tomar cursos de comunicación.

2. La política. La decisión de permitir los actos públicos de todo tipo en el 7 y 8 de marzo de 2020 -partidos de baloncesto, de fútbol, conciertos, ferias de estudiantes y sobre todo el Día de la Mujer- tuvieron un claro impacto en la extensión de los contagios. Nadie llevaba mascarilla. Todavía hoy se debate si fue una decisión política permitir las manifestaciones del 8-M, pues fueron más de 250.000 personas manifestándose en toda España. Algunos estudios afirman que si se hubiera confinado el país dos semanas antes, se habrían evitado el 60% de los contagios. Cada vez está más claro que en crisis similares, la salud debe estar por delante de las decisiones políticas.

3. La imprevisión. Desde el momento en que se supo que una epidemia había partido de China a principios de 2020, no hubo un plan de contención. Existía desde 2005 un Plan Nacional contra Pandemias de Gripe pero nadie lo tuvo en cuenta: no había respiradores, EPIs, mascarillas, gafas protectoras, y tampoco había, como recomendaba el Plan de 2005, confinamientos tempranos, controles en puertos y aeropuertos, medición de temperaturas... En el fondo, una pandemia de gripe es un virus, como el Covid-19, pero el Gobierno jamás hizo caso al Plan de 2005. La peor consecuencia de la imprevisión es que, una vez que el virus entró en España, el sistema hospitalario no podía hacerle frente con sus medios. Tampoco las residencias, donde miles de ancianos murieron en soledad porque ni estaban medicalizadas, ni su situación hubiera cambiado mucho al trasladarlos a los hospitales, porque éstos estaban colapsados.

4. Las farmacéuticas. La imagen de las farmacéuticas no era la mejor del mundo desde que a finales de los 50 del siglo pasado la talidomida provocó daños en las mujeres que estaban encintas y que dieron a luz a bebés con malformaciones. En años sucesivos surgieron malas prácticas de las farmacéuticas como regalos a los médicos o viajes organizados para lograr que recetaran sus medicamentos. Esas malas praxis dieron lugar a relatos novelescos para el cine y la televisión donde aparecían como las malas de las película. Sin embargo, el gigantesco esfuerzo en 2020 por obtener vacunas contra el Covid-19 dio como resultado su obtención en un tiempo récord: tardaron menos de 10 meses, cuando lo normal son periodos de muchos años. En poco tiempo han pasado de ser las 'malas' a 'salvadoras' de la humanidad.

5. Colaboración público-privada. Pocas veces en la historia se ha conocido una coordinación tan inmensa de fondos públicos para financiar la investigación de vacunas en las empresas privadas. Y pocas veces se ha visto una logística de este tamaño para transportar vacunas por todo el globo en tan poco tiempo. Las empresas farmacéuticas esperan que a finales de este año toda la humanidad estará vacunada, y que en esas fechas habrán producido más de 12.000 millones de vacunas. Todas ellas financiadas con capital público y gratis para los ciudadanos.

6. La sanidad. Cuando preguntaron a los españoles qué grado de credibilidad y confianza le daban los diferentes colectivos (Sociométrica, abril de 2020), los sanitarios aparecieron en primer lugar. Su lucha fue ejemplar: jornadas exhaustivas, riesgo de contagio y poco equipamiento de protección. El pueblo respondió aplaudiendo todas las tardes a las ocho. En tres meses se levantó el primer y único hospital contra pandemias del mundo, el Zendal de Madrid. Si hay una lección que se ha aprendido en la pandemia, es que los estados deben tener sistemas sanitarios sólidos y bien equipados porque las pandemias seguirán llegando.

7. La solidaridad. Las muestras altruistas de solidaridad ciudadana se vieron desde el primer día: desde taxistas o choferes de Cabify que llevaban a enfermos a los hospitales sin cobrar nada, hasta los Bancos de Alimentos, la Cruz Roja y otras organizaciones que, con donaciones, lograron amortiguar el impacto de los confinamientos en las familias más desfavorecidas. Organizaciones como Cáritas mostraron una vez más la necesidad de este colchón social para que los más débiles no se queden abandonados. En las situaciones límite, también surgen los mejores comportamientos del ser humano.

