Dos históricos de ETA, Urrosolo Sistiaga y Guisasola, piden el fin de la lucha armada en una carta que Gara no publica

El texto íntegro de la carta, en DeiaETA: Cincuenta años de sangre

Nuevas 'disidencias' en el colectivo de presos de ETA, esta vez en la pluma de dos históricos: Joseba Urrosolo Sistiaga, detenido en 1997, y Carmen Guisasola, ambos presos en la cárcel zaragozana de Zuera, consideran que "el primer paso" que debe plantear la izquierda abertzale es "el fin de la lucha armada, que es la llave que hay que girar para abrir una nueva etapa".

Varios diarios vascos han publicado hoy un escrito remitido por ambos reclusos, que mantienen desde hace tiempo posturas críticas con la estrategia oficial de ETA. En la carta, que el diario abertzale Gara se ha negado a publicar, también se refieren a la reciente propuesta de la izquierda abertzale y afirman que "se intuye lo que quieren decir, pero no se plantea claramente".

Los dos internos hacen un llamamiento a la base social de esta ideología "a que se pronuncien" e instan a "los que permanecen callados porque hasta ahora era difícil mantener posturas críticas a que planteen claramente lo que piensan".

"No terminemos dejando a unos pocos que sigan pidiendo más madera", dicen y añaden que "si lo que queda de ETA sigue como hasta ahora, es a la izquierda abertzale a quien corresponde convencer o imponerse de facto", porque en caso contrario "unos pocos volverán a imponer su criterio a todos los demás". Aseguran también que en las cárceles "hay muchos presos que piensan como nosotros, a pesar de que unos pocos transmitan otro discurso en nombre de todos".

Una de las estrategias que ha seguido el Ministerio del Interior en su lucha antiterrorista durante los últimos años ha sido la de 'premiar' con acercamientos a aquellos presoss que se han mostrado críticos con la estrategia de la banda terrorista, especialmente desde la ruptura del alto el fuego permanente que terminó con el atentado de la T4, como estrategia para crear divisiones en el seno de la banda. Los presos etarras tienen una alta consideración e influencia entre los simpatizantes de los etarras, según Interior.