La defensa europea avanza a pasos pequeños a falta de grandes proyectos

A falta de un consenso más ambicioso, el proyecto de defensa común europea, uno de los temas que se aborda en la cumbre de Bratislava, avanza poco a poco.

Las diferentes crisis, las guerras y la amenaza "terrorista" han realzado el hecho de que la Unión Europea debe invertir más en seguridad y en defensa común.

Pero ahora la salida del bloque del Reino Unido, una de las dos grandes potencias militares de la UE junto con Francia, suscita también inquietudes e interrogantes, pese a que hay quienes quieren creer que la salida de este gigante euroescéptico de mucho peso en los 28, puede facilitar varios proyectos.

"Ir más lejos en materia de defensa significa una forma de integración que muy pocos estados miembros tiene ganas de explorar", constató Vivien Pertusot, experta del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

Con estrecho margen de maniobra, Alemania y Francia, que han declarado que están listas para asumir más responsabilidades, han arrojado algunas pistas, modestas pero concretas.

"Lo que buscamos, es activar más fácilmente operaciones en la UE. No dar grandes ideas u orientaciones que no van a ir a ninguna parte", dijo una fuente del entorno del ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian.

Ambos países piden más fondos europeos para las operaciones del bloque, que hoy son sufragadas por los miembros que participan en ellas.

Desde hace 13 años, la UE realiza misiones de formación de ejércitos africanos, lucha contra la piratería en el mar (operación Atalante) y más recientemente lanzó una estrategia contra los traficantes de personas (operación Sophia).

Pero algunos de estos proyectos tuvieron problemas para comenzar a ser implementados, partiendo por la falta de efectivos movilizados por los estados miembros. Para palear estos problemas, Francia y Alemania sugieren creer reservas de formadores y de consejeros que puedan ser movilizados rápidamente.

Para poder compensar la aguda falta de medios, proponen realizar una sinergia de las capacidades de transporte, tanto terrestre, como marítima y también aérea, para crear un núcleo logístico europeo, poder compartir información satelital y crear un comando médico europeo para poder tratar a los heridos.

Ambos países también piden a la UE que invierta en investigación militar, para poder favorecer el crecimiento de una auténtica industria de defensa europea.

"La falta de cooperación militar en materia de defensa cuesta a Europa entre 20.000 y 100.000 millones de euros por año", afirmó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Para las operaciones militares que incluyan fuerzas de combate, París y Berlín quieren mejorar el funcionamiento de los llamados grupo de combate compuestos por contingentes de 1.500 hombres que estén en alerta permanente provenientes de los diferentes estados miembro que puedan ser movilizables en un plazo de 15 días.

Estos nunca han podido ser activados en los últimos años, por la falta de voluntad política. En algunos casos también por la negativa a intervenir de algunos países, sobre todo en África.

La creación de un cuartel general europeo que funcione de manera permanente, defendida por la Comisión, no es un objetivo inmediato para los dos países, aunque Londres ya no esté para oponerse al proyecto.

"Probablemente hay otros estados miembros que se esconden detrás del Reino Unido y que no ven con buenos ojos la creación de un Estado Mayor de Operaciones", afirmó Vivien Pertusot.

En caso de desacuerdo, París y Berlín proponen avanzar en comités reducidos, un mecanismo que está previsto en el tratado de Lisboa pero que nunca ha sido activado. Esto constituiría un "auténtico paso" adelante, considera un documento que agrupa las propuestas franco-alemanas.

Una vez que las cuotas sean fijadas por los jefes de Estado y de gobierno en Bratislava, los ministros de Defensa Europea se encontrarán entre el 26 y 27 de septiembre y después el 15 de noviembre para adoptar medidas concretas.

Muchos países del este, muy orientados hacia el Atlántico, como Hungría y Polonia, sugieren ir más allá e iniciar "la construcción de un ejército europeo común".

Sin embargo muchos expertos advierten que detrás de estas intenciones hay más un deseo de reforzar su seguridad interior frente a Rusia, que una voluntad de crear una fuerza movilizable en caso de amenazas terroristas provenientes del sur.

Para Judy Dempsey, del centro de análisis Carnegie Europe, esta llamada es como mínimo "ingenua" o más bien "hipócrita", ya que "con o sin el Reino Unido, los Estados miembros van a luchar a capa y espada para conservar el control de sus ejércitos".

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