EEUU condena ataque a campo de opositores iraníes en Irak

  • El jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, condenó un ataque a una base que alberga a miembros de opositores iraníes en el exilio, en las afueras de Bagdad, llamando el jueves a la comunidad internacional a ayudar a reubicar a los residentes.

"Estados Unidos condena enérgicamente el brutal y sin sentido ataque terrorista al Campo Hurriya, en el que murieron o resultaron heridos residentes del campo", dijo Kerry en un comunicado.

Al menos 15 misiles hicieron blanco en el también conocido como Campo Libertad el jueves, una antigua base militar estadounidense cerca del aeropuerto internacional de Bagdad, habitado por miembros de la organización iraní Mujaidines del Pueblo, que permanecen exiliados desde la Revolución islámica de 1979.

"Al margen de las circunstancias, sobre este punto somos terminantes: Estados Unidos mantiene su compromiso de ayudar al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la reubicación de todos los residentes del Campo Hurriya hacia un lugar seguro y permanente fuera de Irak", afirmó.

Por su parte, el Consejo Nacional de la Resistencia en Irán, con sede en París, afirma en un comunicado que 23 personas murieron en el ataque y decenas resultaron heridas, 22 de ellas de gravedad.

El campo Liberty es una antigua base estadounidense en Irak que desde 2011 acoge a centenares de miembros de los Mujaidines del Pueblo de Irán, combatientes opositores a la actual República islámica iraní.

Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) condenó con firmeza este ataque en un comunicado, calificándolo como algo "deplorable". Según ACNUR, este campo acoge a unos 2.200 refugiados.

Los mujaidines fundaron en 1965 su grupo con la intención de derrocar al Sha de Irán y luego al régimen islamista. Echados de Irán en los años 1980, se instalaron en Irak donde apoyaron a Sadam Husein en la guerra contra su propio país.

No obstante, tras la invasión de Irak por Estados Unidos en 2003, el nuevo gobierno de Bagdad, de mayoría chiita, se acercó a Teherán, y considera la presencia de los refugiados mujaidines en su territorio como algo "molesto".

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