"Doloroso" choque con Argentina por planta de UPM reaviva gestión de Mujica

  • Aunque todavía no hay sondeos que muestren las consecuencias para el presidente uruguayo, José Mujica, de la nueva crisis con Argentina por la planta de celulosa de UPM , el apoyo de la oposición y la opinión pública parecen haber revivido su gestión cuando atravesaba uno de sus momentos más difíciles.

Raúl Cortés

Montevideo, 4 oct.- Aunque todavía no hay sondeos que muestren las consecuencias para el presidente uruguayo, José Mujica, de la nueva crisis con Argentina por la planta de celulosa de UPM , el apoyo de la oposición y la opinión pública parecen haber revivido su gestión cuando atravesaba uno de sus momentos más difíciles.

En una comparecencia de prensa de tono solemne y algo melodramático, Mujica señaló el miércoles que "la función de gobernar" obliga a veces a tomar "decisiones dolorosas" para "priorizar el interés nacional" por encima de "otros factores que también son importantes".

El exguerrillero de 78 años, que siempre apoyó el plan integrador del venezolano Hugo Chávez y trató de entenderse con la Argentina de los Kirchner, pese algunos deslices, anunciaba así su autorización para que la planta de celulosa de la finlandesa UPM, ubicada en la orilla uruguaya del Río Uruguay, limítrofe con Argentina, aumente su producción de 1,1 a 1,2 millones de toneladas del producto.

Mujica reconoció que su decisión, rechazada por Argentina por cuestiones medioambientales, es "inoportuna" para la nación vecina, "porque está inmersa en un proceso electoral a corto plazo (las legislativas de octubre)", pero ni así pudo evitar que explotara la crisis.

Indignada, la Casa Rosada respondió con un recurso ante el Tribunal Internacional de La Haya, como ya había hecho sin éxito en 2006, precisamente porque considera que Uruguay vulneró aquella primera sentencia que en 2010 descartó daños al medio ambiente, además del Tratado del Río Uruguay, de carácter bilateral.

Consideraciones técnicas al margen, lo cierto es que el conflicto que Mujica se jactaba de haber resuelto nada más llegar al poder aquel año le ha vuelto a estallar en las narices, pero en un momento político muy distinto.

Entonces, el segundo mandatario del bloque izquierdista Frente Amplio en la historia del país, después de Tabaré Vázquez (2005-2010), gozaba de índices de popularidad superiores al 60 por ciento. Ahora las encuestas los sitúan por debajo del 40.

Con una huelga en educación que interrumpió las clases durante semanas, otra que obligó a decretar servicios mínimos en hospitales, otra que provocó desabastecimiento de gasolina y tres paros generales parciales de la central sindical este año, Mujica parecía encaminado a terminar su mandato con poco fuelle, entre voces cada vez más firmes clamando por el regreso de Vázquez en 2015.

La economía mantiene un crecimiento sostenible -del 4 % en 2013 y 3,5 % en 2014, según el Fondo Monetario Internacional (FMI)- aunque la inflación, unida a la inseguridad en las calles, se han enquistado como problemas que el Gobierno parece incapaz de resolver.

Un desempeño que contrasta con el inusitado interés internacional que despierta la austera figura de Mujica y sus vanguardistas leyes, como las del matrimonio homosexual, el aborto y, sobre todo, la que legalizará la producción y venta de marihuana.

Pero como es costumbre en la historia uruguaya, ha sido Argentina una vez más la que ha hecho bueno aquel viejo concepto de que no hay mejor solución a los problemas nacionales que la aparición de un enemigo externo que distraiga la atención.

Además de Vázquez, dos de los otros tres expresidentes del país después de la reinstauración democrática, Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000, Partido Colorado) y Luis Alberto Lacalle (1990-1995, Partido Nacional), han salido en su apoyo.

Para Vázquez, la decisión de Mujica fue "equilibrada"; para Sanguinetti, el gobernante "finalmente adoptó una decisión impuesta por los tratados y por la lógica"; y para Lacalle su medida fue "un acierto".

A estas palabras de aliento se suman los titulares cargados de patriotismo que han llenado las cabeceras de prensa esta semana, indignadas con la "furia" argentina por un contencioso que para la mayoría de los uruguayos es una "jugada política" y "tramposa", como la definió la senadora Lucía Topolansky, esposa de Mujica.

El senador Jorge Larrañaga, del Partido Nacional, se sumó a la causa al considerar que el mandatario "actuó con decisión, correctamente y defendiendo el trabajo" porque "había que defender el interés nacional".

Solo queda preguntarse cuánto durarán esos mensajes de unidad política teniendo en cuenta que dentro de tres meses comienza un año electoral en el que la gestión de Mujica será una de las principales armas de la oposición para evitar que Tabaré Vázquez regrese al poder en 2015.

Mostrar comentarios