8. Reacción de Europa. La Unión Europea aprobó desde el principio paquetes de ayuda económica para paliar el impacto de la pandemia en los ciudadanos europeos: desde créditos y ayudas a empresas, a fondos de ayudas a los que se quedaban sin empleo. Las cantidades aprobadas posteriormente han sido las mayores movilizaciones de fondos de la UE en su historia.

9. El ahorro. Las familias han entendido con la pandemia que hay que tener un colchón financiero para gastos imprevistos. Algunas ahorraron forzosamente, pues no se podía gastar dinero en los comercios ni en los transportes debido a las medidas del confinamiento.

10. El comercio electrónico. En casa, con más tiempo de ocio, millones de personas se dedicaron a comprar toda clase de productos por internet. Un ejemplo: los ingresos de Amazon en los doce meses que van desde abril de 2020 a marzo de 2021 (lo peor de los confinamientos) crecieron un 47%. Estamos hablando de que la empresa ingresó 419.000 millones de dólares (344.000 millones de euros). Solo en el último trimestre de 2020, los ingresos de Amazon fueron de 125.000 millones de dólares (102.000 millones de euros) Por comparación, la empresa española que más factura es Mercadona: el año pasado, doce meses, facturó 26.932 millones de euros. La pandemia ha ocasionado una explosión del comercio electrónico y de las empresas de transporte y logística.

11. La restauración. Muy relacionado con lo anterior, las empresas de comida a domicilio han crecido en todo el mundo. Hamburguesas, pizzas, platos preparados… El 'delivery' ha aumentado y las calles se han llenado de 'riders'. Su número ha crecido tanto que el Gobierno ha tenido que regularlos para obligar a las empresas a meterlos en la plantilla. Las ventas a domicilio caerán a medida que la gente salga a la calle a consumir, pero quedarán seguramente por encima de las cifras de 2019.

12. El Ejército. La UME, la Unidad Militar de Emergencias creada en tiempos de Zapatero, ha mostrado su versión más eficaz: servir de apoyo a la sociedad en un momento de crisis general. Supervisión de residencias de ancianos, desinfección de centros, apoyo logístico, levantamiento de tiendas de campaña, traslado de pacientes y, desgraciadamente, gestión de depósitos de fallecidos. Con ellos, trabajando en conjunto, estuvieron la Policía, la Guardia Civil y el resto de las Fuerzas Armadas.

13. Los ERTEs. Nos dimos cuenta de la eficacia de esta medida laboral cuando se decretó el estado de alarma y miles de empresas quedaron paralizadas y cientos de miles de trabajadores inactivos. Con esta versión de los ERTEs, los trabajadores mantienen su vinculación laboral con la empresa, pues no son despedidos. Pueden ver reducida su jornada laboral, o bien, quedarse en sus casas. El Estado se encarga de pagarles mensualmente una cantidad (75% de la base reguladora), y además, las cotizaciones a la Seguridad Social. Además, los trabajadores tienen la ventaja de que esos pagos y esos meses no se descuentan de los beneficios del seguro de desempleo (el paro). Los ERTEs se han prorrogado hasta septiembre de 2021.

14. Vida en remoto. Si esta pandemia hubiera estallado hace 30 años, cuando no había internet, habría sido imposible seguir trabajando o enseñando. Las comunicaciones han sido fundamentales para mantener la economía y la docencia en funcionamiento. Miles de profesores han dado clases en remoto y se han reciclado a esta nueva forma de enseñar. Millones de empleados en todo el mundo no solo han cambiado sus hábitos laborales, sino sus hábitos de vida: algunos han elegido vivir fuera de las ciudades, en entornos naturales, y seguir rindiendo para la empresa a través de comunicaciones en remoto. Zoom, una de las plataformas más usadas, ha pasado de unos ingresos de 331 millones de dólares en 2019 (antes de la pandemia) a los 623 millones de dólares en 2020 (casi el doble). Y este año 2021 se espera que superen los 2.600 millones de dólares. 

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