Diez años después del asesinato de Djindjic, Serbia aún espera invitación UE

  • A diez años del asesinato del primer ministro proeuropeo Zoran Djindjic, que derrumbó al autoritario Slobodan Milosevic en 2000, Serbia no logra acelerar sus reformas para encaminar su integración en la Unión Europea.

Snezana Stanojevic

Belgrado, 11 mar.- A diez años del asesinato del primer ministro proeuropeo Zoran Djindjic, que derrumbó al autoritario Slobodan Milosevic en 2000, Serbia no logra acelerar sus reformas para encaminar su integración en la Unión Europea.

El 12 de marzo de 2003, el político reformista de 50 años era abatido en pleno centro de Belgrado por un francotirador.

Su muerte conmocionó a Serbia y a Europa, que vieron como se frenaba el rumbo europeísta del país balcánico, que había protagonizado en los años noventa del siglo pasado varias guerras en la antigua Yugoslavia.

Diez años más tarde, Serbia es candidato al ingreso comunitario pero todavía está pendiente de recibir, probablemente este mismo primer semestre, la fecha de inicio de sus negociaciones de adhesión.

Para eso, debe lograr hasta abril progresos sustanciales en el diálogo de normalización con Kosovo, su antigua provincia que en febrero de 2008 declaró su independencia, que Belgrado no reconoce.

Tras obtener la fecha, el país "necesitará unos diez años hasta el pleno ingreso (en la UE), como muestra la experiencia de todos los países", advierte el analista serbio Nebojsa Spaic.

En declaraciones a Efe en Belgrado, el editor de la renombrada revista política "NIN" considera que "Serbia es quizás el país europeo más infeliz de alguna manera, aspira a Europa, pero todavía está muy lejos de ella".

Es que la esperanza despertada en 2000 de una rápida integración europeísta y una recuperación económica, política y social, dio lugar a la apatía ciudadana ante los pocos cambios y la mala situación del país, con una tasa de desempleo superior el 25 %, una renta per cápita anual inferior a los 4.000 euros y una corrupción que paraliza cualquier avance económico.

"Serbia es muy lenta, ante todo por la falta de determinación de sus políticos. Zoran Djindjic intentaba acelerar ese dinamismo negativo", asegura el conocido periodista.

Djindjic, quien se doctoró en Filosofía en Alemania, fue la figura crucial en los cambios democráticos del año 2000, cuando los serbios osaron levantarse contra la opresión de Milosevic.

Su energía y firme orientación europeísta atrajeron entonces el interés de la comunidad internacional hacia Serbia y un respaldo inédito tras casi una década de bloqueo y aislamiento al que fue sometido el país durante la época de Milosevic.

Pero todo acabó de golpe cuando Djindjic fue asesinado por un francotirador, víctima de la poderosa mafia belgradense conocida como "Clan de Zemun" y de algunos elementos de los servicios secretos y la policía serbia.

Hasta hoy no han sido esclarecidos del todo el trasfondo ni los motivos reales del magnicidio.

"Su determinación reformista junto con su fuerza personal, su capacidad de organización y su visión es algo que difícilmente podrá repetirse en la escena política serbia", asegura Spaic.

Algunos antiguos rivales políticos de Djindjic y exponentes del poder serbio en la "década negra" de los años noventa lideran ahora el país finalmente en su camino hacia la UE.

El actual primer ministro, el socialista Ivica Dacic, en su tiempo portavoz de Milosevic, y su viceprimer ministro Aleksandar Vucic, un antiguo ultranacionalista aliado de "Slobo", han recibido por su cambio de rumbo el respaldo explícito de Bruselas.

Vucic, por su firmeza en la lucha contra la endémica corrupción y el crimen en Serbia, y Dacic, por su postura constructiva en el diálogo con Kosovo, auspiciado por la UE, que ha dado algunos avances aunque todavía queda mucho por hacer.

Sin embargo, la supervivencia misma del Ejecutivo está en entredicho después de que Dacic reconociera hace varias semanas haberse reunido en el pasado con un presunto narcotraficante.

La prensa serbia baraja desde hace semanas la posibilidad de elecciones anticipadas, que Dacic y Vucic descartan, al insistir en su prioridad de cumplir los requisitos para mantener a Serbia en la larga y lenta vía hacia la UE.

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